“Va a haber una vacuna, pero si las cosas siguen como hasta ahora, para entonces el virus ya habrá desaparecido”. El comentario del médico Giuseppe Remuzzi, director del Centro de Investigaciones Farmacológicas Mario Negri de Milán, a la cadena de televisión italiana La 7, a principios de mayo, tuvo repercusiones más allá de Italia. Sus palabras entregaban algo de esperanza justo en momentos en que la ola de contagios se estaba trasladando al continente americano, convertido hoy en el epicentro de la pandemia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Remuzzi vivió de cerca el drama del Covid-19. Su ciudad natal, Bérgamo, fue una de las más golpeadas por la enfermedad -en marzo las muertes crecieron un 400% en comparación con el mismo mes del 2019- y estuvo trabajando en la primera línea. Sin embargo, hoy todo parece haber cambiado. Y en esta entrevista con La Tercera entrega detalles de ese nuevo escenario que se observa en su país.
En marzo, Italia fue el epicentro mundial de una crisis que ya ha cobrado más de 360 mil muertos. Pero hoy el país comienza a retomar su vida normal a medida que avanza el desconfinamiento iniciado hace dos semanas.
¿Es efectivo que usted cree que el coronavirus se está debilitando?
Nunca he asegurado que el coronavirus se estaba debilitando, lo que dije es que la enfermedad está cambiando. Esto puede depender de muchos factores, también podría depender del virus, pero esto no lo sé y hasta donde sabemos en Italia no hay mutaciones genómicas del virus que lo explique. Lo cierto es que los pacientes ahora son completamente diferentes de los de hace tres o cuatro semanas y siguen disminuyendo en las salas de cuidados intensivos y en las hospitalizaciones en salas normales. Antes llegaban 80 personas a la sala de emergencia cada día, todas con dificultades respiratorias severas. Hoy son 10 u ocho y las puedes enviar de vuelta a sus casas.
¿Es una situación que se ve en toda Italia?
Sí, la situación ha cambiado en todas partes, no solo en Bérgamo y Milán, sino también en Roma y Nápoles. ¿Por qué? No sé si ha cambiado el virus o si ha cambiado la carga viral de cada paciente, lo único que puedo decir es que parece que estamos frente a una enfermedad muy distinta a la que puso en crisis nuestra estructura sanitaria al comienzo de la pandemia. En resumen, no es posible saber si el virus se ha debilitado. Lo que sí es un hecho es que las personas que se infectan hoy están mucho mejor que las infectadas hace dos meses.
¿Cree que el virus tiene un ciclo natural? ¿Sabe si se está viendo algo similar al caso italiano en otros países europeos?
La epidemia que estamos presenciando causa un síndrome respiratorio agudo, generado por un coronavirus, uno de los muchos con los que hemos estado lidiando en nuestra historia, durante cientos de años. Hemos vivido con coronavirus que causan resfriados y otros problemas pequeños. Luego hubo algunos más serios, como SARS y MERS, pero en total son seis o siete los coronavirus con los que el hombre ha debido enfrentarse. Pero este es un nuevo virus al que hacemos frente por primera vez y creo que no será el último. Un virus nunca visto, que encontró al mundo sin preparación y ha obligado a nuevos hábitos de vida, a procedimientos de emergencia y una carrera para compartir el conocimiento a través de mapas genéticos y buscar, entre drogas viejas, algo que funcione. Había habido avisos en China, pero el 20 de febrero pasado el paciente 1 de la infección por el virus SarsCoV2 marcó el inicio en Italia de algo radicalmente nuevo. En dos meses hemos aprendido mucho pero todavía hay mucho que no sabemos.
Hoy en Chile estamos presenciando un aumento en los casos a medida que bajan las temperaturas. ¿Cree que existe una relación entre el virus y las bajas temperaturas o el aumento de las infecciones está más relacionado con el ciclo normal de infección por el virus?
No sabemos si el virus es sensible a la temperatura y si desaparecerá en el verano con el aumento de la temperatura en el caso de nuestro hemisferio.
