Los irlandeses acudirán hoy a las urnas para pronunciarse en un referéndum sobre la liberalización del aborto. En el país que alguna vez fue el más católico de Europa, la interrupción voluntaria del embarazo solo se permite en el caso que la vida de la madre esté en peligro. Ni por violación, ni anomalía fetal ni incesto. La normativa vigente tiene 35 años y es una de la más restrictivas de la UE.
El primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, anunció a finales de enero que el objetivo del referéndum es decidir si se quiere derogar o no la Octava Enmienda de la Constitución, que garantiza el mismo derecho a la vida para la madre y el feto. "El Estado reconoce el derecho a la vida del no nacido y, teniendo debidamente en cuenta el derecho igual a la vida de la madre, garantiza en sus leyes el respeto y, en la medida de lo posible, sus leyes para defender y vindicar ese derecho", reza la Octava Enmienda, que entró en vigor en 1983.
En Irlanda, la presión de la iglesia sobre el gobierno impedía legalizar el aborto, pero terminó despenalizándolo hace cinco años en el caso que la vida de la madre corra peligro, a raíz del caso de Savita Halappanavar, una mujer de 31 años que murió a causa de una infección en el hospital, embarazada de cuatro meses, porque estaba padeciendo un aborto espontáneo. Los equipos médicos se negaron a interrumpir el embarazo que le podría haber salvado la vida.
Complejidad moral
Poco más de 3 millones de irlandeses están llamados a acudir a las urnas. Las últimas encuestas indican que la mayoría del electorado votará a favor de reformar la legislación vigente, aunque su ventaja se ha reducido en el último mes, motivo por el que ambos bandos efectuaron ayer un llamado final para que se acuda a las urnas en masa.
El primer ministro Varadkar aseguró ayer durante su última intervención que el "sí" ayudará a acabar con el "legado de vergüenza y culpa" que esta cuestión ha dejado en la sociedad, ya que la ley ha obligado a miles de mujeres a viajar cada año al extranjero para terminar sus embarazos. Según datos de la salud británica, entre 1980 y 2015, al menos 165.438 irlandesas han abortado en centros de Reino Unido. Por su parte, los líderes de los principales partidos de la oposición se han situado al lado de Varadkar, pero todos reconocen que existen disidencias internas, lo que da una idea de la complejidad moral del asunto.
También, dirigentes de la iglesia católica, a lo largo de esta semana y tal como informaron medios irlandeses, pidieron a sus sacerdotes que usen en las misas textos de los grupos anti abortistas para pedir el "no", a pesar de que reconocieron que podía ser contraproducente que los curas hablaran de temas sociales o políticos, dado el desprestigio sufrido en los últimos años por los miles de casos de abusos sexuales.
Si gana el "sí", el gobierno, en el poder desde 2011, redactará una nueva legislación que podría permitir el aborto en todas las circunstancias durante las primeras 12 semanas de embarazo y, en casos excepcionales, hasta las 24 semanas.