El gabinete de gobierno de Sri Lanka renunció en pleno este domingo, con excepción del presidente y su hermano, el primer ministro, tras un bloqueo de las redes sociales que no logró impedir las protestas contra el gobierno y la crisis económica sin precedentes que vive el país.
Los 26 ministros del gabinete sometieron sus cartas de renuncia en una reunión celebrada a altas horas de la noche, dijo a periodistas el ministro de Educación, Dinesh Gunawardena. Solo permanecen en sus cargos el presidente, Gotabaya Rajapaksa, y su hermano mayor, el primer ministro Mahinda Rajapaksa.
La acción abre el camino para que el mandatario nombre este lunes a un nuevo gabinete, en el que algunos de los renunciantes podrían volver a sus cargos.
El país del sur de Asia sufre graves carencias de alimentos, combustible y otros bienes, además de una inflación récord y apagones, en su peor crisis desde su independencia de Reino Unido en 1948. Además, enfrenta un estado de emergencia impuesto luego de que una multitud intentara invadir la casa del presidente en la capital, Colombo, por lo que el gobierno impuso un toque de queda nacional el fin de semana hasta la mañana del lunes.
Horas antes, la alianza opositora Samagi Jana Balawegaya (SJB) denunció un apagón de las redes sociales impuesto para contener las crecientes manifestaciones públicas y llamó al gobierno a renunciar.
“El presidente Rajapaksa debe entender que la marea se volvió contra su mando autocrático”, declaró a AFP el legislador Harsha de Silva, de SJB.
Soldados armados con fusiles automáticos intervinieron para impedir una protesta de legisladores de oposición y cientos de sus simpatizantes que intentaban llegar a la Plaza Independencia de la capital.
La multitud mantuvo un tenso enfrentamiento con las fuerzas de seguridad por casi dos horas antes de dispersarse pacíficamente.
Eran Wickramaratne, también legislador de SLB, condenó las medidas restrictivas y sostuvo que “no podemos permitir una toma militar. Deben saber que aún somos una democracia”.
Sin redes sociales
Los servicios de internet recibieron órdenes de impedir el acceso a Facebook, WhatsApp, Twitter y otras redes sociales, pero ello no impidió que se realizaran pequeñas manifestaciones en otros puntos de Sri Lanka, que en su mayoría terminaron sin incidentes.
Medios privados informaron que el jefe del regulador de internet de Sri Lanka renunció tras la entrada en vigor de la veda de redes sociales.
La medida fue rescindida posteriormente, cuando la Comisión de Derechos Humanos del país determinó que el gobierno no podía imponer la censura.
Las calles de Colombo se mantuvieron generalmente vacías el domingo, aparte de las protestas opositoras y las largas filas de vehículos en busca de combustible.
Algunas protestas organizadas para domingo fueron aplazadas al lunes, tras el levantamiento del toque de queda.
Disputas internas
Las protestas generaron fisuras en el gobierno, y el ministro de Deporte, Namal Rajapaksa, condenó la censura de las redes sociales.
“Nunca voy a condonar el bloqueo de redes sociales”, declaró Rajapaksa, sobrino del presidente.
Fue uno de los tres miembros de la familia que renunciaron al gobierno, junto al ministro de Finanzas, Basil Rajapaksa, y su hermano Chamal, titular de Agricultura.
Diplomáticos occidentales en Colombo expresaron su preocupación por el uso de leyes de emergencia para ahogar la disidencia democrática y dijeron que siguen de cerca los acontecimientos.
Algunas manifestantes de solidaridad se realizaron el fin de semana en otros países, incluyendo la ciudad australiana de Melbourne, con una gran diáspora de Sri Lanka.
La falta de divisas dejó al país en aprietos para pagar el servicio de su deuda externa de 51.000 millones de dólares, y la pandemia golpeó sus ingresos por turismo y remesas.
Algunos economistas dicen que la crisis fue exacerbada por los malos manejos del gobierno, años de endeudamiento y cortes tributarios inadecuados, por lo que el país negocia un acuerdo de rescate con el Fondo Monetario Internacional.