El gobierno del Presidente Emmanuel Macron rechazó el martes una nueva demanda de los sindicatos para reconsiderar un proyecto de ley de pensiones profundamente impopular, enfureciendo a los líderes sindicales que dijeron que el Elíseo debe encontrar una manera de salir de la crisis.
Manifestantes en toda Francia protagonizaban marchas generalmente pacíficas en un décimo día nacional de huelgas y protestas, aunque hubo enfrentamientos en algunas áreas.
En la ciudad de Nantes, al oeste del país, se incendió la fachada de una sucursal del banco BNP Paribas. También en el oeste de Francia, los manifestantes bloquearon la circunvalación de Rennes e incendiaron un auto abandonado. En la ciudad normanda de Rouen, las autoridades confirmaron que hubo enfrentamientos.
“Hemos propuesto una salida (...) y es intolerable que se nos pongan trabas de nuevo”, declaró a la prensa el presidente del sindicato Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), Laurent Berger, al comienzo de una manifestación en París.
Él y otros dirigentes sindicales habían vuelto a instar al gobierno a suspender el proyecto de ley, sugiriendo esta vez el uso de mediadores externos, ya que el gobierno y las organizaciones de trabajadores siguen muy distanciados.
Pero horas más tarde, el portavoz del gobierno, Oliver Véran, rechazó la idea, diciendo que el gabinete estaba dispuesto a discutir otros cambios políticos, pero no a revisar el proyecto de ley de pensiones.
Millones de personas se han manifestado y se han sumado a la huelga desde mediados de enero para mostrar su oposición a los planes de Macron de hacer que la mayoría trabaje dos años más, hasta los 64 años.
Pero la frustración pública ha evolucionado hacia un sentimiento antimacron más amplio.
En particular, las protestas se han intensificado desde que el gobierno usó poderes especiales para aprobar el proyecto de ley en el Parlamento sin someterlo a votación.
En el último gran día de protestas, el jueves, los anarquistas del “Bloque Negro” rompieron escaparates, derribaron paradas de bus y saquearon un restaurante McDonald’s en París, con hechos de violencia similares en otras ciudades.
“Sería una locura no tomarse el tiempo para tratar de calmar las cosas”, dijo Berger.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, dijo el lunes que las autoridades preveían un “riesgo muy grave para el orden público” en las manifestaciones del martes.
Se esperaba el despliegue de un total de 13.000 policías durante las protestas a lo largo del día.
Las autopistas de varias ciudades francesas estaban bloqueadas el martes por la mañana, y las huelgas en los sectores del transporte, la aviación y la energía seguían perturbando los desplazamientos.
El sindicato estudiantil UNEF dijo que las entradas a unas 20 universidades, incluyendo Sciences Po y partes de la Sorbona en París, así como instituciones en Lyon, Niza y Toulouse, también estaban bloqueadas.