El director general de Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Mariano Grossi, recorrió el miércoles la central nuclear japonesa de Fukushima, la cual fue devastada por un tsunami, y se muestra satisfecho con los controversiales planes de verter las aguas residuales tratadas al Océano Pacífico.
Grossi observó el lugar donde el agua tratada será enviada a través de una tubería hacia una instalación costera, donde se diluirá en gran medida con agua de mar y recibirá un muestreo de prueba final. Después se verterá a un kilómetro de la costa a través de un túnel submarino.
“Quedé satisfecho con lo que vi”, declaró Grossi después de su visita a los equipos de la planta para el vertido previsto, mismo que Japón espera comenzar este verano. “No veo ningún problema pendiente”.
La liberación de aguas residuales aún enfrenta oposición dentro y fuera de Japón.
Horas antes de su visita a la central nuclear, Grossi se reunió con alcaldes locales y dirigentes de asociaciones pesqueras y señaló que el OIEA estará presente durante todo el proceso de vertido de aguas -el cual se tiene previsto que dure décadas- para garantizar la seguridad y atender las preocupaciones de los residentes. Dijo que inauguró una oficina permanente del OIEA en la central, muestra de su compromiso a largo plazo.
El vertido de agua no es “algún tipo de extraño plan que se ideó sólo para aplicarse aquí y vendérselo a ustedes”, comentó Grossi durante la reunión en Iwaki, a unos 40 kilómetros al sur de la central. Aseguró que el método está certificado por el OIEA y se lleva a cabo en todo el mundo.
En su informe final sobre el plan de Fukushima publicado el martes, el OIEA llegó a la conclusión que las aguas residuales tratadas, que aún contendrán una pequeña cantidad de radiactividad, serán más seguras que lo establecido en las normas internacionales y que su impacto medioambiental y sanitario sería insignificante.
Las organizaciones pesqueras locales han rechazado el plan porque temen que su reputación se vea dañada incluso si sus capturas no están contaminadas. Grupos de Corea del Sur, China y algunas naciones insulares del Pacífico también se oponen a la medida por motivos políticos y de seguridad.
El pasado 30 de junio, la asociación pesquera de Fukushima adoptó una resolución en la que ratifican su rechazo al plan.
El jefe de la asociación pesquera, Tetsu Nozaki, instó a los funcionarios del gobierno en la reunión del miércoles a “recordar que el plan de aguas tratadas salió adelante a pesar de nuestra oposición”.
Se tiene previsto que Grossi también visite Corea del Sur, Nueva Zelanda y las Islas Cook para disipar las preocupaciones en esos lugares. Afirmó que su intención es explicar qué está haciendo el OIEA, y no Japón, para garantizar que no haya ningún problema.
En un esfuerzo por abordar las preocupaciones sobre los peces y el ecosistema marino, Grossi y Tomoaki Kobayakawa, presidente de la empresa operadora de la central, Tokyo Electric Power Company Holdings, firmaron un acuerdo sobre un proyecto conjunto para determinar si están afectados por el tritio, el único radionucleido que, según las autoridades, no se puede eliminar de las aguas residuales mediante tratamiento.