El domingo 4 de marzo, Italia celebrará una de las elecciones generales más inciertas y complejas de los últimos años. El retorno de Silvio Berlusconi, la posible consolidación del Movimiento Cinco Estrellas, el desgaste de Matteo Renzi y un discurso racista y antieuropeo que cada vez cala más fuerte entre los italianos marcarán los comicios.
En Italia, actualmente son tres los grupos que dominan la escena política: la coalición de centroderecha liderada por el partido de Silvio Berlusconi, Forza Italia, así como los xenófobos de la Liga Norte y los neofascistas de Hermanos Italia; el bloque de centro-izquierda encabezado por el Partido Demócrata de Matteo Renzi y el populismo encarnado por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S). De este modo, la lógica bipolar que imperó en el país en las dos últimas décadas está camino a desaparecer.
¿Qué está en juego en estas elecciones? Los analistas coinciden en que la posición de Italia en la Unión Europea o los peligros del auge de la extrema derecha son algunos de los temas clave. Sin embargo, el discurso anti inmigración ha marcado el debate de todos los candidatos durante la campaña electoral y, según un sondeo del diario La Repubblica, el 71% de los italianos considera que la presencia de extranjeros es demasiada elevada.
Tras una de las legislaturas más accidentadas de los últimos tiempos, con tres primeros ministros desde 2013, Renzi jurando lo imposible y una receta laboral que favoreció los contratos temporales, el Partido Demócrata acude a las urnas más debilitado que nunca. Y en vista de los últimos sondeos, tampoco parece que ninguna formación tenga suficiente fuerza para formar gobierno.
El M5S sacaría un 28,7% de los votos, el PD no superaría la barrera del 20% y la coalición de centroderecha solo sumaría un 35%. Con la nueva ley electoral -que premia a las coaliciones frente a los partidos en solitario- es necesario superar el 40% de los votos para asumir el Ejecutivo. Así, la alianza tejida por Berlusconi es la que tiene más posibilidades de vencer en escaños. No obstante, un buen resultado del Movimiento Cinco Estrellas podría dificultarlo.
La sombra del racismo
El año pasado, la alcaldesa de Lampedusa - una de las zonas más castigadas por la mala gestión de la llegada de migrantes-, Giuseppina Nicolini, perdió las elecciones frente a Salvatore Maratello, que llegó con un discurso más duro contra la inmigración. Este cambio de dirección en Lampedusa solo fue el principio de otros fenómenos similares en Italia.
La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, del Movimiento Cinco Estrellas, retiró el cartel de bienvenida a los refugiados del ayuntamiento y comenzó a desalojar sus campamentos sin tener donde llevarlos. Estos actos de rechazo, que encarnan los partidos Liga Norte o el mismo M5S, empezaron a calar fuerte entre los italianos. Ello, hasta el punto en que hace dos semanas un ex candidato de la Liga Norte se subió a un auto y disparó a seis nigerianos. Nadie del gobierno de Renzi se desplazó a la zona. Sin embargo, Matteo Salvini, el candidato de la Liga, creció en la campaña y Silvio Berlusconi puso sobre la mesa la necesidad de expulsar a los inmigrantes del país. Una medida que es aplaudida y reclamada por gran parte de la ciudadanía.
Igual que Lampedusa pronostica un cambio drástico en las dinámicas electorales del resto del país, Génova seguía sus pasos cuando una exitosa alianza liderada por la Liga Norte ganó las elecciones de la región hace dos años. En este período de tiempo, la obrera Liguria pasó de estar gobernada por la izquierda en un 75% del territorio a ser regida por la derecha en el 83% de la zona.
La media de los últimos sondeos publicados el viernes pasado daba por segura la victoria de la coalición de centroderecha a escala nacional, aunque no con suficientes diputados para formar gobierno. Y si la Liga encontró su espacio en Génova, la reconversión parece que también podría funcionar en todo el país. Tras conseguir imponer el debate migratorio como el principal tema de la campaña, sólo está a tres puntos de Forza Italia de Berlusconi. Sus dirigentes juraron en televisión que quien saque un voto más será quien ponga su candidato a primer ministro en las negociaciones.
Discurso anti europeo
Aunque el euro escepticismo retórico de los últimos años, abanderado principalmente por el Movimiento Cinco Estrellas o la Liga Norte, ha rebajado el tono, los italianos están enfadados con la Unión Europea. Y con el descontento como recurso movilizador, Silvio Berlusconi podría sellar su resurrección política.
El populismo de Berlusconi es viejo, conocido y aceptado en la Unión Europea. Pero es el populismo del M5S es el que provoca real temor en Europa, ya que para el movimiento de Beppe Grillo -que ha estado ausente durante esta última campaña-, es un momento de cambio. Sin embargo, hace pocos días su candidato, Luigi Di Maio, aseguró en una entrevista que él era proeuropeo, lo que confirmó que la intención de su predecesor de hacer un referéndum sobre la posible salida de la Uinión Europea ya se ha ido de la agenda electoral.
La Unión Europea vive hoy un proceso de transición. Con Angela Merkel desgastada en Alemania y los 27 sumergidos en un proceso de negociaciones y reformas, se está redefiniendo el futuro de la euro zona. Italia, que es la tercera economía de la región, no se quiere quedar al margen. Aún así, menos de un 40% de los italianos se considera proeuropeo. Al respecto, expertos aseguran que eso puede derivar en un descontento social si no se logra formar un gobierno suficientemente estable. Pero el llamado Italexit está más presente en los discursos que en el horizonte electoral.