En su calidad de relator especial sobre pobreza extrema y derechos humanos, el australiano Philip Alston visitó Estados Unidos del 1 al 15 de diciembre de 2017. Lo hizo por encargo del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El propósito del viaje era informar al Consejo sobre la medida en que las políticas y programas del gobierno norteamericano relacionados con la extrema pobreza eran compatibles con sus obligaciones en materia de DD.HH. y hacer recomendaciones constructivas a Washington. Y los resultados son lapidarios.
Según el informe preparado por este profesor de Leyes de la Universidad de Nueva York, que será presentado al Consejo de Derechos Humanos el próximo 21 de junio, la principal estrategia de EE.UU. para abordar la pobreza es "criminalizar y estigmatizar a los que necesitan ayuda".
Y las cifras que presenta el informe para avalar ese diagnóstico son categóricas. "Cerca de 40 millones de personas viven en situación de pobreza, 18,5 millones de pobreza extrema y 5,3 millones en condiciones de pobreza absoluta propias del tercer mundo", señala el reporte. Y agrega: "El país registra la tasa de pobreza juvenil más alta de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y las mayores tasas de mortalidad de lactantes en comparación con otros Estados de la OCDE".
"Para una de las naciones más ricas del mundo", dice Alston, "tener todas esas personas viviendo en la pobreza "es cruel e inhumano".
Pero el informe hace especial énfasis en el fenómeno de la desigualdad. "En Estados Unidos se observa la tasa de desigualdad de los ingresos más alta de los países occidentales. La reducción tributaria de diciembre de 2017, que ascendió a US$ 1,5 billones, benefició abrumadoramente a los más acaudalados y agravó la desigualdad", destaca Alston en su reporte, el mismo en el que consigna que "la riqueza combinada del gabinete de Estados Unidos asciende a unos US$ 4.300 millones".
Desde la década de los 60, bajo el mando del entonces Presidente Lyndon B. Johnson, las políticas contra la pobreza, según el informe, han sido "negligentes en el mejor de los casos", pero las políticas del último año "parecen pensadas a propósito para retirar a la población más pobre la protección básica, castigar a quienes no están empleados e incluso hacer de la atención sanitaria básica un privilegio que hay que ganarse, no un derecho derivado de la condición de ciudadano". "Los índices de pobreza y desigualdad de EE.UU. son de los más altos de la OCDE", resume.
Así, Alston advierte: "EE.UU., que ya está a la cabeza del mundo desarrollado en lo que se refiere a la desigualdad en los ingresos y la riqueza, se encamina actualmente de lleno a incrementar aún más la desigualdad".
Además de las cifras económicas, el informe también revela el deterioro de algunos indicadores sociales. "Sus ciudadanos viven menos y padecen más enfermedades en comparación con los habitantes de cualquier otra democracia rica, cada vez están más arraigadas las enfermedades tropicales erradicables y el país presenta la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, uno de los índices de inscripción electoral más bajos entre los países de la OCDE y las tasas de obesidad más altas del mundo desarrollado", grafica.
Cory Booker, senador demócrata por Nueva Jersey, describió el informe de la ONU como "inquietante, pero desafortunadamente no sorprendente", según dijo al diario The Guardian. "¿Puedes creer en un país donde la esperanza de vida ya está en declive, particularmente entre aquellos cuyos ingresos son limitados, dando exenciones impositivas a los multimillonarios y las corporaciones y dejando a millones de estadounidenses sin seguro de salud?", se preguntó el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.
En defensa de Trump, el columnista de Bloomberg, Ramesh Ponnuru, afirma que "el 'relator especial' ofrece una diatriba de izquierdas, no un informe, sobre las políticas estadounidenses". "Discutiendo la pobreza, Alston toma nuevamente una línea de izquierda estándar mientras ignora los argumentos contrarios".
"Al final del día, particularmente en un país rico como EE.UU., la persistencia de la pobreza extrema es una elección política hecha por aquellos en el poder", argumenta Alston. "Se podría eliminar fácilmente con voluntad política", concluye.