La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, declaró el viernes el estado de emergencia por el brote de viruela del mono ya que su administración registra más de uno de cada cuatro casos de la enfermedad notificados en el país.
“Estoy declarando una emergencia estatal por desastre para fortalecer nuestros esfuerzos continuos para enfrentar el brote de viruela del mono”, anunció Hochul en su cuenta de Twitter.
Asimismo, explicó que esta orden ejecutiva permite “mayor rapidez” para que los profesionales de la salud tomen medidas adicionales para vacunar frente a esta enfermedad, declarada como Amenaza Inminente para la Salud Pública por parte de la Comisión de Salud del estado de Nueva York.
“Después de revisar los datos más recientes sobre el brote de viruela símica en el estado de Nueva York, declaro una emergencia estatal por desastre para fortalecer nuestros agresivos esfuerzos continuos para enfrentar este brote”, matizó Hochul en un comunicado de prensa.
La gobernadora ha indicado que más de uno de cada cuatro casos de viruela del mono del país se encuentran en el estado de Nueva York, alcanzando casi 1.400 casos notificados.
“Debemos utilizar todas las herramientas de nuestro arsenal (...), por eso, mi equipo y yo estamos trabajando día y noche para asegurar más vacunas, ampliar la capacidad de prueba y educar responsablemente al público sobre cómo mantenerse seguro durante este brote”, aseguró.
Horas antes, las autoridades de la ciudad de San Francisco declararon también el estado de emergencia por la crisis sanitaria de la viruela del mono, ante la frustración de representantes locales de la comunidad LGBTQ por la lentitud de la respuesta oficial en uno de los epicentros de la lucha por los derechos de los homosexuales, transgénero y ‘queer’ en Estados Unidos.
La OMS declaró el pasado fin de semana la viruela del mono o viruela símica como una emergencia sanitaria internacional con especial incidencia entre la población LGBTQ. La decisión no estuvo exenta de polémica porque algunos miembros de un comité de investigación de la propia agencia médica de la ONU se mostraron reticentes a aceptar la declaración, dado el riesgo que representaba la posible estigmatización de este grupo.