Tal como lo vaticinaban las encuestas, el candidato de la coalición de izquierda Pacto Histórico, Gustavo Petro, se impuso este domingo en las elecciones presidenciales de Colombia, con 40,32% de los votos según el preconteo electoral. Sin embargo, no le alcanzó para evitar ir a una segunda vuelta el 19 de junio, ocasión en la que se enfrentará a quien fue la sorpresa de la jornada, el empresario Rodolfo Hernández del movimiento Liga de Gobernantes Anticorrupción, que consiguió un 28,15%.

Por su parte, el candidato de la derecha, Federico “Fico” Gutiérrez, logró 23,87% de las preferencias, lo que implicó un duro golpe al establishment. Su derrota puede considerarse un castigo al gobierno de Iván Duque, debido a que dado su respaldo a la campaña de Gutiérrez era visto como la opción del continuismo en el país.

Los resultados subrayaron el profundo descontento de los colombianos con el gobierno de Duque. Cerca del 67% desaprueba el trabajo que está haciendo como mandatario, según una encuesta reciente de Invamer. Para los analistas, los resultados demostraron que prevaleció el deseo del cambio, ya que ambos candidatos no pertenecen a las fuerzas políticas tradicionales que han gobernado el país en las últimas décadas.

El candidato presidencial de izquierda, Gustavo Petro, de la coalición Pacto Histórico, muestra su papeleta mientras emite su voto durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Bogotá, Colombia, el 29 de mayo de 2022. Foto: Reuters

En ese sentido, tras conocer los resultados, Petro aseguró que “hoy podemos decir que el proyecto político del Presidente Duque y sus aliados ha sido derrotado en Colombia. Creo que la votación total de Colombia lo que lanza es ese mensaje central al mundo: se acaba un periodo, se acaba una era. Estamos a un millón de votos de ganar”.

Por otro lado, el empresario Rodolfo Hernández dio un golpe sorpresivo en esta jornada. Tras una campaña atípica, en la que durante casi dos meses estuvo prácticamente desaparecido del escenario electoral, el exalcalde de la capital de Santander reapareció a cinco semanas de los comicios y tuvo un crecimiento vertiginoso en las encuestas.

Disruptivo, deslenguado, difícil de encajar en una orilla política, su bandera es la lucha contra la corrupción y la austeridad en el Estado, con propuestas polémicas, tildadas de populistas, como convertir el palacio presidencial en un museo y dar recompensas económicas por los avisos sobre funcionarios corruptos.

El contendor de Petro evitaba los debates y, en su lugar, hablaba directamente a sus votantes a través de redes sociales donde era conocido como “el viejito de Tik Tok”. A través de esas plataformas hizo propuestas como construir viviendas a bajo costo para todos los colombianos, o una ciudadela en medio del campo para los presos.

“Hoy ganó el país que no quiere seguir un día más con los mismos y las mismas que nos han llevado a la situación dolorosa en la que hoy estamos. Hoy ganó una voluntad ciudadana firme para acabar con la corrupción como sistema de gobierno. Hoy perdió el país de la politiquería y corrupción”, dijo tras conocer los resultados.

“Soy consciente de la necesidad de unir al país en un cambio. Y soy consciente de las dificultades que habrá cuando sea presidente”, añadió el abanderado.

Rodolfo Hernández, candidato presidencial de la Liga de Gobernadores Anticorrupción, emite su voto durante las elecciones presidenciales en Bucaramanga, Colombia, el domingo 29 de mayo de 2022. Foto: AP

Según las encuestas, Hernández sería un fuerte contendor de Petro, con posibilidades de vencerlo en una eventual segunda vuelta. Una encuesta reciente de Invamer mostró una segunda ronda reñida, con el candidato del Centro Histórico obteniendo el 50%, mientras que Hernández obtuvo un cercano 47,4% de intención de voto. Menos del 10% de los encuestados dijo que tenía una opinión negativa de Hernández, en comparación con el 37% de Petro.

“Es por eso que Rodolfo es mucho, mucho más competitivo en una segunda ronda contra Petro”, dijo a The Wall Street Journal, el director de la firma de encuestas Cifras y Conceptos, sobre Hernández, exalcalde de la ciudad mediana de Bucaramanga.

