El Gobierno de Brasil está formando un grupo de trabajo para ayudar en situaciones de emergencia a los habitantes de la región amazónica afectados por una grave sequía que ha dañado los ríos, su sustento vital, dijo la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva.
El bajo nivel de los ríos y las aguas cada vez más cálidas han matado a masas de peces que flotaban en la superficie de los ríos, contaminando el agua potable, afirmó Silva.
“La situación es muy preocupante. Esta sequía sin precedentes ha interrumpido las rutas de transporte fluvial, amenazando con escasez de alimentos y agua, y ya está empezando a verse una gran mortandad de peces”, declaró en una entrevista.
La Fuerza Aérea enviará por aire, agua, alimentos, medicinas y otros recursos a los estados de Amazonas y Acre, añadió.
Unas 111.000 personas se han visto afectadas en una región donde gran parte de las proteínas de la población proceden de la pesca, que se suspenderá durante algún tiempo, explicó.
El Gobierno también destinó 140 millones de reales al dragado de ríos y puertos de la región para mantener la fluidez del transporte cuando baje el nivel del agua, dijo Silva.
La sequía en la Amazonia, al igual que las inundaciones en el sur de Brasil, son consecuencia del fenómeno El Niño, que calienta las aguas superficiales del océano Pacífico, y este año el impacto ha sido mayor que el normal, según los meteorólogos.
Según Silva, se trata del efecto de un fenómeno periódico, El Niño, mezclado con cambios en los patrones meteorológicos provocados por el calentamiento global.
“Estamos asistiendo a la colisión de dos fenómenos, uno natural que es El Niño y otro un fenómeno producido por el ser humano, que es el cambio de temperatura de la Tierra”, explicó.
Agravada por el cambio climático, esta combinación ha provocado una sequía nunca vista en la Amazonía y “es incomparablemente más fuerte y podría ocurrir con más frecuencia”, alertó.