“No participaremos en la gran manipulación, no haremos ningún sondeo político antes de la presidencial, y evitaremos perder el tiempo comentando los sondeos de los demás”. Con esa frase, el redactor en jefe de Ouest-France, François-Xavier Lefranc, abrió el debate en Francia respecto de la utilidad de los sondeos de opinión. En esta temporada de precampaña presidencial, la industria encuestadora se ha visto cuestionada, tanto por su influencia en la opinión pública como por la mala calidad que muchos de los sondeos muestran.

Junto con el medio Ouest-France, Mediapart y Libération también decidieron dejar de publicar los resultados de los sondeos de intención de voto, aunque el último medio aclaró que seguiría difundiendo el resultado de encuestas de opinión.

La líder de extrema derecha Marine Le Pen abandonando una cabina de votación en las regionales de junio. Foto: AFP

Fue el 23 de octubre que el redactor en jefe de Ouest-France publicó un tuit, anunciando su negativa a darles espacio a los sondeos en su medio. “Nos dedicaremos al reportaje, a la investigación, y nos enfocaremos más en quienes tienen cosas que decir”.

En una editorial publicada por el medio esa semana, Lefranc se preguntaba: “¿Por qué consultar a los ciudadanos si es tan fácil sencillamente esperar por las encuestas? ¿Por qué romperse la cabeza intentando construir un programa político, cuando por unos pocos miles de euros los sondeos te dicen aquello que espera la gente? ¿Para qué gastarse en debatir con los militantes políticos para designar un candidato, ahora que se encargan de eso las encuestas?”.

Con esas preguntas retóricas, Lefranc ciertamente se refería al “fenómeno Eric Zemmour”, el presentador de televisión de ultraderecha al que, aun no habiendo anunciado su candidatura, la mayoría de las encuestas ponen como serio oponente de Emmanuel Macron y Marine Le Pen en las elecciones del 23 de abril de 2022.

Lefranc defendía así su decisión de silenciar las encuestas: “El tiempo gastado en comentar los sondeos desvía a las personalidades políticas y a los medios de lo esencial: el encuentro con los ciudadanos, el intercambio profundo, el debate de ideas y la escucha de lo que viven las personas en su día a día, sus inquietudes y sus esperanzas”.

“La obsesión por la encuesta”, argumentó el periodista, “impide que todos escuchen la diversidad del país, sus habitantes, sus territorios. Nos adormece con ilusiones y nos ciega”.

Imagen del presentador de ultraderecha Eric Zemmour, posible candidato a la presidencial francesa, en un cartel en Mesnil-Saint-Pere. Foto: Reuters

A las semanas, el periódico vespertino Le Monde, uno de los más leídos del país, publicó un reportaje llamado “En la opaca fábrica de las encuestas”. En él, el periodista Luc Bronner aseguraba haber dedicado seis semanas respondiendo más de 200 encuestas de opinión, lideradas por los institutos de investigación más prestigiosos de Francia, y respecto de los más variados temas: “El empaque de los chocolates Lindt, los eslóganes de Orange Bank, la calidad de los actores Robert Pattinson o Benedict Cumberbatch, los mejores ketchups”, y entre todo eso, los candidatos a la elección presidencial.

“Se creaban paneles de consumidores, reclutados en línea sin ningún verdadero control ni regulación, con el costo de una remuneración módica, para dar sus opiniones sobre todos los temas imaginables”, relató Bronner en su reportaje. Al respecto de estas consultas, que son cada vez menos costosas en el competitivo mundo de los sondeos, el periodista asegura que quienes participaban en ellas “podrían responder honestamente, pero también podrían ir haciendo clic rápido, inventando sus respuestas y llenando los cuestionarios a la espera de ganar puntos, que luego se convierten en productos para comprar en sitios comerciales”.

Así, sin ninguna forma de verificación por parte de los encuestadores, solo con un mail, nombre y dirección, Brunner tuvo cuatro seudónimos de distintas edades: uno que vivía en París, otro en Bretaña, otro en el sur de Francia y en el Grand-Est. Según Le Monde, de los 69 sondeos presidenciales que se han hecho en miras a los comicios de 2022, todos fueron hechos con esta modalidad virtual.

Por otra parte, hasta el momento Le Monde es uno de los pocos diarios franceses que indica claramente, en sus gráficos, el margen de error de las encuestas que publica. En el vespertino aún no publican su decisión respecto de si van o no a difundir sondeos en el futuro, pero ya han dicho que tomarán una postura clara en los próximos días.

El Presidente francés Emmanuel Macron votando en Le Touquet, en la segunda vuelta de las regionales de junio. Foto: Reuters

Siguiendo le decisión de Ouest-France, el diario Libération ya no pide sondeos de intención de voto, pero tampoco se restringe a citarlos. “Lo que sí hacemos es mencionar encuestas en nuestros reportajes, por ejemplo, para ilustrar o apoyar una realidad ya constatada sobre el terreno, o para explicar una estrategia política en miras a la campaña electoral”, detalló el jefe del departamento político de “Libé”, Lilian Alemagna.

Por su parte, Mediapart se negó tanto a pedir como a comentar sondeos. Su director adjunto, Stéphane Alliès, reconoce la dificultad al respecto: “No podemos prohibirles a nuestros periodistas que miren las encuestas. No se trata de negarlas, pero tampoco podemos usarlas para negar las realidades del terreno”, explicó.

Un medio que había dado este paso en 2017, Le Parisien, se retractó en miras a las presidenciales de 2022. “Hay que reconocer que estos sondeos se vuelven cada vez más hechos políticos por sí mismos, cuya influencia sobe la dinámica de campaña de los candidatos es muy fuerte. Nos esforzaremos en lograr que estos sondeos estén presentes, sin ser por eso omnipresentes”, señaló una editorial del medio este mes.

En tanto, los canales de televisión y emisoras de radio galas se muestran divididos al respecto. Están los que seguirán difundiendo las encuestas, como la cadena de televisión BFMTV, y los que acompañan a Ouest-France, como la cadena de radio France Inter. En France Info, por otro lado, reciben cada mes un candidato a la elección y lo confrontan a lo que dicen los sondeos sobre él.

Macron saluda a la alcaldesa de París y candidata presidencial socialista, Anne Hidalgo, en una ceremonia por el aniversario 103 del Armisticio de 1918. Foto: AFP

La discusión por los sondeos no es nueva en Francia, país que vivió un “frenesí encuestador” en los años 80, cuando se fundaron los institutos Ipsos y BVA. El aclamado sociólogo Pierre Bourdieu ya se refería a esta polémica en 1986, diciendo que “existe un abuso de esta ciencia, y desearía mucho que las instituciones efectuasen controles eficaces y que, en todo caso, la sospecha para con ellas se generalice”.

Desconfianza que ya compartía en 1980 el entonces candidato presidencial François Miterrand, que un año antes de ser elegido declaró: “Cada dos meses, y casi todas las semanas, se organiza el mismo combate y se produce el mismo resultado. Así que bueno, me veo en la obligación de confesarlo, que sí, es cierto, por la ocasión número 72, he sido derrotado por el señor (Valéry) Giscard d’Estaing”. Con ironía, el socialista continuaba: “Se ve difícil abordar el combate 73, estoy completamente consciente. El manejo de la opinión pública, eso, no es nada”.