El gobierno indio desató este lunes una tormenta política al retirar a la Cachemira india su estatus especial con el impulso de una ley que divide la región en "dos territorios de la unión", lo que conlleva el fin de sus principales competencias y otorga mayor control a Nueva Delhi.
La Cámara Alta o Rajya Sabha aprobó este lunes la Ley de Reorganización de Jammu y Cachemira por 125 votos a favor, 61 en contra y una abstención, y este martes la Cámara Baja o Lok Sabha tendrá que hacer lo propio, un mero trámite dada la mayoría del gubernamental BJP, el 56 % del total.
"Es un hecho consumado", había afirmado a agencia EFE antes de la votación una fuente gubernamental, que pidió el anonimato, dada la mayoría de apoyos en las dos Cámaras.
Con esta aprobación y el consecuente control de Nueva Delhi, pierde su efecto el artículo 370 de la Constitución india, que otorgaba un estatus especial a Jammu y Cachemira, como su propia Carta Magna que brinda derechos especiales a sus ciudadanos, los únicos que podían por ejemplo adquirir propiedades en la región.
El partido nacionalista hindú BJP, en el manifiesto electoral previo a su rotunda victoria en los comicios generales de mayo, había prometido la derogación del artículo 370 que afecta a esta región de mayoría musulmana, un movimiento visto por muchos como parte de su política del Hindutva, que busca una India para los hindúes, con las minorías supeditadas a ellos.
Jammu -de mayoría hindú- y Cachemira -de mayoría musulmana- pasa ahora a ser "territorio de la unión" y se escinde de la región la zona de Ladakh -de mayoría budista-, que se convierte en otro "territorio de la unión".
La ley fue presentada en la Cámara Alta por el ministro de Interior, Amit Shah, entre gritos de la oposición, y luego tuvo lugar un debate que se prolongó durante ocho horas y terminó con el "sí" mayoritario.
Evacuación de turistas
La posibilidad de que el Gobierno del partido nacionalista hindú BJP diera este paso venía especulándose desde el viernes, cuando de manera inesperada y sin precedentes las autoridades indias cancelaron en Cachemira una importante peregrinación hindú a una cueva en el Himalaya y pidieron la evacuación de todos los turistas.
El domingo el 99% de los 29 mil turistas y peregrinos que había antes del aviso habían abandonado Cachemira, mientras las autoridades desplegaban 25 mil tropas en la región, una de las más militarizadas del mundo y que se disputan la India y Pakistán.
La población se lanzó entonces a gasolineras, tiendas de comestibles y cajeros automáticos ante un posible aumento de la tensión.
El domingo, algunos de los principales líderes opositores de la región, como Omar Abdullah, Sajad Lone o Mehbooba Mufti, fueron puestos bajo arresto domiciliario, mientras se cortaron las comunicaciones por completo y se impuso el artículo 144 del Código Penal, que prohíbe las reuniones de más de cuatro personas.
Las imágenes vía satélite difundidas por algunos canales locales mostraban hoy calles desiertas, a excepción de la presencia de soldados desplegados cada pocos metros entre barricadas.
"La abolición del artículo 370 no solo deja la adhesión (de la región a la India) nula y sin valor, sino que también reduce a la India a una fuerza de ocupación en Jammu y Cachemira", sentenció en su cuenta de Twitter Mufti, tras conocer el anuncio.
El estatus especial de Cachemira se remonta a 1947, cuando tras la división de la India británica en dos estados, Pakistán y la India, el marajá que regía Cachemira decidió que este territorio de mayoría musulmana pasara a formar parte de Nueva Delhi con la condición de que mantuviera para la región competencias especiales.
Desde entonces la India y Pakistán, que reclama el territorio, han librado dos guerras por una región que además es escenario desde los años 90 de un movimiento insurgente de tintes separatistas.
El Gobierno paquistaní calificó hoy la decisión como una medida contraria a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU respecto al estatus de Cachemira como región en disputa y aseguró que ejercerá todas las opciones posibles para revertirla.
El primer ministro paquistaní, Imran Khan, comenzó lo que su oficina calificó como una ofensiva diplomática con llamadas a líderes como el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, o el malayo Mahathir bin Mohamed para denunciar las "acciones ilegales indias" que tendrán "serias implicaciones para la paz y la seguridad".