Con la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía argentino, la “interna” en el oficialismo argentino pasa a otra etapa. El periodista y escritor transandino José Ángel Di Mauro, que escribió Cristina K: la dama rebelde (2004), biografía de la expresidenta Cristina Fernández, analiza el significado de esta renuncia.
Se decía que Guzmán era uno de los motivos centrales del conflicto entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández. ¿Qué rol cumplía en el conflicto?
Cristina está muy desilusionada con Alberto en general, no necesariamente con Guzmán en particular, aunque lo quería afuera desde hace tiempo. El Presidente siempre interpretó que la eventual salida de Guzmán representaría dejarse a sí mismo sin poder. Veremos entonces cómo puede recuperarse de esta situación, que muchos ya caracterizan como “terminal”.
Alberto no tiene chances de revertir la debacle. El peor temor es que no logre concluir el mandato, pero cuenta con un factor a favor: la oposición no quiere empujarlo, como sí ha hecho el peronismo siendo oposición. Veremos si el propio Frente de Todos en su conjunto también quiere sostenerlo y no que asuma su vicepresidenta.
¿Consigue esta renuncia una especie de paz entre Alberto y Cristina? ¿O empeora la crisis?
No, para nada: a priori, siguen y seguirán sin hablarse. Veremos de todas maneras si el cambio satisface de alguna manera a la vicepresidenta y afloja la presión. El Presidente está muy, pero muy molesto con la vicepresidenta.
¿Qué se espera que haga Alberto ahora? Según los medios, el presidente estaría “cada vez más solo”.
Sí, está cada vez más solo y apoyándose en (el presidente de la Cámara de Diputados) Sergio Massa, para no tener que entregarle todo el poder a Cristina. Los albertistas se han reducido a su mínima expresión y hasta algunos que reportaban solo al Presidente ya han tendido puentes hacia el kirchnerismo, con la intención de no hundirse junto con Alberto Fernández.
¿Cuál es el rol de Sergio Massa en este conflicto?
Sergio Massa quiere ser candidato presidencial en 2023. Partimos de esa base. Ya fue candidato en 2015 y siempre sostiene que es joven y tiene tiempo. Ocupa un cargo clave, como la presidencia de la Cámara de Diputados, y como tal es tercero en la línea de sucesión. Pero sabe que desde ahí no le alcanza para generar una candidatura. Sí tiene esa chance si se muestra como el ejecutor que se autopercibe y por eso siempre se supuso que el último año de esta gestión tenía intención de integrar el gabinete. Pero no como uno más, tendría que ser al frente de un superministerio, o bien como jefe de gabinete, pero no de este gabinete: de uno que se arme en función de sus sugerencias, como mucha de su gente.
¿Qué se espera del cristinismo luego de este anuncio?
Habrá que ver si el cambio lo satisface y si van los cambios más allá, alcanzando las áreas que ellos dominaban. Esto se irá viendo, es día a día, minuto a minuto, pero en principio no vemos que vaya a mejorar la relación entre las partes.
¿Cómo afecta esto la situación económica de Argentina?
Ya venimos de mal en peor, pero todo dependerá ahora de quién sea el elegido. Además, habrá que ver si con el nuevo ministro se anuncia un plan que muestre hacia dónde vamos y se verá entonces si el kirchnerismo colabora o no. También tendremos que ver si el esquema en Economía se modifica y deja de ser parcelado como ahora, donde el área energética está en poder del cristinismo, una de las razones del portazo de Guzmán.
¿Cómo se dio el conflicto con el área energética?
En abril del año pasado, Guzmán echó al subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, y él no se quiso ir. El kirchnerismo resistió el despido y terminó quedándose. Guzmán debió haberse ido entonces, pero pensó que con el tiempo las cosas se acomodarían, lo que no sucedió.