Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca, celebra hoy elecciones autonómicas en las que dos fuerzas independentistas moderadas de izquierda aparecen como favoritas tras una campaña en la que la independencia ha ocupado un lugar central.
Los colegios electorales permanecerán abiertos entre las 09.00 y las 22.00 horas (08.00 y las 21.00 horas) y hasta la madrugada no se conocerá el resultado provisional de unos comicios a los que concurren siete partidos y 40.000 electores elegirán a 31 diputados.
Los únicos aspirantes reales a liderar un ejecutivo, según las encuestas, son las dos fuerzas que han gobernado desde la entrada en vigor de la autonomía en 1979: el socialista Inuit Ataqatigiit (IA), en el poder entre 2009 y 2013; y el socialdemócrata Siumut, tradicional dominador de la política groenlandesa.
El IA aparece con una ligera ventaja frente al Siumut del presidente Kim Kielsen, mientras que está por ver en cuántos escaños se traduce el apoyo a las fuerzas que piden la independencia a corto plazo: el Partii Naleraq y el Nunatta Qitornai, formación creada hace meses por el "exministro" de Exteriores Vittus Qujaukitsoq.
En las filas de este último partido figura la expresidenta Aleqa Hammond, que gobernó cuando militaba en el Siumut (2013-2014), pero que tuvo que dimitir por un escándalo de corrupción.
Los dos principales partidos apoyan la independencia, como la mayoría de la población, pero insisten en la necesidad de resolver primero los retos de un país de 2 millones de kilómetros cuadrados -tres cuartas partes cubiertas de hielo- y 56.000 habitantes que obtiene un tercio de sus ingresos de la ayuda anual de Copenhague.
El IA y el Siumut podrían reeditar la coalición que ha gobernado el último año y medio, según los analistas.
La aprobación en 2008, con un apoyo popular del 75 %, de un nuevo Estatuto de Autonomía que incluye el derecho de autodeterminación hizo que se disparara el sueño de una independencia a corto plazo basada en los hipotéticos ingresos de la minería y del petróleo.
Pero el estallido de la crisis económica y la caída de los precios de las materias primas paralizaron los principales proyectos, y un esperado informe de expertos groenlandeses y daneses rebajó aún más el optimismo al considerar que la independencia no era viable a medio plazo.