Mientras el Presidente Donald Trump llamó "agujeros de mierda" a varios países africanos y su equipo acusó a China de actitud colonialista, Xi Jinping realizó en julio su cuarta gira africana como Presidente de ese país. Y "no es un hecho casual", como escribió en el diario El País el director de Observatorio Política China en Beijing, Xulio Ríos. Y es que a juicio del sinólogo español, "África se ha erigido en el campo de pruebas predilecto del nuevo orden chino".

Algo que quedó de manifiesto en la cumbre del Foro de Cooperación China-África (FOAC) celebrada la semana pasada en Beijing, que contó con la presencia de más de 40 países. En la ocasión, Xi anunció que China invertirá "sin condiciones" otros US$ 60.000 millones en el desarrollo económico de África, a pesar de las críticas occidentales que consideran que esta ayuda aumenta enormemente su deuda pública y refuerza su dependencia de Beijing.

En la última cumbre del FOAC, celebrada en Johannesburgo en 2015, el Presidente chino ya había anunciado una cifra similar en ayuda y préstamos a los países africanos. Según la Iniciativa de Investigación China-África (CARI), de la Universidad Johns Hopkins, Beijing prestó al continente un total de US$ 125.000 millones entre 2000 y 2016.

La semana pasada en Beijing, Xi dijo que condonará a algunos países las deudas en las que han incurrido en forma de créditos. La exención se aplicará a los países menos desarrollados, muy endeudados y pobres, a los que no tengan salida al mar y a las islas en vías de desarrollo que tengan relaciones diplomáticas con China.

Fundado hace 18 años, el FOAC le ha servido al gigante asiático para expandir su influencia por todo el continente africano a través de inversiones multimillonarias a cambio de acceso a sus ricas materias primas y a su incipiente mercado.

Según el Rastreador de inversiones Globales de China, que elabora el American Enterprise Institute, 45 de 54 países africanos han recibido inversiones y construcciones en el período 2005-2018. En ese reporte, Nigeria aparece como el mayor receptor de inversiones chinas, con US$ 49.280 millones. Los únicos países africanos que figuran sin aportes del gigante asiático son Gambia, Burkina Faso, República Centroafricana, Burundi, Somalia, Suazilandia, Lesoto, Comoras y Seychelles (ver infografía).

África, que mantiene un intercambio comercial de US$ 170.000 millones con la segunda potencia económica, acoge a cerca de 10.000 empresas chinas, según la consultora McKinsey. Entre los logros que se atribuye Beijing destacan proyectos para construir en ese continente 30.000 km de autopistas, generar 20.000 megavatios de electricidad, depurar al día nueve millones de toneladas de agua y crear 900.000 empleos locales.

En medio de una guerra comercial abierta con EE.UU. y con la intención de priorizar uno de los principales objetivos de su política exterior, la Nueva Ruta de la Seda, Beijing planea seguir incidiendo económicamente en el continente, según 24 France. En declaraciones ese canal de televisión, Adebusuyi Isaac Adeniran, experto de la Universidad Obafemi Awolowo, en Nigeria, dijo que los chinos están tratando de extender "su creciente lista de países amigos", sobre todo en el norte y la zona francófona de África occidental.

Pero toda esta lluvia de millones, que ha servido para desarrollar un continente explotado y luego olvidado por Occidente, ha venido acompañada de acusaciones de "neocolonialismo" y fuerte endeudamiento de los beneficiarios. Sobre este último punto, la estadounidense CARI considera que la deuda china constituye un factor de riesgo en tres países del continente: Djibouti, Congo y Zambia.

En cuanto al supuesto "neocolonialismo", en el foro de la FOAC el Presidente sudafricano Cyril Ramaphosa rechazó que la ayuda económica china apunte en esa dirección. Sin embargo, Ríos advierte que el "próximo caballo de batalla" será el yuan porque "Angola, Zimbabwe o Nigeria, ya la adoptaron como moneda de reserva". "Los países africanos necesitarán cada vez más divisas chinas para reembolsar las deudas", expuso el experto.

Pero Lauren Johnston, investigadora en relaciones económicas China-África de la Universidad de Melbourne, lo ve de otra manera. "Esto no es colonialismo tal como lo implementó previamente Europa en África. Es una nueva y audaz oportunidad económica", explica a La Tercera. "Es de esperar que haya disposición para utilizar lo que funciona para el desarrollo de África", concluyó.