Ross Douthat, columnista de The New York Times, lo llama una "guerra civil católica". Michael Sean Winters, periodista del National Catholic Reporter, en tanto, prefiere llamarlo derechamente como "un golpe en curso". Y el disparo potencialmente más mortífero de esa guerra fue el lanzado por el arzobispo Carlo María Viganò, que en una carta de 11 páginas publicada el 26 de agosto acusó al Papa Francisco de no haber actuado en 2013 contra las denuncias de que el cardenal estadounidense Theodore McCarrick había abusado de menores.
"En el centro de todo esto está la animadversión contra el Papa", aseguró Robert Mickens, editor del diario católico francés La Croix International, en declaraciones a la BBC. Y es que, según la cadena británica, la crítica misiva de Viganò no hizo más que unificar "las dos batallas" que estaría enfrentando hoy el Pontífice. La primera de ellas sería la que enfrenta contra quienes lo acusan de no hacer lo suficiente para enfrentar el abuso sexual de niños en la Iglesia Católica, mientras que la segunda batalla correspondería a la que protagoniza contra críticos conservadores católicos que lo acusan de diluir su fe, con las objeciones a sus movimientos para permitir que los católicos divorciados y casados tomen la comunión como principal flanco de ataque.
Pero ahora estos últimos estarían adoptando, según la BBC, la bandera de la primera batalla, el abuso infantil, como un nuevo frente en su larga ofensiva. Y las reacciones a la carta de Viganò dejaron en claro de qué lado de la trinchera se ubican los líderes de la Iglesia.
Así, el cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago, quien está alineado con Francisco y fue uno de los objetivos de la carta de Viganò, dijo en una entrevista con The New York Times que el Papa es "un hombre de integridad" y que "si comete un error, lo admite". Por el contrario, el cardenal estadounidense Raymond Burke, quien ya se había enfrentado al Pontífice anteriormente, fue el primero en reaccionar a favor de la misiva. "Las declaraciones hechas por un prelado de la autoridad del arzobispo Carlo Maria Viganò deben ser tomadas muy en serio por los responsables en la Iglesia", advirtió.
¿Pero quiénes integran estos bandos en disputa en este verdadero House of Cards del Vaticano? José Manuel Vidal, vaticanista español y director del portal Religión Digital, asegura que en la actualidad existirían "cuatro partidos" en la Curia, varios de ellos detractores del Papa Francisco. Según explica a La Tercera, uno de estos "partidos" sería el de "los diplomáticos", el cual, sostiene, "es el que detenta el auténtico poder en la Curia".
Sin embargo, no todos en este grupo comulgan con el Pontífice. Así, Vidal distingue a la "vieja guardia diplomática", que es contraria a Francisco y que integran, entre otros, los cardenales Angelo Sodano (decano del Colegio Cardenalicio) y Giovanni Battista Re (prefecto emérito de la Congregación para los Obispos). En la vereda opuesta se encuentra la "nueva diplomacia", alineada con Francisco, y que cuenta entre sus miembros a Pietro Parolin (secretario de Estado del Vaticano), Beniamino Stella (prefecto de la Congregación para el Clero) y Giovanni Angelo Becciu (nuevo Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos).
Sobre Sodano, los vaticanistas tienen claro su rol. "Lo cierto es que Sodano fue -y parece que sigue siendo en su retiro, a sus 90 años- un dolor de cabeza para Bergoglio. Porque constituyó una amenaza para su estabilidad en Buenos Aires y ahora tiene que ver con su mal paso en el caso Barros. Porque su defensa del obispo chileno se debió a la 'información equivocada' que le suministró en buena medida el Episcopado que modeló Sodano", escribió en abril Sergio Rubin, columnista de Clarín.
"Sodano continúa siendo bastante activo a pesar de su edad, y se lo ve ampliamente en Roma ejerciendo una importante influencia tras bambalinas a través de una extensa red de amigos y protegidos, especialmente en la Secretaría de Estado", agrega el vaticanista estadounidense John Allen Jr., del portal Crux.
Parolin, en cambio, ha dejado de manifiesto su lealtad con Francisco. En una entrevista con el portal Vatican Insider, reconoció que las acusaciones de Viganò provocaron "gran dolor" en el Vaticano. Sin embargo, comentó, "el Papa es una gran gracia, incluso frente a estas cosas que obviamente crean tanta amargura y también inquietud, pero él tiene la capacidad de tener un acercamiento muy sereno".
Además de los partidarios del Papa como Parolin, hay otro conjunto de cardenales a los que Vidal identifica como miembros del "partido pro Francisco".
Allí sitúa nombres tan potentes como el del alemán Walter Kasper (presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos), el ghanés Peter Turkson (prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral) y el español Luis Francisco Ladaria Ferrer (prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe).
Por último, Vidal identifica otros dos partidos entre los cardenales anti Francisco: los "moderados" y los "radicales". En el primero se ubicarían el alemán Gerhard Ludwig Müller (prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe) y el guineano Robert Sarah (prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos).
Entre los "radicales", en tanto, el liderazgo lo ostentarían el estadounidense Raymond Leo Burke (prefecto Emérito de la Signatura Apostólica) y el alemán Walter Brandmüller (presidente emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas).
En una reunión celebrada en abril, en Roma, Burke y Brandmüller lideraron una auténtica cumbre de críticos con las reformas de Francisco. Con ocasión del segundo aniversario de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, ambos cardenales fueron categóricos: "Al Papa podemos desobedecerle, su autoridad no es mágica, sino que deriva de su obediencia a Dios". En defensa del Pontífice, el purpurado hondureño y coordinador del grupo de cardenales que trabaja en la reforma de la Curia, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, recalcó: "Francisco tiene mucha paciencia, y estos hermanos están perdiendo su tiempo".