Las iglesias cristianas de Austria han reconocido hoy su parte de responsabilidad en los acontecimientos que llevaron a la anexión ("anchsluss") de Austria por el Tercer Reich hace 80 años, e incluso su complicidad con la política nazi.
En una declaración, la presidencia del Consejo Ecuménico de Austria (ÖRKÖ) admite que "algunas iglesias no solo festejaron la anexión, sino que apoyaron también de lleno la política nacionalsocialista, sea el antisemitismo, sea la extinción de vidas consideradas sin valor".
"Hoy (ese pasado) nos parece una traición al Evangelio que nos llena de vergüenza", añade la declaración, emitida con motivo de cumplirse el próximo lunes 80 años del "Anschluss", la anexión de Austria a la Alemania, iniciada en la noche del 11 al 12 de marzo de 1938.
La resistencia al régimen nazi que imperó en los siete años siguientes fue "solo esporádica" en las iglesias, que deben reconocer su "culpa y fracaso por haber sido cómplices o haber mirado hacia otro lado", prosigue la nota, publicada por Kathpress, la agencia de la Iglesia católica en Austria.
Tras recordar que "muchos austríacos fueron culpables", la presidencia del Consejo Ecuménico resalta que "el espíritu maligno que allanó el suelo al régimen nazi también estaba presente en las iglesias cristianas".
Finalmente, afirma que la "lección" aprendida de este "amargo reconocimiento" es que hoy hay que hacer todo lo necesario para "inmunizar a los seres humanos contra los eslóganes de falsos profetas" y hacer de Austria un "hogar para los perseguidos".
Los primeros que sintieron la violencia nazi fueron los ciudadanos judíos, unos 200.000 solo en Viena, pero también se vieron perseguidos los gitanos, los minusválidos y los homosexuales, así como los socialdemócratas, comunistas, sindicalistas y numerosos intelectuales y artistas.
La mayoría de los judíos austríacos lograron emigrar pero unos 65.000 acabaron deportados y asesinados en diferentes campos de exterminio nazis.
Los actos dedicados a la memoria del capítulo más oscuro de la historia de Austria resultan este año especialmente delicados por la reciente subida al poder del ultraderechista Partido Liberal (FPÖ), pues algunos de sus militantes y dirigentes tienen problemas a la hora de distanciarse de forma clara del pasado nazi.
El FPÖ es aliado del democristiano Partido Popular (ÖVP), del canciller federal, Sebastian Kurz, y ambas formaciones conquistaron votos con un mensaje de rechazo a los refugiados y la inmigración.