El expresidente de Argentina, Fernando de la Rúa, quien gobernó ese país entre 1999 y 2001 y que no pudo completar su mandato, falleció a los 81 años. El exlíder radical se encontraba afectado por un cuadro de bronquitis y en los últimos meses había sufrido problemas cardíacos.
De la Rúa se encontraba alejado de la política local, en una suerte de autoexilio desde su dramática renuncia el 20 de diciembre de 2001, en medio de masivas y violentas manifestaciones. Así, pasará a la historia como el hombre que dirigió Argentina durante la mayor crisis económica de las últimas décadas y que dejó la Casa Rosa en helicóptero.
"Eso fue un error, como todos esos casos en que uno da lugar a una imagen que se convierte en símbolo", reconoció en una entrevista al diario El País, cuando se cumplieron 15 años de la crisis de 2001. En aquella ocasión también disparó contra la oposición peronista y el Fondo Monetario Internacional (FMI), a los que culpó por su abrupta salida de la Presidencia, dos años antes de terminar su mandato.
Oriundo de Córdoba, este abogado argentino -calificado por sus pares como una eminencia en derecho procesal y que desde su época universitaria estuvo afiliado a la Unión Cívica Radical (UCR)-, forjó su carrera política en Buenos Aires. En abril 1973, a sus 37 años, ganó por primera vez una banca en el Senado y en septiembre de ese mismo año, corrió como compañero de fórmula de Ricardo Balbín, siendo derrotados por Juan Domingo Perón.
"Es importante entender que después de las dos Presidencias de Carlos Menem, del plan económico y la convertibilidad y ante el complejo escenario porque venía una crisis, Menem logró construir un candidato que no fuera peronista, para que le explotara la bomba", señala a La Tercera el politólogo Jorge Giacobbe.
Tras algunos fracasos, entre los que destaca un intento de candidatura presidencial en 1983 -que finalmente recayó en Raúl Alfonsín-, De la Rúa fue electo diputado en 1991, senador en 1993 y jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires en 1996.
"Una vez en el gobierno mostró una terrible ceguera política. Le tocó una herencia envenenada, con todo el país enamorado de la convertibilidad, que era insostenible ya para ese entonces. Pero no era una figura carismática", recuerda el experto político argentino Ignacio Labaquí, sobre el mandato de De la Rúa, que fue electo en 1999 como representante de la Alianza, gracias a un acuerdo electoral con la confederación Frepaso, con el 48,3%.
Sin embargo, en ese entonces, poco le duró la luna de miel. Ya a los tres meses en la Casa Rosada, apenas el 10% de los argentinos decía que volvería a votar por él. Pero nada mejoró, porque en medio de la incertidumbre económica y al cumplir dos años de mandato, su popularidad sólo alcanzaba un 14%.
"Fue siempre el mascarón de proa de un grupo de la política argentina que lo utilizaba para alcanzar espacios de poder", señala Giacobbe. Además, según este analista, al interior del radicalismo, De la Rúa tampoco era una persona respetada, "se había granjeado el disgusto y deprecio de Alfonsín, por ejemplo", agrega.
Luego de su salida, el exgobernante radical se concentró en su defensa legal en el marco del escándalo de sobornos que apuntaba al Senado, y así consiguió que tanto él como sus colaboradores fueran absueltos.
De esta forma, su ocaso político quedó sellado para siempre. "Sin duda, en estos últimos años su figura fue más bien irrelevante desde un punto de vista político", sostiene Labaquí, que concluye que "el juicio de la historia difícilmente sea benévolo con el gobierno de De la Rúa".