"¿Se asoma la bandera blanca?", es la pregunta que cientos de periodistas repetían ayer en Osaka, Japón, luego de un nuevo respiro que China y Estados Unidos decidieron dar a su controvertida guerra comercial, en el marco del cierre de la Cumbre del G20 celebrada en ese país. En una nueva tregua, Donald Trump y Xi Jinping acordaron reanudar las conversaciones comerciales tras siete meses de entrampamiento, en los que el temor y la incertidumbre sacudieron a los mercados globales.

Sin revelar mayores detalles, el líder de la Casa Blanca señaló que permitirá que las empresas estadounidenses vendan tecnología a la gigante china Huawei y no avanzará con sus amenazas de imponer nuevos aranceles a 325.000 millones de importaciones de Beijing. A cambio, Xi acordó comprar grandes cantidades de productos agrícolas de compañías estadounidenses. Pero tampoco realizó mayores precisiones al respecto.

Pese a que las principales concesiones quedaron al margen de la cumbre, lo cierto es que la declaración de las partes representa un avance significativo después de semanas de declaraciones cruzadas entre dos de las economías más grandes del mundo. No obstante, y aunque tanto Trump como Xi expresaron esperanza de que las medidas conduzcan a un acuerdo comercial, siguen existiendo problemas y no está claro si la distensión será a largo plazo.

"Estamos de nuevo en el buen camino", declaró Trump tras una reunión que comenzó media hora después de lo previsto en la agenda, a mediodía, y que duró 80 minutos, es decir, 10 menos de lo estipulado. "Ha sido una muy, muy buena reunión, mejor de lo esperado", agregó el Presidente de Estados Unidos.

En esta oportunidad -y tal como ocurrió en la pasada Cumbre del G20 celebrada en diciembre de 2018 en Buenos Aires-, una presunta solución de diferencias da un respiro y permite poner pausa al conflicto comercial entre Estados Unidos y China, que había amenazado con impactar en las cadenas de suministro global en materia tecnológica. A raíz del conflicto, en mayo, compañías como Google anunciaron que dejarían de prestar servicios a Huawei, una situación que inquietó a millones de usuarios de teléfonos móviles por la incertidumbre generada sobre el funcionamiento del sistema operativo Android.

De todas formas, para relanzar las conversaciones, Trump no levantará gravámenes ya impuestos sobre US$ 200.000 millones en importaciones de China ni removerá -al menos por ahora- a Huawei de la lista negra del Departamento del Tesoro por seguridad nacional, mientras que Xi tampoco tocará los aranceles que, como revancha, implantó sobre US$ 60.000 millones en productos de Washington.

¿Cese al fuego temporal?

De ahora en más, los negociadores de EE.UU. y China tendrán en sus manos la oportunidad de forjar un pacto permanente que coordine y rija el flujo de bienes y servicios entre ambos países. Las conversaciones ponen mucho en juego para ambos lados.

"La cooperación y el diálogo son mejores que las fricciones de la confrontación", dijo Xi, según The People's Daily (el medio oficial de noticias chino). "No deben caer en la trampa de la llamada confrontación de conflictos, sino que deben promoverse mutuamente y desarrollarse juntos", agregó el líder asiático.

Fue en mayo pasado cuando las negociaciones entre Trump y Xi quedaron suspendidas, luego de que Washington acusó a Beijing de incumplir las promesas del acuerdo y de incumplir compromisos en materia de igualdad de acceso al mercado chino, propiedad intelectual, entre otros, aspectos para los cuales China debía cambiar su legislación. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, reconoció que el 90% del plan estaba acabado antes del colapso en las negociaciones.

Considerando el historial de idas y vueltas en la relación entre China y Estados Unidos, expertos como el jefe de estrategia de mercados globales de XP Securities, Alberto Bernal, llaman a la calma y aseguran que si bien "salió mejor de lo esperado", todavía "hay un riesgo (en que no haya tregua) y no lo vamos a poder quitar bajo ninguna circunstancia", dijo a La Tercera. "De aquí en adelante esperemos que las negociaciones avancen y que lleguemos a un acuerdo, pero con esto logramos sobrepasar una bomba que podría haber explotado", agregó.

La misma prudencia exhibió el ministro de Hacienda, quien recordó que en diciembre hubo expectativas favorables tras la tregua y que luego el conflicto recrudeció. "A veces la racionalidad escasea en este tipo de confrontaciones" (ver entrevista en Pulso). Por su parte, el exnegociador de la Dirección de Relaciones Económicas de Cancillería, Rodolfo Vilches, dice que al menos por ahora se podría esperar "una intensificación de las conversaciones, que creo que tendrán una duración de seis meses al menos", indicó a La Tercera. "Creo que vendrá un periodo de mayor cautela a la espera de conocer los términos concretos del anuncio de reinicio y del cómo se den las negociaciones", concluyó.