El Kremlin insistió hoy en que las acusaciones presentadas en EE.UU. contra la ciudadana rusa María Bútina, quien se declaró este jueves culpable de un cargo de espionaje, son infundadas.
"Volvemos a repetirlo, todas las acusaciones en su contra las consideramos absolutamente infundadas e inconsistentes", dijo a la prensa el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov.
El resto, agregó, ya corresponde al proceso judicial y a la defensa de Bútina, que "por ahora no queremos comentar".
Al mismo tiempo, al ser preguntado sobre si Moscú tendrá algo que reclamar a la presunta espía si esta testifica contra funcionarios rusos, Peskov pidió primero esperar a que eso ocurra.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aseguró por su parte en Bakú que Rusia continuará prestándole asistencia "para garantizar el cumplimiento de sus derechos y su pronto regreso a casa".
Lavrov atribuyó la confesión hecha por Bútina en un tribunal federal de Washington a las malas condiciones en las que está recluida la presunta agente, que "fueron creadas para socavar su voluntad y obligarla, de hecho, a reconocer algo que ella, probablemente, no ha hecho".
Esta semana, el presidente ruso, Vladímir Putin, negó cualquier relación de María Bútina con los servicios secretos de este país.
"Cuando me enteré de lo que le ocurrió pregunté inmediatamente a los jefes de nuestros servicios especiales quién era. Nadie sabe absolutamente nada de ella, salvo algunos en el Consejo de la Federación (Senado), donde al parecer ella había trabajado para uno de los senadores. Eso es todo", sostuvo el mandatario ruso.
Bútina, de 30 años y a quien EE.UU. vincula con el Kremlin, confesó ayer su culpabilidad en un delito de conspirar contra Estados Unidos, que le podría acarrear una condena máxima de 5 años de prisión en el marco de una causa judicial que ha generado una gran expectación.
La presunta espía, detenida en julio de 2018, hizo esa confesión después de que el pasado lunes su defensa registrara una petición en la que solicitaba una audiencia para cambiar su declaración inicial, en la que se había declarado inocente.
La acusada admitió que actuó en coordinación con funcionarios rusos para tejer una red de influencia en la política estadounidense cuando se hacía pasar por estudiante y aceptó cooperar con las autoridades estadounidenses.
También aseguró que era consciente de que tras cumplir la pena que se le imponga podría ser deportada o y mantenida en libertad vigilada.