La catedral de París, arrasada por un gran incendio este lunes, también es conocida en el mundo entero gracias a la obra del escritor Victor Hugo "El jorobado de Notre Dame", novela adaptada numerosas veces al cine, en especial por los estudios Disney, o transformada en comedia musical.
Fue para salvar el monumento, fuertemente degradado, que el escritor indignado comenzó en 1831 a escribir esta obra.
En el capítulo titulado "Nuestra Señora", Victor Hugo escribió: "Todavía hoy la iglesia de Nuestra Señora de París continúa siendo un sublime y majestuoso monumento".
Pero, añadió, "por majestuoso que se haya conservado con el tiempo no puede uno por menos que indignarse ante las degradaciones y mutilaciones de todo tipo que los hombres y el paso de los años han infligido a este venerable monumento, sin el menor respeto hacia Carlomagno que colocó su primera piedra, ni aún hacia Felipe Augusto que colocó la última".
En el prólogo de su libro, Victor Hugo se quejaba de cómo se trataban "desde hace ya doscientos años estas maravillosas iglesias medievales". "Las mutilaciones le vienen de todas partes, tanto desde dentro como de fuera", lamentaba.
"Quizás la iglesia misma desaparezca pronto de la faz de la tierra", profetizaba el escritor.
La publicación de la obra llamó la atención general sobre el estado "inadmisible" del monumento.
El movimiento de opinión condujo a la decisión de establecer un concurso en el que participaron varios arquitectos, incluidos Lassus y Viollet-le-Duc, cuyo proyecto de rehabilitación del monumento fue aceptado en 1844.
En julio de 1845, se votó una ley para restaurar la catedral. El objetivo de Victor Hugo al fin se alcanzaba.
Victor Hugo salvó Notre Dame. Desde la aparición de su obra, el mundo entero imagina que la catedral está habitada por los fantasmas de Esmeralda, el jorobado Quasimodo o Frollo.
En la nota redactada por el novelista con motivo de la publicación de la edición definitiva de su obra (1832), recordaba que su libro era un grito contra "la decadencia actual de la arquitectura y sobre la muerte".
"'El jorobado de Notre Dame' quizás haya abierto realmente algunas perspectivas sobre el arte de la Edad Media, sobre este arte maravilloso hasta el momento desconocido por unos, y lo que es todavía peor, mal apreciado por otros", escribió.
"Pero el autor se encuentra muy lejos de considerar finalizada la tarea que se impuso de forma voluntaria", continuaba el escritor. "Ya ha abogado en más de una ocasión en favor de la causa de nuestra vieja arquitectura, ya ha denunciado en voz alta muchas profanaciones, muchas demoliciones, muchas irreverencias. Y seguirá haciéndolo".