Un inicio de año con importantes definiciones es lo que espera al Grupo de Lima -el bloque conformado en 2017 por Chile y otros 13 países, con el fin de buscar una salida pacífica a la crisis de Venezuela- que se reunirá hoy en Lima. Una cita que se realiza a solo seis días de que Nicolás Maduro asuma un nuevo mandato de seis años tras las elecciones del 20 de mayo pasado, que el bloque desconoce.
En ese escenario, los cancilleres del Grupo intentarán acordar una posición común para restablecer el orden democrático en Caracas, una tarea que ahora parece mucho más compleja, considerando los últimos cambios de gobierno en países clave de la región.
"No diría que habrá una posición radical a favor (de Venezuela), pero sí infinitamente más moderada, como la de México y otra absolutamente radical, como la de Brasil", dijo a La Tercera el director de Datanálisis y analista venezolano, Luis Vicente León.
Con la llegada de Presidentes como Jair Bolsonaro, la posición de Brasil respecto de Venezuela podría radicalizarse. De hecho, el nuevo mandatario ultraderechista no invitó a su cambio de mando ni a sus pares de Venezuela, Cuba y Nicaragua, una potente señal a juicio de los analistas.
"En respeto al pueblo venezolano, no invitamos a Nicolás Maduro a la posesión de Bolsonaro", escribió en Twitter el canciller brasileño, Ernesto Araújo y más adelante agregó: "no hay lugar para Maduro en una celebración de la democracia y del triunfo de la voluntad popular brasileña. Todos los países del mundo deben dejar de apoyarlo y unirse para liberar a Venezuela".
Sin embargo, los nuevos lineamientos políticos en Brasil van en una línea opuesta a la de otras potencias regionales, como México. El izquierdista Andrés Manuel López Obrador sí invitó a Maduro y a sus pares de Nicaragua y Cuba a su toma de posición y además ha dicho que no pretende interferir en los asuntos internos de Venezuela.
En ese sentido, la participación de Maduro en la ceremonia mexicana rompió con gran parte de los esfuerzos regionales para provocar un aislamiento diplomático sobre Caracas, con el fin de lograr una salida negociada producto de la severa crisis política y económica que afecta al país.
De todos modos, ni las presiones de los parlamentarios mexicanos impidieron un cambio en la orientación de la política exterior de México respecto de Venezuela. Tanto así que el mismo Maduro recibió abucheos y gritos de "dictador" en el acto. Más tarde el Presidente venezolano publicó fotografías junto a AMLO. "La posición de México va a ser muy a lo Poncio Pilato: no va a firmar nada, pero tampoco va a impedir que se hagan documentos de rechazo sobre la ilegitimidad del gobierno venezolano", señaló León.
En una columna publicada por el diario español El País, el periodista argentino Carlos Pagni afirmó que el nuevo jefe de Estado mexicano "adelantó a varios interlocutores, a través de su canciller, Marcelo Ebrard, que atenuará su protagonismo en el Grupo de Lima". El analista transandino también destacó los "viejos lazos entre funcionarios de México y el chavismo".
Además de la llamada a consulta de todos los embajadores en Venezuela por parte de los integrantes del Grupo de Lima, Maduro también fue marginado por Perú de la Cumbre de las Américas, de abril pasado.
Una posición similar a la peruana ha sostenido Iván Duque en Colombia, que ha amenazado con cerrar su embajada en Caracas. Sin embargo, las advertencias podrían tener poco peso, considerando los vínculos entre ambas naciones vecinas.
En tanto, otros países como Chile, Argentina y también Perú, han insistido en su rechazo a la continuidad de Maduro, a quien culpan por el deterioro de la situación económica venezolana. Aún así, hasta ahora, las acciones del Grupo de Lima no han llegado a sanciones concretas ni contundentes.