Annegret Kramp-Karrenbauer fue elegida sucesora de Angela Merkel al frente de la centroderecha alemán. En una ajustada votación, un millar de delegados de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) optó por la continuidad del legado centrista de Merkel frente al candidato rupturista, Friedrich Merz, que proponía un giro a la derecha. La ajustada votación, en la que la ganadora obtuvo 517 votos, frente a 482 de su rival, evidenció la profunda división de un partido en horas bajas, mermado por el avance de la extrema derecha.
La ganadora se sitúa ahora en la primera línea para convertirse en la próxima canciller alemana. Kramp-Karrenbauer, alias AKK, era la candidata preferida por Merkel, quien planea continuar al frente del gobierno alemán hasta 2021. El triunfo de AKK aleja el fantasma de elecciones anticipadas; un escenario mucho más probable de haber ganado Merz. La convivencia política con él habría sido complicada al ser un rival histórico de la canciller, que lo relegó en 2002, cuando era jefe del grupo parlamentario.
Fue necesaria una segunda vuelta para dar con la ganadora. En la primera, ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría suficiente y los delegados volvieron a votar ya con Jens Spahn, el tercer candidato, fuera de la carrera. "Está claro, no va ha haber un nuevo comienzo. Se ha optado por un excesivo statu quo", explicó a este diario tras la votación un alto cargo del partido visiblemente decepcionado. Las próximas semanas resultarán clave para saber hasta qué punto AKK está dispuesta a incorporar en la cúpula a representantes del ala más conservadora, que han ofrecido un apoyo masivo a Merz.
La CDU gobierna en coalición con la socialdemocracia y que se enfrenta como el resto de partidos tradicionales de Europa a una considerable pérdida de votos, debido en parte al auge del populismo de extrema derecha.
Tres candidatos se postulaban para suceder Merkel al frente del partido. Kramp-Karrenbauer, la candidata continuista del legado de la canciller; Merz, representante de la ruptura y de la vuelta a los valores conservadores tradicionales del partido; y con menos opciones, Spahn, ministro de Salud y defensor también de un giro a la derecha. Estaban llamados a votar 1.001 delegados, representantes del partido en todo el país.
En la CDU convive un intenso deseo de cambio y renovación con la esperanza de que la nueva figura sea capaz de unir a un partido fracturado principalmente por la crisis de la inmigración que comenzó en 2015 y que ha tenido como consecuencia la llegada de un millón y medio de demandantes de asilo a Alemania. Parte del partido acusa a Merkel de haber perdido el control de las fronteras del país.
Explicaba bien el dilema poco antes de la votación a este diario Fritz Güntzler, diputado y uno de los delegados llamados a decidir. "AKK es una opción más estratégica y Merz una más emocional. Es el mesías que promete resucitar a la vieja CDU. Él atrae a los soldados; ella a los oficiales", piensa Güntzler. Mientras hablaba, a su alrededor muchos delegados iban marcando la papeleta con su voto.
Los militantes y delegados quieren sobre todo que el nuevo presidente sea capaz de frenar la sangría de votos. El 41,5% que la CDU logró en 2015 parece ahora una ensoñación. Las encuestas de intención de voto indican que de celebrarse hoy las elecciones, obtendría un 27,5% de los votos.
AKK pronunció un discurso muy aplaudido en el que pidió coraje al partido para afrontar las turbulencias de un mundo que se enfrenta a cambios profundos. "No es suficiente con atacar al rival político. Tenemos que tener nuestras propias ideas".