El lunes 14 de enero partió desde Honduras la segunda caravana de inmigrantes que viajan hacia Estados Unidos. Unos 600 inmigrantes se reunieron en la estación de buses de San Pedro Sula para dirigirse hacia la frontera con Guatemala, luego hacia México hasta finalmente llegar a la frontera con EE.UU.
La situación migratoria que mantiene en alerta al presidente Donald Trump, ya que es uno de los temas que más ha marcado su agenda durante este segundo año de gobierno.
La primera gran caravana de inmigrantes comenzó el 12 de octubre del año pasado, en la ciudad fronteriza de San Pedro Sula. En esa oportunidad fueron cerca de 5 mil a 8 mil migrantes que hicieron la ruta hacia Estados Unidos que culminó en Ciudad de México el 15 de noviembre.
"Estas caravanas ilegales no serán permitidas en Estados Unidos y deberían dar la vuelta ahora mismo", aseguró Trump en medio del éxodo de inmigrantes, principalmente hondureños.
Según ha indicado el mandatario, se trataría de una de "crisis humanitaria" llegando a calificarla como una "invasión". Lo que lo ha llevado a medidas extremas para frenar dicha crisis, una de ellas fue la de militarizar con 5.200 uniformados en 26 puntos de la frontera, enfocados principalmente en los estados de Texas, Arizona y California.
Kevin McAleenan, comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos había defendido esta medida con un enfático mensaje en la que no iban a permitir que "grande grupos (de inmigrantes)" entraran al país "de manera no segura y fuera de la ley".
Y es que el discurso es el mismo desde que asumió Trump como presidente y lo que ha señalado desde su campaña presidencial en 2016. Según señaló el 29 de octubre en uno de sus tantos tuits "muchos pandilleros y algunas personas muy malas se mezclan en la caravana que se dirige a nuestra frontera sur", agregando con signos de exclamación: "¡Esta es una invasión de nuestro país y nuestro ejército te está esperando!".
Un recibimiento más bien frío para los inmigrantes que, la mayoría justamente salen de Honduras escapando de la violencia, la delincuencia y los homicidios.
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Migrantes hondureños participan en una caravana hacia EE.UU. Foto: AFP[/caption]
Las vidas que ha cobrado la inmigración
Según cifras más recientes del Proyecto Migrantes Desaparecidos revelaron que en el 2018 murieron 376 inmigrantes cruzando la frontera entre México y Estados Unidos. Con estos cientos de fallecidos, posiciona a la frontera del sur de EE.UU. como la segunda más peligrosa y letal después del Mediterráneo, que registró 1.978 muertes en el año pasado. Siendo Texas el estado fronterizo que ha cobrado más vidas a lo largo de todo el corredor (166 migrantes muertos).
"Casi la mitad de las 341 muertes registradas a lo largo de la zona fronteriza que se extiende más allá de Texas e incluye a los estados norteamericanos de Nuevo México, Arizona y California, como así también a los estados mexicanos de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Sonora y Baja California", decía el reporte de la Organización Internacional para los Migrantes de noviembre de 2018.
De todas estas muertes, las que más ha complicado al gobierno de Trump y a la Oficina de Aduanas de Fronteras de Estados Unidos son las de los dos menores guatemaltecos que murieron mientras intentaban cruzar la frontera.
La primera víctima de fue la pequeña Jakelin Caal Maquin, una menor de 7 años que murió bajo la custodia de las oficinas de aduanas estadounidenses. Tras recorrer 3.200 kilómetros junto a su padre, desde el norte de Gautemala, la pequeña falleció en menos de 48 horas después de que agentes de la Patrulla Fronteriza la detuviera.
Pese a que el padre le había advertido a la policía fronteriza que su pequeña tenía 41° de fiebre y vomitaba, ellos vieron nada malo. Sin embargo la pequeña sufrió dos paros cardíaco, según el gobierno de Guatemala. Intentaron revivirla esas dos veces hasta que su cuerpo no pudo aguantar más. Las causas de la muerte están siendo investigadas.
El pequeño guatemalteco, Felipe Gómez de 8 años murió también cuando se encontraba bajo la custodia de los servicios de migración en la noche de Navidad de 2018. El menor murió luego de haber presentado síntomas de una enfermedad infecto contagiosa.
El niño también había salido de Guatemala con su padre para buscar el sueño americano, pero fueron detenidos mientras cruzaban clandestinamente la frontera en la ciudad El Paso, en Texas.
Fueron trasladados a la estación de Alamagordo, donde el menor presentó los primeros síntomas. Ahí se le diagnosticó con un resfriado común, le recetaron ibuprofeno y amoxicilina, lo dieron de alta, pero luego presentó náuseas y vómitos, falleciendo poco antes de la medianoche del 34 de diciembre.