En medio de un ambiente tenso, Japón se alistaba este martes para un raro y controvertido funeral de Estado para el asesinado ex primer ministro Shinzo Abe, el gobernante que más tiempo permaneció en el cargo en la historia moderna del país.
Tokio se encontraba en estado de máxima seguridad, ya que se planeaban protestas en contra del funeral en la capital y otros puntos del país. Horas antes de que comenzara la ceremonia, decenas de personas con ramos de flores hicieron fila en un altar público ubicado en el parque Kudanzaka.
Miles de policías vestidos de civil se movilizaron en las inmediaciones de la sala Budokan, donde se realiza el funeral, así como en las principales estaciones de tren. Los caminos alrededor del lugar permanecerán cerrados durante todo el día y se sellaron los casilleros públicos en las estaciones de tren por motivos de seguridad. Dignatarios de todo el mundo llegaron a la ciudad para la ceremonia.
Opositores del funeral financiado por el Estado, cuyas raíces se remontan a las ceremonias imperiales, aseguran que el dinero de los contribuyentes debería invertirse en causas más significativas, como atender las crecientes disparidades económicas provocadas por las políticas de Abe.
El primer ministro Fumio Kishida ha sido criticado por obligar a que se realizara el costoso evento en memoria de su mentor, Abe, quien fue asesinado en julio. También ha habido una creciente controversia en torno a Abe y los vínculos de varias décadas entre el partido gobernante y la ultraconservadora Iglesia de la Unificación, acusada de embolsarse enormes donativos al lavarle el cerebro a sus adeptos. El presunto asesino de Abe le habría dicho a la policía que mató al político debido a sus nexos con la Iglesia; y señaló que su madre le arruinó la vida al darle a la Iglesia el dinero de su familia.
Kishida asegura que la historia de Abe como el primer ministro que más tiempo permaneció en el cargo en la historia moderna del país merece un funeral de Estado. El gobierno también asegura que la ceremonia no tiene el objetivo de obligar a nadie a honrar a Abe. Sin embargo, la mayoría de los 47 gobiernos regionales del país planean ondear sus banderas a media asta y guardar un minuto de silencio.
Los opositores de la ceremonia aseguran que la decisión unilateral de Kishida, sin una aprobación del Parlamento, no fue democrática y sí un recordatorio de cómo los gobiernos imperialistas de la preguerra usaban los funerales de Estado para avivar el nacionalismo. La ley de funerales de la preguerra fue abrogada después de la Segunda Guerra Mundial.