Hasta comienzos de septiembre, y pese a estar en la cárcel, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva registraba un 39% de intención de voto. Eso, hasta que la justicia electoral decidió inhabilitar su candidatura. Quizá por eso en el Partido de los Trabajadores (PT) dolió tanto el resultado obtenido por Fernando Haddad: 10 puntos porcentuales menos de lo que marcaba su mentor hace solo un mes. En la cúpula de la colectividad de izquierda se reconocía que la contundente derrota a manos del ultraderechista Jair Bolsonaro, que obtuvo 17,9 millones de votos más en las elecciones presidenciales del domingo, llegando al 46% de apoyo no podía llamarse de otra forma: "Una masacre".

El tema de conversación hoy en cafés y restoranes en Sao Paulo era uno solo: ¿Haddad será capaz de revertir lo que parece casi una segura victoria de Bolsonaro el 28 de octubre, la fecha programada para la segunda vuelta?

Nadie discute el protagonismo que el PT ha tenido en las elecciones presidenciales. Desde 1989, siempre se las ha arreglado para estar en la disputa por el sillón del Palacio de Planalto. De los siete comicios realizados hasta 2014, ganó cuatro y en tres quedó en segundo lugar. Pero esa performance choca de frente con una verdad estadística: desde 1989 Brasil nunca tuvo un cambio de tendencia en un balotaje presidencial, recordó el diario Folha de Sao Paulo.

Pese a que hoy el mercado festejó el triunfo en primera vuelta de Bolsonaro con una nueva alza de la bolsa y una caída del valor del dólar, Haddad se lanzó desde temprano a la titánica tarea de intentar revertir los resultados. Tras visitar a Lula en la cárcel de Curitiba para discutir la estrategia a seguir, el exalcalde de Sao Paulo reiteró la idea ya lanzada el domingo de conversar con "las fuerzas democráticas" del país en busca de alianzas para enfrentar al candidato del Partido Social Liberal (PSL).

Haciendo un gesto a los eventuales miembros de ese conglomerado, el petista aseguró que "nunca dejó de respetar" a rivales como Marina Silva (Rede), Geraldo Alckmin (PSDB), Ciro Gomes (PDT) y Henrique Meirelles (MDB). Y agregó que ya citó a Gomes y Guilherme Boulos (candidato del PSOL), además de iniciar contactos con algunos gobernadores del PSB.

Pero la amenaza de una eventual llegada de Bolsonaro a Planalto no ha significado que los candidatos citados por Haddad le entreguen un apoyo automático. El más importante de ellos, Gomes, quien obtuvo el tercer lugar con un 12,47%, quiere que el PDT declare un "apoyo crítico" al petista "sin participar en el gobierno", según afirmó el titular de su partido, Carlos Luppi. "Vamos a cobrar algunos compromisos del PT", agregó.

El antipetismo

Mientras Alckmin ha dicho que hoy va a analizar el tema durante un encuentro con el PSDB, Marina no ha declarado su apoyo a Haddad. Es más, asumió que hará "oposición" tras su descalabro en las elecciones, donde obtuvo un 1%.

Aunque Haddad llegara a conformar esta alianza de centroizquierda, los analistas brasileños creen que eso no le bastará. El petista tendría que heredar todos los votos del PDT, Rede y PSDB. Según los cientistas políticos, el camino sería atacar las políticas liberales del candidato del PSL, "pero eso choca con los gestos al mercado", advirtieron.

El otro problema que enfrenta Haddad es el enorme antipetismo que se registró en estas elecciones. El portal G1 de Globo sostiene que el balotaje será "una especie de plebiscito: el candidato del PT y el candidato anti-PT". Por ello, algunos aliados de Haddad lo están presionando para que abandone la agenda "Lula Libre".

Para Lilia Schwarcz historiadora y antropóloga brasileña, un eventual triunfo de Haddad en segunda vuelta "parece muy difícil, pero no imposible". "Todo va a depender de que haga una autocrítica en nombre del partido, muestre que no es un muñeco de Lula y sea capaz de hacer una coalición de sectores democráticos. El antipetismo es muy fuerte y Haddad heredó mucho rechazo, pero todo dependerá de la capacidad de articulación que muestre", dijo la académica de la U. de Sao Paulo a La Tercera.

"Jair Paz y Amor"

Pero Bolsonaro tiene claro que esa es una de sus principales armas. Por ello va a reforzar su discurso anti-PT, vinculando a Haddad a escándalos de corrupción de su partido, señaló G1. De hecho, su hijo Flavio dijo hoy que su padre quiere ir a los debates para reafirmarse como anti-PT, aunque su presencia dependerá de la evaluación médica a la que el excapitán de Ejército será sometido hoy o mañana. El primer duelo entre los candidatos está programado para el jueves, en TV Bandeirantes, un día después que se conozca la primera encuesta de Datafolha de segunda vuelta.

Si bien desde su campaña han dicho que el abanderado del PSL intentará "humanizar" su imagen, el propio Bolsonaro dejó en claro que mantendrá su dura retórica. "No puedo convertirme en un pequeño Jair 'Paz y amor' (como el eslogan de Lula). Sería traicionar quien soy", dijo el candidato ultraderechista en una entrevista de radio. "Tengo que seguir siendo la misma persona", concluyó.

Bolsonaro confía en su favoritismo. Según Eurasia Group tiene un 75% de posibilidades de ganar en el balotaje.