¿Por qué el virus fue menos agresivo en el sur que en el norte de Italia? O al menos, ¿por qué ha habido menos casos en el sur que en el norte?
No sabemos exactamente esto. Puede deberse al hecho de que en el norte hay muchos asentamientos habitados, industriales y comerciales, con un fuerte intercambio con China y que el virus haya comenzado a circular mucho antes de lo que se sabe.
Usted dice que el virus pudo haber llegado a Italia mucho antes. ¿Por qué ocurrió el peak en marzo? ¿Por qué no hubo más infecciones antes, o hubo y no se dieron cuenta que eran causadas por un coronavirus?
En diciembre no podíamos sospechar que el virus ya estaba circulando. Y ni siquiera podíamos sospecharlo porque entonces, en diciembre de 2019, no hubo alarma de China, ni siquiera un informe. Quizás tampoco ellos, los chinos, lo sabían, pese a que a mediados de noviembre ya habían tenido 266 personas infectadas en Wuhan. Solo cinco semanas después, las mismas autoridades del gobierno de Beijing lo admitieron.
¿Cree que hay un patrón común en el comportamiento del virus o tiene comportamientos muy diferentes? ¿Podemos hablar de que hay varias mutaciones del virus?
Hasta ahora se han informado varias mutaciones, sobre esto hay al menos seis artículos en la literatura. Sin embargo, otros científicos discuten que esto sea cierto. En todo caso, entre las mutaciones reportadas en la literatura, la más significativa es la mutación D614G no sinónima, cuya variante viral ha reemplazado a la cepa original en Europa, Estados Unidos e incluso Taiwán. Son mutaciones que tienden a hacer que el virus sea más resistente a los agentes antivirales y, por lo tanto, no serían mutaciones favorables. Por otro lado, un virus que pasa del murciélago, luego quizás al pangolín, luego a otro animal y luego al hombre, ciertamente ha tenido muchas mutaciones. Es un largo camino para adaptarse al hombre. Por ello, nadie sabe si no volverá a suceder, tal vez en sentido favorable.
¿Cómo ve el proceso de reapertura en Italia? ¿No tiene miedo de una segunda ola?
La Fase 2 es inevitable, porque no siempre puedes mantener a las personas encerradas en casa, de lo contrario sería peor en otros aspectos. Se necesita una gran atención sobre todo hacia las personas mayores y frágiles. Básicamente, la Fase 2 depende de nosotros. Todo el mundo lo ha dicho y yo también lo digo. Máscara, lavarse las manos con frecuencia, manteniendo el distanciamiento social. Si tenemos cuidado y evitamos los lugares concurridos, es probable que la Fase 2 salga bien y no cause problemas importantes, mientras que el virus pierde gradualmente su fuerza, lo que ya está sucediendo. Debemos evitar el riesgo de una segunda ola de contagios como está sucediendo ahora en Singapur.
¿Cómo ha sido la reacción de la ciudadanía?
La conciencia de los ciudadanos ha cambiado, hay conciencia de lo que sucedió y de lo que podría suceder. Y ese es un buen punto para comenzar. Habrá otros pacientes, lo sabemos, pero también sabemos que mucho, mucho dependerá del comportamiento individual. La primera fase de esta pandemia ha sorprendido a todos sin preparación, nadie esperaba algo así, pero ahora sabemos mejor cómo debemos manejar a los enfermos. Puede haber una nueva ola en junio. Alguien se enfermará. Cuántos y en qué momento no se puede adelantar. El comportamiento individual, el respeto de los procedimientos de seguridad jugarán un papel clave. Pero también incidirá la inmunización de la población, de las personas que ya contrajeron Covid y desarrollaron anticuerpos.
¿Cree que es posible tener una vacuna antes de fin de año?
La vacuna ya existe, la están probando en Estados Unidos y Oxford, ambas en voluntarios sanos como en animales. Parece que no hace daño, las esperanzas son buenas, pero será necesario probarla en los enfermos y evaluar sus efectos. Sin embargo, el gran problema no será la vacuna, sino la producción y distribución de dosis: se necesitarán miles de millones, el esfuerzo llevará años.