Gobierno de Lula pone fin al programa de escuelas cívico-militares, el emblema educativo de Bolsonaro

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El entonces Presidente Jair Bolsonaro durante el lanzamiento del Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares. Foto: Agencia Brasil

El Ministerio de Educación de Brasil argumentó que este programa “induce una desviación de la finalidad de las actividades de las Fuerzas Armadas”. Además, dijo no haber comprobado la eficacia" de la iniciativa impulsada por el capitán de la reserva del Ejército, quien sostenía que en las escuelas se debía "imponer la jerarquía", como "se hace en los cuarteles".


En un golpe a una de las banderas en materia de educación del gobierno de su antecesor, el Presidente de Brasil, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, inició el proceso de extinción total del programa federal para promover las escuelas cívico-militares implantado por el ultraderechista Jair Bolsonaro, las cuales eran administradas por las Fuerzas Armadas. Ahora, estos establecimientos serán reintegrados al formato regular.

En el oficio obtenido por CNN Brasil, firmado por la Secretaría de Educación Básica y enviado a los secretarios de Educación de los estados este miércoles, no se recomienda mantener el programa. “Las características del programa y su ejecución hasta el momento indican que su mantenimiento no es una prioridad y que los objetivos definidos para su ejecución deben perseguirse movilizando otras estrategias de política educativa”, dice el texto.

El programa se desvía del propósito de las Fuerzas Armadas, señala la nota técnica que justifica el final del proyecto. “El programa induce una desviación de la finalidad de las actividades de las Fuerzas Armadas, invocando su actuación en un área que no es de su competencia y no es consistente con su lugar institucional en el ordenamiento jurídico brasileño”, argumenta, según consigna el sitio UOL.

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Bolsonaro anunció la creación de 54 nuevas escuelas cívico-militares en 2021. Foto: Twitter

Además, la cartera de Educación dijo “no haber comprobado la eficacia” del programa impulsado por el líder de ultraderecha y capitán de la reserva del Ejército, quien sostenía que en las escuelas se debía “imponer la jerarquía”, como “se hace en los cuarteles”.

El documento recomienda la derogación del Decreto 10.004/2019, que instituyó el Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares (Pecim), y las ordenanzas y normas vinculadas al mismo. Con el fin del programa, según el Ministerio de Educación (MEC), cada sistema educativo deberá definir estrategias específicas para reintegrar las unidades educativas a las redes regulares.

Los recursos presupuestarios puestos a disposición de la red pública a través del programa podrán mantenerse, “siempre y cuando las entidades asuman el compromiso de rediseñar y ejecutar el plan de mejoramiento de la infraestructura física y pedagógica”, indica CNN Brasil.

Según el diario Folha de Sao Paulo, no hay previsión para el cierre de las unidades. Lo que sucederá es el final de este modelo apoyado por el gobierno federal. Las redes escolares de los estados pueden mantener el formato con sus propios recursos, si así lo desean, tal como lo hicieron Sao Paulo, Paraná y el Distrito Federal.

El documento del MEC distribuido desde el lunes dice que el “cierre progresivo del programa” fue decidido después de evaluar la medida. La idea es que el programa termine al final del año escolar, con el retiro del personal de las Fuerzas Armadas que laboran en las escuelas.

El formato de escuela cívico-militar existe en el país desde la década de 1990. A nivel estadual y municipal, la gestión es compartida entre las secretarías de Educación y Seguridad Pública, apunta UOL. Incluso, antes de la medida, el modelo avanzaba en el país (pero sin apoyo federal). Hasta 2015 había 93 escuelas. En 2018, el número aumentó a 120 en al menos 22 estados, añade Folha de Sao Paulo.

El Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares del gobierno federal se lanzó en septiembre de 2019, el primer año del gobierno de Bolsonaro. El expresidente creó una secretaría dentro del MEC para el programa con su propio presupuesto y personal, detalla UOL.

Cuando Bolsonaro anunció ese programa cuatro años atrás dijo que uno de los objetivos era que las escuelas dejaran de “formar militantes políticos” y pasaran a educar “para el trabajo”, con “la disciplina” propia de los cuarteles. Las escuelas cívico-militares también fueron presentadas como una “herramienta” contra el “marxismo cultural” que, según el líder de ultraderecha, domina el pensamiento y la educación desde hace décadas, destaca el diario Página/12. La gestión educativa estaba a cargo de profesionales del área, pero lo relativo a la administración y los llamados “códigos de conducta” eran responsabilidad de personal vinculado a las Fuerzas Armadas, añade.

