El Carnicero de Kampala, el Hitler africano, Big Daddy, el Presidente caníbal. Esos son algunos de los rótulos que el dictador Idi Amin Dada cosechó durante los ocho años que gobernó con mano de hierro a Uganda, entre 1971 y 1979. Expulsado del poder ese último año por tropas de Tanzania, Amin murió el 16 de agosto de 2003 en un hospital de la ciudad saudita de Jeddah, luego de décadas de exilio anónimo (primero en Libia y luego en Arabia Saudita) que contrastan con el estilo extravagante que caracterizó a su sanguinario régimen. A 15 años de su deceso, uno de sus hijos, Jaffar Remo Amin, recuerda en esta entrevista con La Tercera la controvertida figura de su padre y el impacto que aún sigue generando en el país africano.
Jaffar nació en 1966, el mismo año en que el autoproclamado Presidente de Uganda, Milton Obote, promovió a Idi Amin al cargo de jefe del Estado Mayor del Ejército. Pese al agitado ambiente que reinaba entonces en el país, Jaffar recuerda con nostalgia sus primeros años de vida junto a su padre, un hombre de más de 100 kilos de peso, 1,96 metros de estatura, campeón de boxeo en la categoría de pesos pesados desde 1951 hasta 1960, padre de 43 hijos y a quien se adjudican al menos cinco esposas reconocidas. "Mis memorias son toda una gama de recuerdos agridulces, su cuidado amoroso, su atención a toda esa inmensa cantidad de niños. Él nos enseñaba a nadar, nos paseaba en yate por su isla privada llamada Paradise Beach Island, nos animaba a jugar basquetbol por un par de zapatillas Converse Chuck Taylor All Stars, nos llevaba en tours de compras a Londres, Dubai, Jeddah, Kuwait City, a paseos para conocer la vida salvaje en el Lodge Pakuba Safari, a vuelos en helicóptero para ir a la escuela Preparatoria Kabale. Sobre todo recuerdo el alboroto cuando hordas de bandas de afro-jazz congoleñas venían a tocar para él enviadas por su amigo Mobutu, así como mi visita a Angola en 1975 cuando se independizaron, o el año 1976, cuando el gran Pelé se encontró con mi padre en Uganda", detalla.
Nacido en 1928, en la localidad de Koboko, Idi Amin se alistó en el Ejército en 1946 "para escapar del hambre", según él mismo aseguró. Fue allí donde habría adquirido su famoso apodo Dada, cuando un oficial lo encontró con dos mujeres en su habitación del cuartel. Como el reglamento sólo permitía tener una esposa, Amin aseguró que una de ellas era su esposa y otra su hermana mayor, o "dada", en swahili. Otras versiones indican que se añadió el nombre "dada", que significa "gran padre" o "abuelo", para subrayar sus intenciones protectoras con respecto a su pueblo.
Idi Amin pronto llegó a ser general, y el terror de muchos otros. Pero a fines de 1970 una investigación por acusaciones de corrupción lo puso en alerta. Temiendo ir a prisión, en enero de 1971 encabezó un golpe de Estado contra Obote, tras el cual se autodeclaró Presidente de Uganda y jefe de las FF.AA. Como si eso fuera poco, más tarde se autonombraría "Presidente vitalicio".
"Operación Entebbe"
Una vez en el poder una de las primeras medidas del "gran papá" fue ordenar ejecuciones masivas de tropas que creía fieles a Obote. Luego, mientras instauraba un régimen militar, lanzó una campaña contra tribus rivales -en la que fueron asesinadas entre 80.00 y 300.000 personas- y expulsó del país a 80.000 indios, bengalíes y paquistaníes, a quienes les expropió sus propiedades para entregarlas a los ugandeses.
A la par de su sanguinaria reacción con sus detractores, la política exterior de Idi Amin fue igual de drástica. Junto con declararse enemigo de Reino Unido y EE.UU., rompió relaciones con Israel y se acercó a Libia y a los palestinos. Su relación con estos últimos fue tan cercana que Yasser Arafat fue padrino de su quinta y última boda, en 1975.
Pero al año siguiente, el nombre de Amin se convirtió en sinónimo de horror. En 1976 el dictador ugandés recibió y apoyó abiertamente a un grupo de terroristas palestinos y alemanes que llegó al aeropuerto de Entebbe, en un avión secuestrado de Air France con 248 pasajeros y 12 tripulantes a bordo. Poco después del aterrizaje todos los pasajeros no judíos fueron liberados. Esto motivó el envío, una semana después, de 100 comandos de élite israelíes para la misión rescate, en la llamada Operación Entebbe. De los 106 rehenes restantes, 102 fueron rescatados y tres fueron asesinados.
La rehén faltante, Dora Bloch, se enfermó en el avión y fue llevada a un hospital en Kampala antes del rescate. Sin embargo, desapareció de ese lugar. Más tarde su cadáver apareció consumido por el fuego en un campo cercano a Kampala. Idi Amin habría dado la orden de asesinarla.
Pese a las duras acusaciones contra su padre, Jaffar lo defiende. "Las víctimas aborrecen al hombre, pero sorprendentemente una gran parte de los 40 millones de ugandeses de hoy ven como un héroe a Idi Amin. A menudo dicen que él nos abrió los ojos cuando expulsó a los 80.000 asiáticos en 1972, y los compensó debidamente con un millón de dólares estadounidenses en 1976, lo cual fue supervisado por Naciones Unidas, lo que abrió la oportunidad a los indígenas ugandeses al comercio y la industria, el corazón del desarrollo de un país", dijo a La Tercera.
Jaffar también se refiere a uno de los capítulos más controvertidos de la biografía de Idi Amin: su supuesto canibalismo. El exministro de Salud de Uganda, Henry Kyemba, afirmaba que el dictador era caníbal, ya que en muchas oportunidades le escuchó decir que la carne humana tenía un "gusto salado". "Desafortunadamente los rumores fueron liderados por el propio cuñado de mi padre, Joshua Wanume Kibedi, en 1974. El entonces Ministro de RR.EE. de Uganda había huido a Reino Unido cuando convenció a su hermana, la primera dama Sarah Mutesi Kibedi, de que huyera al exilio y se uniera a él en Inglaterra. Luego consiguió que ella firmara una declaración jurada diciendo que Idi Amin (su esposo) había sacrificado y comido a su hijo, Moses, nacido en 1969 en un ritual para mantenerse en el poder. Mi padre estaba tan conmocionado que recogió a Moses y sus hermanas y los envió a visitar a los abuelos maternos para probar que el niño aún estaba vivo", comentó Jaffar. "Se lo dejamos a Alá", agregó, en alusión a los medios que aún insisten que su padre era caníbal.
De cara al aniversario de la muerte de su padre, Jaffar dice que abrirán una mezquita en Koboko, en el mismo lugar donde está enterrado su abuelo, Andrea Amin, "lo que para mí marcará los 15 años de luto", dijo. "Iré a la mezquita y pasaré todo el día entre su pueblo, los Kakwa, del distrito de Koboko", concluyó.