"Australia está abierta, sigue siendo un lugar maravilloso para venir y traer a tu familia, y disfrutar de tus vacaciones", dijo ayer el primer ministro, Scott Morrison. Sin embargo, el entusiasmo del cuestionado premier choca con la dura realidad que vive el país por los incendios. De hecho, en varios sectores del este las autoridades tuvieron que evacuar a los ciudadanos.
Desde el inicio de la temporada de incendios de 2019, se han quemado cerca de 10 millones de hectáreas, afectando a todos los territorios y estados, excepto uno. A modo de perspectiva, el área quemada en total es casi del tamaño de Inglaterra (13 millones de hectáreas) y supera la de Irlanda (7 millones de hectáreas).
Las llamas que azotan a los bosques australianos desde octubre pasado superaron ya a los incendios de la Amazonia, que en agosto de 2019 conmovieron al mundo cuando 900 mil hectáreas de bosques tropicales fueron consumidas. Los siniestros de California en 2018, por su parte, calcinaron cerca de 800 mil hectáreas.
Aunque se han podido evitar mayores pérdidas humanas -la cifra de muertos asciende a 25- se estima que la cantidad de animales que han muerto desde que empezaron los incendios superaría los 1.000 millones. Esta cifra incluye a mamíferos, aves y reptiles, y fue obtenida por el profesor Chris Dickman, experto en biodiversidad australiana de la Universidad de Sidney, que lo calculó multiplicando el número de animales por hectárea por la cantidad de territorio quemado por los incendios.
"Katrina australiano"
La manera en la que el gobierno ha manejado la crisis ha hecho que algunos analistas comparen la situación con la respuesta de la administración de George W. Bush al huracán Katrina en 2005, cuando el Mandatario fue foco de críticas por su falta de planificación y la escasez de los recursos que fueron entregados para reparar los daños tras la catástrofe.
En general, enero y febrero son los meses con mayor cantidad de incendios en Australia. Sin embargo, este año empezaron temprano, con los primeros originándose en los últimos días de octubre.
Con una nueva ola de calor que se aproxima y sin lluvias pronosticadas para los próximos meses, la única esperanza que tienen los australianos es que los incendios pierdan fuerza por sí solos, porque por el momento no hay otra manera de detenerlos.
Aunque en los últimos días hubo precipitaciones en algunas partes del este de Australia, decenas de incendios siguen fuera de control. Además, 2019 fue el año más caluroso y seco desde el inicio de las mediciones. El 18 de diciembre pasado fue el día más caluroso de la historia de ese país, con una temperatura máxima nacional promedio de 41,9°C.
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