Al día siguiente del ataque terrorista que dejó 50 muertos en dos mezquitas de Christchurch, el 15 de marzo pasado, la primera ministra de Nueva Zelandia, Jacinda Ardern, señaló en una conferencia de prensa que "mientras se está trabajando en la cadena de eventos que llevaron tanto a obtener esta licencia de armas y a la posesión de estas armas, puedo decirles una cosa ahora mismo. Nuestras leyes de armas van a cambiar". Y en menos de un mes, así fue.
Solo seis días después del ataque terrorista, Ardern anunció una serie de cambios inmediatos a las leyes de armas de fuego de ese país, como la prohibición de los rifles de asalto y semiautomáticos de estilo militar. Menos de un mes después del ataque, el 10 de abril, el Parlamento neozelandés aprobó casi por unanimidad (119 votos contra 1) este cambio en la legislación sobre el control de armas.
Las acciones del gobierno de Ardern frente al ataque han sido rápidas y fáciles de aprobar en comparación a otros países, como Escocia, que logró anunciar una prohibición parcial de armas siete meses después de la masacre de 16 niños en Dunblane, en 1996. Un caso cercano sería el de Australia. Solo 10 días después de la matanza de Port Arthur, en abril de 1996, el gobierno anunció el Acuerdo Nacional de Armas de Fuego.
"La rapidez de esa decisión, en parte, es por la increíble figura de la primera ministra, que es una persona que pone el interés del pueblo antes del interés político. Su liderazgo es inusual en el mundo", explica a La Tercera la exdirectora de la Red de Acción Internacional sobre Armas Pequeñas, Rebecca Peters.
Y aún así, a pesar de esta especie de récord para legislar sobre el tema, Nueva Zelandia no se quedó solo en la regulación de armas. La matanza tuvo un alto impacto debido a que el atacante transmitió por Facebook el tiroteo, como si se tratara de un videojuego. Esta semana, Ardern anunció que el próximo mes liderará una reunión junto al Presidente de Francia, Emmanuel Macron, para lograr impedir que los actos de terrorismo y extremismo violento se transmitan en Internet. La iniciativa, denominada "Christchurch Call", reunirá a líderes mundiales y directores generales de compañías tecnológicas.
Y por si las anteriores dos iniciativas no fueran suficientes, Nueva Zelandia anunció también que está ofreciendo residencia permanente para todos quienes estuvieron en las dos mezquitas al momento del ataque, así como a los familiares cercanos de los sobrevivientes. La medida, que abarcaría a unas 190 personas, responde a las peticiones públicas de los sobrevivientes y los familiares de las víctimas para asegurar su estatus migratorio.
La cruzada de Nueva Zelandia para atacar las causas y las consecuencias del tiroteo del 15 de marzo difiere ampliamente de otros casos, como el de Estados Unidos, que desde hace 25 años no ha podido volver a prohibir a nivel federal las "armas de asalto" de estilo militar.
El caso estadounidense
Ante las medidas adoptadas tras Christchurch, los estadounidenses les están pidiendo a sus propias autoridades que sigan el ejemplo de Nueva Zelandia. Se preguntan por qué la reforma sobre la regulación de armas es mucho más difícil de lograr en su país, generando una creciente presión para los congresistas norteamericanos.
Pero los motivos de por qué EE.UU. no ha podido regular el uso y venta de armas es simple. "A diferencia de EE.UU., Nueva Zelandia es un país pequeño y relativamente liberal que no cuenta con un electorado fuerte a favor de las armas de estilo militar semiautomáticas", dijo a The Associated Press, Franklin Zimring, autor del libro The Citizen's Guide to Gun Control. "Si bien una clara mayoría de los norteamericanos apoya más restricciones, las leyes de armas de fuego en EE.UU. no cambiarán hasta que la intensidad de esos partidarios pueda contrarrestar la intensidad de la oposición de los propietarios de armas", puntualizó el experto.
El poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y de quienes sostienen que una prohibición de las armas afecta a la Segunda Enmienda de la Constitución de EE.UU., ha logrado que cualquier proyecto de ley sobre el tema sea bloqueado en el Congreso por los conservadores republicanos.
Pero también hay una gran diferencia cultural con respecto a las armas, asegura CNN. Pese a que Nueva Zelandia tiene una alta tasa de posesión de armas (26,3 armas por cada 100 personas), éstas están asociadas a la caza y control de plagas. De hecho, la policía de Nueva Zelandia no suele portar armas de fuego. Pero en el país liderado por Donald Trump, los poderosos defensores de los derechos de portar armas de fuego argumentan que los rifles de estilo militar son necesarios para la autodefensa, incluso en los hogares.
"Ni en Australia, Nueva Zelandia, o en la mayoría de los otros países industrializados se acepta social ni legalmente, la tenencia de armas con la intención de matar a otro civil. En Estados Unidos esa es la razón creciente. Ellos toleran la cantidad de todas las muertes que ha habido, porque piensan que así pueden evitar su propia muerte", concluye Peters.