En noviembre de 2017, durante uno de sus tantos interrogatorios, Marcelo Odebrecht, dueño de la constructora cuya enorme trama de corrupción ha impactado a parte importante de América Latina y en especial a Perú, repitió un solo nombre a los fiscales peruanos: "Jorge Barata". "Eso lo puede responder Barata" o "es Barata quien va a poder, con certeza, ser más preciso", fueron algunas de las respuestas que dio Odebrecht. Y en efecto, ha sido Barata -el principal representante de la empresa brasileña en Lima- quien ha puesto contra las cuerdas al sistema político y judicial de Perú.
Este ingeniero mecánico de 56 años fue interrogado esta semana en Curitiba por fiscales peruanos y por primera vez detalló cómo soborno a las más altas autoridades de Perú. A fines de 2016, Odebrecht reconoció que entre 2004 y 2011 pagó US$ 29 millones a funcionarios y candidatos peruanos para obtener licitaciones de obras de infraestructura. Esta fue la segunda ocasión en que Barata responde a la justicia peruana desde que decidió acogerse a la delación en 2016. En ambas oportunidades lanzó dardos contra Alan García, Ollanta Humala, Alejandro Toledo, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski.
"Esperaba tener acceso al gobierno, no solo al Presidente, sino a ministros de Estado. Que los proyectos en ejecución siguieran caminando. Esperaba que me favorecieran en las futuras licitaciones y proyectos", dijo con desparpajo esta semana, cuando se le consultó sobre sus expectativas luego de los pagos de Odebrecht a Luis Nava, entonces secretario de la Presidencia de Alan García. Nava habría recibido US$ 4 millones.
Tan cercana fue la relación que Barata estableció con algunas autoridades que incluso contó que Alejandro Toledo lo habría presionado para que le entregara personalmente el dinero de la coima: "Jorge, págame carajo. Tú tienes que solucionar tus temas y tienes que pagarme".
De Salvador de Bahía a Lima
Barata, originario de Salvador de Bahia -al igual que Marcelo Odebrecht-, llegó por primera vez a Perú en 1997. Previamente trabajó en la filial de Odebrecht en Ecuador, donde ejerció durante 10 años, entre 1986 y 1996. Al año siguiente se instaló en la capital peruana, donde fue líder empresarial de dos razones sociales de la compañía brasileña: Odebrecht Perú ( 2001- 2012) y Latinvest (2012-2016).
Pese a su alto cargo, los trabajadores de la empresa recuerdan que no exhibía en público una vida de lujos, según señaló el portal peruano El Dossier. De hecho, en sus ratos libres usaba una bicicleta vieja que, incluso, en ocasiones era su medio de transporte para llegar hasta su oficina de Latinvest, ubicada en el quinto piso del edificio Las Palmeras, en el exclusivo barrio de San Isidro. Los trabajadores contaron que en alguna ocasión le preguntaron por qué no se compraba otra bicicleta, pero él solo reía y siempre se negó a deshacerse de ella.
En todo caso, su departamento estaba ubicado en el mismo barrio. Porque según el diario El Comercio, Barata tenía registrada una propiedad de 361 metros cuadrados en el cuarto piso de un edificio en la exclusiva zona de El Golf de San Isidro, que lo adquirió por US$ 570 mil en 2011 mediante un crédito hipotecario que se pagaría en 15 años. Sin embargo, ya en septiembre de 2014, Barata había pagado toda la hipoteca. En febrero de 2017, el canal Panamericana TV, reveló que el departamento se puso a la venta, por US$ 1,6 millones.
El portal El Dossier, basándose en un informe de la Unidad de Investigación Financiera (UIF), señaló que luego de trabajar por 33 años en Odebrecht, Barata llegó a tener US$ 13 millones en una cuenta del Banco de Crédito (BCP).
Durante su estadía en Perú, Barata era frecuentemente entrevistado por la prensa especializada en economía y solía responder con amabilidad. "Siempre queremos que las cosas caminen a mayor velocidad, y es muy difícil compatibilizar la velocidad del sector privado con el sector público. Pero el esfuerzo del sector público superará esa barrera y ojalá tenga éxito", fue su respuesta cuando el diario Gestión le preguntó sobre la relación entre ambos sectores.
En el sector empresarial y político eran famosas las fiestas que se realizaban en la embajada de Brasil, ubicada en el barrio de Miraflores, las que se conocían como las feijoadas o frejoladas, que generalmente eran actos benéficos. Barata aprovechaba estos eventos sociales para hacer lobby.
Fue en una de estas reuniones sociales donde conoció a Keiko Fujimori, cuando era primera dama: "Probablemente la conocí en el 98 o 99. Ella lideraba una fundación que ayudaba a niños con problemas de salud. Recuerdo que en un evento social fui presentado con ella, y la empresa le dio una donación oficial, un cheque de US$ 10 mil , para apoyar a esa fundación", declaró en 2018. Aquello sólo sería el comienzo de una larga relación por la que Keiko cumple hoy 36 meses de prisión preventiva.
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FOTO: EFE[/caption]