El nombre de Alberto Fernández puede sonar algo desconocido a nivel internacional, sin embargo, en Argentina hizo historia. El próximo Presidente argentino, un peronista de 60 años, admirador e íntimo amigo del fallecido Néstor Kirchner (2003-2007), ha transitado un largo camino, aunque recién ocupó su primer cargo más visible como legislador de la Ciudad de Buenos Aires en el año 2000. "Abogado, profesor de Derecho Penal en la UBA (Universidad de Buenos Aires), exlegislador porteño, JGM (jefe de Gabinete de Ministros) de Néstor Kirchner, fundador de Parte (Partido del Trabajo y la Equidad). Amo a Argentinos Jrs. Un país en serio es posible", es la definición que el sucesor de Mauricio Macri tenía hasta hace poco en sus redes sociales.

Alberto Fernández es abogado de la Universidad de Buenos Aires, donde dicta clases de Teoría general del delito y Sistema de la pena. Egresó en 1983 y se vinculó rápidamente al mundo de los servicios financieros y los seguros. Durante el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) fue director de sumarios y subdirector general de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía. Posteriormente, fue superintendente de Seguros de la Nación.

A Néstor Kirchner, su guía político, lo conoció en 1996 cuando éste era gobernador de Santa Cruz. Según Infobae, tras una primera cena con el matrimonio Kirchner, "la química fue inmediata". Por eso, luego se sumó a la "mesa chica" de Kirchner, el think tank Grupo Calafate y se convirtió en una suerte de gestor de la candidatura presidencial de Kirchner.

Un "nestorista"

En el libro Políticamente Incorrecto que Fernández escribió en 2011, un año después de la muerte de Néstor Kirchner, aseguró que el exmandatario era su amigo y jefe político. En 2003 comenzó su labor como jefe de gabinete del gobierno de Néstor Kirchner, cargo que mantuvo durante la Presidencia de Cristina K. Los medios argentinos lo definen como el más "nestorista" de todos los funcionarios que pasaron por los gobiernos de los Kirchner.

Sin embargo, Alberto Fernández se caracteriza por tener un carácter fuerte. De hecho, en 2008 -siete meses después de que Cristina Kirchner asumió el poder- renunció al cargo tras la crisis por las retenciones a las exportaciones agropecuarias que llevó a un paro que duró 129 días. "Renunció a una Presidenta que no admitía renuncias salvó cuando ella las pedía", recuerda el analista político argentino Joaquín Morales Solá.

Desde ahí se convirtió en uno de los más fervientes críticos del cristinismo. Alberto señalaba que Cristina K durante su segundo mandato tuvo una "enorme distorsión" de la realidad, una "negación por momentos absurda". En 2015, en una entrevista señaló que "con Cristina el peronismo solo fue patético".

Alberto luego se mantuvo trabajando con otros representantes del peronismo como Sergio Massa, del Frente Renovador y quien lo reemplazó en el cargo de jefe de gabinete, y con el exministro del Interior y de Transporte, Florencio Randazzo. Pero luego se produjo la reconciliación con Cristina, quien le cedió la candidatura presidencial y optó por postular a la Vicepresidencia.

Una de las tantas características del futuro mandatario es su capacidad de diálogo y de tender puentes con distintos miembros de la política argentina. Es considerado como un estratega, un armador y un conciliador. Pese a los caminos que ha ido tomando en su carrera, ha mantenido la comunicación con todos aquellos con quienes alguna vez trabajó. Por eso, su figura logró unir al peronismo tras años de divisiones internas.