Tenía poco más de siete años cuando el golpe militar iniciado la noche del 31 de marzo de 1964 cambió su vida y la historia de Brasil. João Vicente Goulart vio como su padre, el Presidente João Goulart, también conocido como Jango, era depuesto con el argumento de que, con su proyecto de las reformas de base, deseaba implantar el régimen socialista en el país. Fue el inicio de una dictadura que se extendería por 21 años.

En las elecciones de 2018, Goulart hijo, fue candidato presidencial por el Partido Patria Libre. Durante esa campaña aseguró que el abanderado ultraderechista, el excapitán de Ejército Jair Bolsonaro, "representaba a los que defienden la vuelta de la dictadura". Una visión que, con motivo del 55° aniversario del golpe, el filósofo y político brasileño mantiene en esta entrevista con La Tercera. A su juicio, para el ahora Presidente "todos los dictadores latinoamericanos que llegaron al poder sin tener siquiera un voto (...) son santos de su altar".

¿La conmemoración del 55° aniversario del golpe militar tiene un significado distinto por el hecho que Bolsonaro, un defensor de la dictadura, sea el actual Presidente de Brasil? ¿Por qué?

En Brasil vivimos una situación muy particular y revisionista, no solamente de los pilares constitucionales, jurídicos y éticos, sino también por el intento de un gobierno fascista de reestructurar los conceptos históricos, culturales y sociales de nuestro país. Las posiciones radicales de índole belicosa se extienden a la siembra del odio, el combate a los derechos humanos, la destrucción de los derechos laborales, la extinción de los sindicatos, y como repite incesantemente el (ex) capitán Bolsonaro, la eliminación del pensamiento progresista de las acciones de la izquierda brasileña.

¿Cómo cree que el gobierno va a conmemorar este hecho histórico? ¿Se reeditará el clima de polarización de la campaña presidencial?

Sí. Ya existe, a pedido del propio Presidente, la orden para que las Fuerzas Armadas conmemoren con un esfuerzo fuera de lo que sería común, en los cuarteles, el pasaje del golpe de Estado de 1964, que ellos dicen fue el 31 de marzo, pero que en realidad fue el 1 de abril, el día de la mentira. El hijo del Presidente, (el diputado) Eduardo Bolsonaro, está empeñado en distribuir una película documental ("1964, O FILME") , eludiendo la verdad histórica y relatando en la misma, que jamás hubo un golpe. La verdad es que hoy existe en Brasil una duda muy grande, a saber, de qué tamaño es realmente el apoyo de las Fuerzas Armadas al capitán. El generalato brasileño se pregunta internamente hasta cuándo tendrá que hacerle la venia a un subalterno.

¿Cree que las FF.AA. brasileñas han hecho un mea culpa por el golpe de 1964? ¿Cómo valoran hoy la sublevación contra João Goulart?

Este año estamos realizando varios eventos, debates universitarios, exhibición de películas sobre el período y la resistencia al golpe, dado al centenario de Jango (1 de marzo de 1919) y estamos listos para enfrentar esta onda de deconstrucción histórica. Esperábamos enfrentar este hecho con más dificultad. Pero la falta de preparación intelectual del Presidente, y sus declaraciones sobre el período dictatorial, no solamente en Brasil, sino en toda América Latina, defendiendo los regímenes totalitaristas, han sido de tanta imbecilidad, que la tarea sin duda está más fácil de lo que pensábamos.

¿Y cómo valora hoy la sociedad brasileña lo ocurrido en 1964? ¿Existe una visión más crítica sobre el golpe militar?

Sin duda. Hoy la academia ha producido muchos estudios, libros y tesis que han permitido esta revitalización histórica del período, a través de nuevos documentos que son desclasificados cada vez más, mostrando la realidad de lo que sucedió en América Latina en los años 60, 70 y 80. Así, ha quedado cada vez más en evidencia la tragedia de las dictaduras producidas y planeadas por Washington, y en las que los militares latinoamericanos se embarcaron para masacrar a sus propios pueblos.

Durante su campaña, el equipo de Bolsonaro planteó la posibilidad de cambiar los textos de estudio, por considerar que entregaban una visión sesgada de lo ocurrido en 1964. ¿Qué opina de eso? ¿Bolsonaro sigue con esa idea?

Sí, en realidad ese era el plan. Deconstruir a Paulo Freire, Anísio Teixeira, Darcy Ribeiro y otros educadores brasileños era lo planeado. Pero su incompetencia ya tiene al gobierno deshaciéndose como azúcar en el agua sucia. El gurú de Bolsonaro, Olavo de Carvalho, que nombró al colombiano Ricardo Vélez Rodríguez como ministro de la Educación de Brasil, un hombre que habla mal el portugués y no conoce la Constitución de Brasil y quería militarizar nuestras escuelas, filmando a los niños cantando el himno nacional, está con la soga al cuello. La incompetencia cabalga en todas las áreas. Bolsonaro no se ha dado cuenta que la campaña presidencial terminó. Sigue jugando con el Twitter. Aprendió con su dueño.

Durante la visita de Bolsonaro a Chile, su hijo Eduardo dijo que "no hay excusas para la violación de los DD.HH.". Sin embargo, el jefe de gabinete Onyx Lorenzoni causó polémica al elogiar a Pinochet y decir que "tuvo que dar un baño de sangre". ¿Cuál de esos pensamientos es el que predomina en el gobierno?

La verdad es que Onix necesita decir esas pavadas para agradar al jefe. Bolsonaro tiene la convicción que Pinochet, Stroessner, Videla, Geisel y todos los dictadores latinoamericanos que llegaron al poder sin tener siquiera un voto, son los santos de su altar. En la destitución parlamentaria de Dilma Rousseff, Bolsonaro dedicó su voto al coronel Brilhante Ustra, uno de los más grandes torturadores que hubo en Brasil. En tres meses de gobierno su popularidad cayó 15 puntos. Como dice su propio gurú Olavo, si sigue así, seis meses más y cae de maduro.