Han sido ocho intensos meses para Iván Duque en la Presidencia de Colombia. Desde que llegó a ocupar la Casa de Nariño en agosto de 2018, tras una polarizada campaña presidencial representando al partido de derecha del expresidente Álvaro Uribe, Centro Democrático, el mandatario ha tenido que tomar un rol protagónico en la región frente a la crisis venezolana.
Ha sido enfático en establecer una clara distancia y rechazo hacia el gobierno chavista de Nicolás Maduro, y ha tenido que enfrentar el alto flujo de migrantes venezolanos que llegaron a Colombia (1.174.743 al cierre de 2018).
Es en ese escenario que Duque visitó Chile, como uno de los ideólogos, junto con el Presidente Piñera, de Prosur, una nueva instancia de integración de los países de América del Sur. En esta entrevista con La Tercera, el mandatario colombiano asegura que esta instancia está "basada en principios, no ideologizada", y que actualmente en América Latina existe un debate entre "demagogos y pedagogos".
¿Qué balance hace de esta cumbre inaugural de Prosur?
Me parece que es un gran éxito para la integración sudamericana. Habían pasado cinco años sin que los Presidentes de Sudamérica se reunieran. Nos hemos reunido, hemos emitido un comunicado donde le damos vida a Prosur, una iniciativa de integración ágil, basada en principios, no ideologizada, sin burocracia excesiva, con el fin de propiciar un diálogo en temas puntuales que tienen que ver con el desarrollo. Lo otro que también quiero destacar es la presencia de siete Presidentes. Es un ejemplo de lo que todos queremos, no más una integración ideologizada como fue Unasur, que además fue cómplice de la dictadura de Venezuela.
A su parecer, ¿cuáles fueron los principales errores que cometió Unasur? ¿Por qué se hizo necesaria la creación de Prosur?
Muchos. Unasur fue una institución concebida para fracturar el sistema interamericano. Prosur, por el contrario, busca cooperar con todos los demás esfuerzos de integración. Unasur se convirtió en una burocracia pesada, gigantista. Prosur es un organismo ágil, de concertación. Unasur terminó siendo un cómplice silencioso de la dictadura de Venezuela. Prosur se une a partir de la defensa a la democracia, el respeto a los DD.HH., una economía de mercado con sentido social. Y Unasur de alguna manera guardó silencio frente a hechos graves como la presencia de grupos terroristas colombianos en territorio venezolano.
¿Existe el riesgo de que Prosur se estanque y se convierta en otra sigla más de muchas que han surgido en América Latina?
No lo creo. Lo que pasa es que, como el mundo entero ha visto, hay procesos de integración que se tienen que ir actualizando. Hoy estamos unidos también en la Alianza del Pacífico con el Presidente Piñera, también está el Presidente de México, queremos además que participen otros gobiernos, yo quiero ver a Ecuador también en la Alianza del Pacífico, a Costa Rica, a Panamá. Seguimos viendo la integración desde esa perspectiva.
América Latina ha dado un giro a la derecha en los últimos años, ¿por qué cree que se ha dado esto?
Yo no concibo el mundo entre izquierdas y derechas. Para mí eso es un debate anacrónico. Yo creo que hoy frente a Venezuela esto no es un debate entre izquierda y derecha, es un debate entre tiranía y democracia. Prosur no nace como una expresión de derecha o de izquierda o de centro. Prosur nace por principios y valores. Defender la democracia no es un tema de derecha o de izquierda.
Pero ¿cuáles fueron, cree usted, los errores de los gobiernos anteriores en la región que hicieron que la ciudadanía optara por candidatos de signo contrario?
En América Latina más que haber un debate entre izquierda y derecha, lo que estamos viendo es un debate entre demagogos y pedagogos. Los demagogos que quieren perpetuarse con la violencia y la dictadura para suprimir al pueblo. Los demagogos que creen que la prosperidad se genera por decreto, que creen que tienen la verdad revelada y no reconocen el libre devenir de las instituciones. Y los pedagogos -permítame que me incluya en ese grupo-, los que firmamos la declaración tenemos esa concepción, creemos firmemente en que a los países hay que mostrarles los caminos con realismo, con oportunidades sin satanizar a los sectores productivos, sin fracturar las libertades y la democracia.
Frente a la situación de Venezuela, ¿cuál cree que es la salida a corto plazo de la crisis?
Lo que se ha logrado con el cerco diplomático es muy importante. Todos los países tenemos que actuar a la luz del derecho internacional para evitar un genocidio. Creo que todas las sanciones, toda la presión es necesaria, y también tengo la ilusión que la Corte Penal Internacional (CPI) pueda finiquitar rápidamente la investigación a Nicolás Maduro, ojalá enjuiciarlo, sancionarlo y obligarlo a que cumpla una condena proporcional a los crímenes que ha cometido.
¿Y cree que una intervención militar podría ser una última opción?
Más que hablar de intervenciones militares creo firmemente en las sanciones, en el cerco diplomático, en la acción de la CPI, y en que el mundo pueda confluir a la defensa irrestricta de los DD.HH. en Venezuela. Todos esperamos que sea hoy el último día. No hay un solo día que nos podamos levantar y no desear que hoy sea el último día de la dictadura.