El MEC tiene un registro de 215 escuelas cívico-militares hasta el año pasado, ya implementadas o en proceso de implementación. La pandemia afectó el cronograma, asegura Folha. En el estudio realizado por la cartera para sustentar el cierre del programa, se cita el funcionamiento actual de 202 unidades en todo el país, que reúnen alrededor de 120.000 estudiantes de primaria y secundaria, entre ellos la hija menor del expresidente, Laura Bolsonaro, de 13 años. La mayoría de estas escuelas (120) destinan recursos para pagar militares, lo que generó un gasto de 98 millones de reales (US$ 20,4 millones) de 2020 a 2022.

Hasta finales del año pasado, 1.500 militares formaban parte de la iniciativa. El resto de las escuelas recibieron fondos directamente del MEC, que pueden utilizarse para comprar bienes o mejorar la infraestructura. Los mayores gastos federales con este programa responden al personal militar, lo cual es criticado en el estudio realizado por el MEC para sustentar la decisión. El salario medio de un oficial con estudios superiores es de 8.000 reales (US$ 1.670), indica Folha.

En septiembre de 2019, cuando Bolsonaro lanzó el Pecim, Andressa Pellanda, coordinadora ejecutiva de la Campaña Nacional por el Derecho a la Educación, explicó a La Tercera el funcionamiento de este tipo de escuelas y expuso sus críticas al sistema. “Las escuelas militares tradicionales generalmente tienen un grado de inversión en términos de calidad superior al de las escuelas estatales o municipales: hay una inversión federal directa y una indirecta que es el uso de estructura y recursos humanos del Ministerio de Defensa. Los profesores de los colegios militares de Brasil ganan un buen sueldo y tienen mejores condiciones de trabajo”, señaló entonces.

“Las Fuerzas Armadas no solo se desvían de su rol cuando comienzan a trabajar en las escuelas, sino que tampoco existe una preparación y capacitación pedagógica para que estos empleados se conviertan en educadores. La calidad de la red de escuelas militares no pasa porque sea administrada por personal militar. Ocurre porque tiene la inversión adecuada”, aseguró Pellanda.

Además, a juicio de la experta, “existe una gestión disciplinaria que va en contra de varios principios de la gestión democrática y muchas reglas de presentación individual son altamente homogeneizadoras, excluyendo las diversidades en lugar de acogerlas. El camino, por tanto, debe ser el de una mayor inversión en la educación pública y no la militarización de las escuelas”.

En aquella oportunidad, Priscila Cruz, presidenta ejecutiva de Todos por la Educación, también manifestó a La Tercera sus cuestionamientos al Pecim. “Una política puntual, que llegará a pocos alumnos y que requerirá recursos y tiempo de gestión, en lugar de invertir en la formación del profesorado y la adopción a tiempo completo en las escuelas, iniciativas que realmente funcionan”, comentó entonces.

“Estas escuelas han ganado protagonismo en los últimos años por lograr indicadores educativos positivos y atacar el problema de la indisciplina a través de una fuerte jerarquía. Sin embargo, como muestran los estudios, son los factores extracurriculares (perfil socioeconómico, selección de alumnos que ya tienen buenos índices de aprendizaje, por ejemplo) los que explican los mejores indicadores de las escuelas militares”, aseguró Cruz. “En resumen, aplicar recursos a una política de expansión de escuelas cívico-militares demuestra que el gobierno no sabe cómo mejorar la calidad de la educación”.

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Hasta 2015, el programa Camino a la Escuela garantizó nuevos buses para transportar a miles de niños a establecimientos educacionales en más de 5.400 municipios. Foto: Ricardo Stuckert/Instituto Lula

Pese a la decisión del gobierno de Lula de terminar con las escuelas cívico-militares, el gobernador de Sao Paulo y aliado de Bolsonaro, Tarcísio de Freitas, anunció el miércoles por la noche la creación de un programa estatal para este tipo de establecimientos.

“Fui alumno del Colegio Militar y sé la importancia de una educación de calidad y cómo la escuela necesita transmitir valores correctos a nuestros jóvenes”, escribió Tarcísio en una publicación en las redes sociales. “El gobierno de Sao Paulo va a publicar un decreto para reglamentar su propio programa de escuelas cívico-militares y ampliar las unidades de enseñanza con ese formato en todo el Estado”, agregó, citado por el diario O Globo.

Hasta el año pasado, según el periódico carioca, el estado de Sao Paulo tenía 16 escuelas inscritas en el programa para la implantación del modelo cívico-militar propuesto por la administración Bolsonaro, en la que Tarcísio era ministro de Infraestructura.

Los gobernadores de Paraná, Ratinho Junior, y del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, ya habían anunciado que mantendrían sus programas de escuelas cívico-militares. Los tres apoyaron a Bolsonaro en las elecciones del año pasado, y tanto los nombres de Tarcísio como de Ratinho suenan como posibles candidatos al Palacio de Planalto en 2026, destacó O Globo.

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