"Bolivia se va a convertir en un gran campo de batalla, un Vietnam moderno, porque aquí las organizaciones sociales han encontrado un horizonte para reafirmar su autonomía, soberanía, identidad", señaló el ministro de la Presidencia de Bolivia, Juan Ramón Quintana. Sus declaraciones se dieron en una entrevista con la agencia rusa Sputnik. "Lo que estamos viendo es la ruta del golpe que se está desencadenando de manera intensa y a distintas velocidades en todo el territorio nacional", añadió Quintana.
Así, el ministro boliviano hace un llamado a las organizaciones sociales afines a Evo Morales a que recurran a la "ocupación de calle" y "recuperar la credibilidad".
Las elecciones del 20 de octubre en Bolivia han desatado una ola de protestas ante la polémica reelección de Morales, que han dejado un saldo de 140 heridos y dos fallecidos, según la Defensoría del Pueblo.
Los medios han sostenido que las protestas se radicalizaron con la llegada de una misión de la OEA que realiza una auditoría sobre las elecciones. La oposición, liderada por el rival de Morales, Carlos Mesa, ha denunciado que se trata de un "fraude" electoral, y rechaza la auditoría de la OEA, exigiendo nuevos comicios presidenciales.
"Vamos a defender la democracia y los resultados" electorales, declaró hoy Morales, en el poder desde 2006, durante un acto en un poblado rural de Cochabamba, en el centro de Bolivia.
"Va a ser una dura batalla, una batalla campal frente a la virulencia mentirosa de los medios, las redes. Es una guerra de dimensiones muy complejas, desconocidas, que nos va a exigir muchísimo agudizar el pensamiento, la estrategia de autodefensa de este proyecto", señaló también Quintana.
En las ciudades de Santa Cruz, feudo de la oposición, y Potosí (suroeste) persistía hoy una huelga que ha paralizado la actividad laboral y educacional.
En tanto, la defensora del Pueblo de Bolivia, Nadia Cruz, denunció este viernes el empleo de dinamita y la violencia con que actuaron en disturbios en la capital los partidarios y detractores de Morales, además de un uso excesivo de gases lacrimógenos por parte de la policía.