En este sentido, tras conocerse los resultados, Federico Gutiérrez le dio su apoyo a Hernández. Aseguró que tanto él como su fórmula vicepresidencial, Rodrigo Lara, le entregarían su voto en junio. “Al saber que nuestra posición es determinante para el país, yo no he hablado con Rodolfo ni necesito hacerlo, nosotros no queremos perder el país ni perder el futuro de Colombia. Por eso Rodrigo y yo votaremos por Rodolfo el próximo 19 de junio. Nosotros no somos ni seremos indiferentes y queremos lo mejor para los colombianos”, añadió.

Crisis del uribismo

La derrota de Gutiérrez significó una suerte de remezón en la política colombiana, al punto que la prensa de ese país lo denominó “la debacle del uribismo”.

Es que, por primera vez en décadas, el expresidente Álvaro Uribe no llega con un candidato de su partido a la presidencia. Así, Uribe fue el gran desaparecido de estas elecciones, en cuanto al escenario público. Los analistas han señalado que sus problemas con la justicia han terminado dañando su popularidad, lo que se suma a la ya criticada gestión de su ahijado político, Iván Duque, lo que finalmente se tradujo en muy mala posición política de su partido, Centro Democrático.

Según explica el diario El País, los votantes se han ido alejando de los candidatos herederos directos del establishment político colombiano, “tradicionalmente identificado con los partidos Liberal y Conservador (que dominaron el panorama desde la independencia hasta el final del siglo XX), y después articulado en torno a las figuras de los expresidentes Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe”.

Así, los expertos señalaron que la ciudadanía había dado un mensaje a los políticos de que querían un cambio, ya que habían votado en contra de la estructura política del país. “Colombia ha votado por un cambio, pero no ha consensuado cuál será. De eso irá la carrera hasta la segunda vuelta. Con la derecha tradicional desplazada, la decisión se vuelve una entre populismos entendidos en su definición más esencial: la de plataformas que se ven a sí mismas como representantes e intérpretes de la voluntad de un pueblo unitario contra una élite corrupta”, escribió el analista Jorge Galindo en el diario El País.

La elección se dio en medio de una profunda polarización por el descontento social derivado de la inequidad y la pobreza, además de demandas para reducir la inseguridad en las ciudades y la violencia en las zonas rurales, donde operan grupos armados ilegales dedicados al narcotráfico.

Una eventual victoria de Petro podría introducir una nueva era política en un país que siempre ha estado gobernado por conservadores o moderados, y que marginaba a la izquierda debido a la asociación percibida con el conflicto armado del país. Petro formó parte del ya desaparecido movimiento rebelde M-19 y obtuvo una amnistía luego de firmar un acuerdo de paz en 1990.

Durante su campaña prometió ajustes significativos en la economía, como una reforma fiscal, además de cambios en la lucha de Colombia contra los cárteles del narcotráfico y otros grupos armados.

Con una victoria de Petro en el balotaje Colombia se sumaría a países de la región que eligieron recientemente a políticos de izquierda, como Pedro Castillo, en Perú; Gabriel Boric, en Chile, y Xiomara Castro, en Honduras. Desde Brasil, el ahora candidato Luiz Inácio Lula da Silva ha manifestado su apoyo público a Petro, asegurando que si ambos llegan a la presidencia se unirían para “construir una América del Sur fuerte”.

Una de las interrogantes era la postura que iba a adoptar el centro de cara a la segunda vuelta en junio.

“Ciertamente, ninguno de los dos candidatos podrá ganar sin acercarse al centro (que en Colombia es ideológicamente más bien de centro-izquierda según los datos, por cierto, pese a lo que muchos digan o piensen) ni hacer alianzas con el establishment. Pero la diferencia crucial con respecto a candidatos anteriores es que ambos han construido su carrera desde sus respectivos márgenes del sistema político, y si en algún momento se ven obligados a escoger entre sus nuevas alianzas necesarias y su vieja base, no sería extraño que se mantuvieran fieles a sus esencias”, escribió Galindo.