El foco del operativo que participa en las tareas de rescate de Julen, está en la realización de dos túneles verticales, paralelos y a una distancia de cuatro metros al pozo en el que se precipitó el menor, para aumentar así las posibilidades de llegar al niño.

Los rescatistas introdujeron una cámara en el pozo, pero tocó fondo a unos 80 metros de profundidad al chocar con un tapón de tierra, posiblemente como resultado de un desprendimiento. El dispositivo captó una imagen de una bolsa que habría llevado Julen en el momento de su caída.

A través de la participación de dos técnicos de la empresa sueca Stockolm Precision Tools AB -que determinó en 2010 donde estaban atrapados los 33 mineros- se pudo detectar un hueco de 15 metros, por debajo del tapón de tierra, en los que se presume que podría el menor. Además, identificó una desviación entre la boca y el fondo del pozo, que permite afinar los cálculos para los pasos a seguir.

Debido a la lentitud de la técnica de succión para retirar el material que obstruía la fosa, se decidió intentar con dos perforaciones: una vertical y otra horizontal. Sin embargo, debido inestabilidad en el terreno, esta última es una opción que pareciera estar descartada, por lo que se prefirió priorizar dos excavaciones paralelas para tener mayores posibilidades de llegar al niño.

Lo que se sabe del accidente

El pasado domingo, la familia de Julen se encontraba en Totalán, en la finca de un familia, donde se habían reunido para un almuerzo. El niño de dos años se habría precipitado por la perforación, sin que los presentes pudieran hacer algo para evitarlo.

El padre del menor, José Roselló aseguró a los medios españoles que apartó las piedras que había junto al hoyo y pudo escuchar a su hijo llorar. Al avisar a los servicios de emergencias, se puso en marcha un operativo de rescate formado por cientos de personas.

Luego de tres días de trabajo, se encontró una muestra de pelo en el material que extraían del pozo, el cual se comprobó -mediante una prueba de ADN- pertenecer a Julen. Esto comprobaba la versión de Roselló de que su hijo había caído por la perforación.

El pozo

El agujero en el que se busca al menor tiene 25 centímetros de ancho y cerca de 110 metros de profundidad. Hace algunas semanas, se habría realizado un sondeo para buscar aguas subterráneas, que no fueron encontradas. Sin embargo, fue dejado sin protección y sin señalización.

Además, según medios locales, esta obra se habría llevado a cabo sin los permisos correspondientes. Ni el departamento de Minas, ni el de Aguas de la Junta de Andalucía habrían tenido constancia. Además, según el Reglamento General de Normas Básicas de Seguridad Minera de ese país, ese tipo de perforaciones deben sellarse para que queden totalmente cerrados.