Hasta hace un mes era el ganador casi seguro de las elecciones, pero en el balotaje de este domingo Gustavo Petro veía su tercera campaña presidencial particularmente complicada: su desafío era unir a los sectores más progresistas de Colombia ante el ascenso de su rival, el populista Rodolfo Hernández. Finalmente, lo logró. El exalcalde y exguerrillero, tras su triunfo en las urnas, se convertirá en el primer izquierdista en llegar al sillón del Palacio de Nariño.

Conocido por sus apasionados discursos en el Congreso contra la corrupción y los grupos paramilitares, Petro -economista de profesión- recordó que se sintió conmovido por el asesinato de Salvador Allende y desde entonces se comprometió a luchar contra la desigualdad, la exclusión y la pobreza.

“En Colombia nunca ha existido una experiencia de gobierno progresista. Todos los intentos de un siglo para acá fueron condenados a la violencia, incluso al asesinato de los mismos dirigentes que se proponían un cambio”, dijo Petro en una entrevista con Reuters al explicar la razones por las que genera temor en un sector de la población y de los empresarios.

Entre los objetivos de Petro, de 62 años, está la profundización de la democracia y estructurar la economía alrededor de la producción y no la extracción: “No es posible una América Latina -llámela usted de izquierda o de derecha- que viva de sacar gas, petróleo o cobre. La única posibilidad de un desarrollo sostenible en América Latina es el conocimiento, es la producción”, señaló a CNN en 2021.

Luego de tres campañas presidenciales, Petro y su equipo han afinado un amplio programa de propuestas, titulado “Colombia: potencia mundial de la vida”. En esa dirección, parte de sus medidas en ecología y cambio climático tienen que ver con el impulso a la agroecología, el agua como derecho fundamental y una difícil polémica en contra del petróleo, que pretende reemplazar por otras fuentes.

Gustavo Petro y su compañera de fórmula, Francia Márquez, en el evento en que celebraron la victoria en primera vuelta de las elecciones presidenciales, en mayo. Foto: Reuters

En el ámbito económico, el izquierdista Pacto Histórico de Petro propone una reforma tributaria que permita recaudar un 5% más del PIB, y en el programa resalta la idea de que el Estado juegue un rol central en la creación de empleo. “El Estado actuará como empleador de última instancia, ofreciendo empleo a quienes puedan y quieran trabajar, pero no encuentran empleo en el sector privado”, señala su programa.

También propone la “desmilitarización de la vida social”, y con eso, la eliminación del servicio militar obligatorio (que busca transformar en servicio social), junto con una profunda reforma a las Fuerzas Armadas (durante la campaña propuso reducir el presupuesto militar, que actualmente es el 3,4% del PIB). En ese sentido, plantea el desmantelamiento del polémico Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), objetivo de las críticas tanto fuera como dentro del país por su papel en la represión de las protestas de 2019 y 2020.

Respecto a los acuerdos de paz, Petro señaló que se reconocerán los protocolos que el gobierno de Juan Manuel Santos firmó con los Estados garantes del Acuerdo de Paz, y que empezaría “el proceso de paz integral con todos los actores de la violencia”.

Criado en Bogotá y Zipaquirá, su carrera política quedó para siempre ligada a la capital colombiana y el departamento de Cundinamarca. En 1977 ingresó al grupo armado M-19, en el que militó hasta su disolución en 1990. La guerrilla asaltó en 1985 el Palacio de Justicia en el centro de Bogotá, en un ataque que dejó casi un centenar de muertos. El pasado violento del grupo rebelde es un fantasma con el que carga a cuestas y es usado por sus opositores para atacarlo. Fue arrestado en 1985 por el Ejército en posesión de armas, estuvo en una cárcel 16 meses y denunció torturas de los militares.

Partiendo como concejal en Zipaquirá, Petro llegó al Senado en 2006 (cargo que ocupó hasta 2010), para luego ser alcalde de Bogotá (2012-2015). Luego de perder el balotaje presidencial contra Iván Duque en las elecciones de 2018, obtuvo el curul de la Cámara Alta que la Constitución colombiana reserva al segundo más votado en los comicios, como “líder de la oposición”.

Gustavo Petro en un evento durante su campaña hacia el balotaje, en Bogotá. Foto: Reuters

Petro llegó a las elecciones presidenciales de 2022 respaldado por el Pacto Histórico, una formación de más de 10 partidos de izquierda, que para 2017 se agruparon en la “Lista de la Decencia”, que llevó en ese entonces al exalcalde al balotaje un año después.

El izquierdista promete que la cuarta economía de América Latina será inclusiva, con un sistema de banca pública que garantice crédito a bajo costo a pequeños y medianos empresarios, además de un sistema gratuito y universal de acceso a la educación terciaria.

En esa tarea lo acompañará una de las protagonistas de esta campaña, su candidata a vicepresidenta, Francia Márquez: conocida activista medioambiental, consiguió 783 mil votos en la primaria de la coalición, llegando a superar en votos al ganador de las primarias del centro. Su oposición a la minería del oro en el municipio de Suárez le valió el Premio Medioambiental Goldman 2018, además de amenazas de muerte.

A sus 40 años, afrodescendiente y originaria del departamento del Cauca, Márquez dirigió su campaña desde Medellín, y una de sus propuestas más fuertes es la creación de un Ministerio de la Igualdad. “El Ministerio de la Igualdad es un ministerio para las mujeres, las diversidades sexuales y de género, los pueblos excluidos históricamente y la juventud colombiana. Desde ahí estaremos haciendo las transformaciones que requiere este país”, señaló la compañera de fórmula de Petro.

Y aunque por primera vez en la historia la izquierda ganó alrededor de 50 de los 295 curules en el Senado y en la Cámara de Representantes, le sería difícil impulsar reformas a través del Congreso, aunque Petro dice que buscará alianzas con el centro, la izquierda y movimientos minoritarios.