El río Dajabón, también conocido como Masacre, ha sido un límite natural que por siglos –desde finales del XVIII, según detalló BBC– ha demarcado la separación entre Haití y República Dominicana. Hoy, sin embargo, es la fuente que quiebra la concordia entre ambos países.

Fue durante el pasado 14 de septiembre que el Presidente dominicano, Luis Abinader, anunció que cerraría la frontera con la nación vecina. No alcanzaron a pasar 24 horas desde que lo comunicara, y las conexiones terrestres, marítimas y aéreas ya estaban formalmente clausuradas. Acusaba la continuación en la construcción de un canal de riego que violaba la soberanía dominicana, lo que justificaba el envío de militares, vehículos blindados y helicópteros a la zona.

Un haitiano realiza un ritual para purificar la construcción de un canal de agua en río Masacre. Foto: Reuters

De ahí en más, la conexión entre ambas naciones, vital en áreas como la economía en sectores fronterizos, se cortó. Pero el experto de la Organización de Naciones Unidas (ONU), William O’Neill, advirtió de lo que podría ocurrir de no solucionar el quiebre entre los dos vecinos que comparten una misma isla, a sólo kilómetros de Cuba y Jamaica.

La dependencia económica y laboral de Haití y República Dominicana podría, entre otras cosas, desabastecer a la primera, ya empobrecida por años. Insumos básicos, médicos y alimenticios podrían acabarse rápidamente, aseguró O’Neill en un comunicado, pidiendo urgencia a las negociaciones, considerando que niños y gente empobrecida será la que más sentirá el golpe de la fractura entre los dos países.

Quiebre abrupto

La crisis de seguridad que vive Haití, agravada por el poder que han acumulado bandas criminales tras el magnicidio del Presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021, la llegada en grandes volúmenes de haitianos a República Dominicana e incluso las cercanas elecciones presidenciales, aseguró un experto a Radio Francia Internacional, podrían considerarse dentro de las razones de un quiebre que hace meses se viene acrecentando.

Pero el argumento expuesto por los dominicanos es otro: Haití habría permitido la construcción de un canal de riego para uso privado, en lo que Abinader calificó como “un acto de provocación” que “viola los acuerdos existentes” entre las dos naciones. De ese modo, el río Masacre, apodado así por una antigua disputa colonial entre España y Francia, detalló France 24, volvía a estar en el centro de la relación haitiano-dominicana.

Haitianos trabajan en el río Masacre, razón del cierre total de la frontera con República Dominicana. Foto: Reuters

De un día para el otro, el nexo se cortó, y los comerciantes y productores que diariamente utilizaban el mercado binacional de Dajabón vieron su negocio destruido. Algunos debieron regalar sus animales, fuente de trabajo y alimento. Otros, ya ven sus arcas con números negativos al haber vendido con crédito y ahora no poder cruzar a cobrar.

“Tuve que regalar mis gallinas para no perder dinero alimentándolas”, dijo Tomás Liberato a France 24. Le entregó una o dos gallinas a cada vecino. No tenía cómo solventar su cuidado para luego venderlas en Haití.

“Imagínese. Aquí en la frontera sólo se vive de ese mercado. Tendremos que emigrar de aquí porque no nos vamos a dejar morir. Uno vive de eso, del mercado. El 80% o el 90% vivimos de eso”, agregó. Estimaciones consignadas por el mismo medio cifran en al menos 20.000 la cantidad de haitianos que cruzaban diariamente el puente internacional.

Según el alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, lo complejo de la situación es que la ciudad y toda la provincia –del mismo nombre– vive del comercio bilateral, explicó a CNN. El comercio que haitianos y dominicanos realizaban entre lunes y viernes equivalía a un intercambio de más de US$ 4 millones por semana. Además, Abinader decretó la suspensión de las visas de ciudadanos haitianos, junto con prohibir la entrada al país a quienes consideren involucrados en el conflicto.

Sin embargo, la población haitiana sería la más golpeada, explicó en un comunicado el experto de la Organización de Naciones Unidas en derechos humanos en Haití, William O’Neill. Muchas empresas dominicanas dependen del comercio bilateral, confirmó el funcionario asignado por la ONU, quien también contribuyó a crear la Policía Nacional de Haití en 1995. También numerosos negocios dependen de la mano de obra haitiana para funcionar.

El expolicía Jimmy "Barbecue" Chérizier, líder de la coalición 'G9', encabeza una marcha rodeado de su seguridad contra el primer ministro de Haití, Ariel Henry, en Puerto Príncipe, el 19 de septiembre de 2023. Foto: Reuters

“Pero el impacto en Haití será aún más grave”, detalló. La presencia de peligrosas bandas hace que el comercio con su nación vecina sea vital para abastecerse de productos esenciales como alimentos, equipos médicos y medicamentos.

“Hay directores de clínicas de Haití que me han dicho que no podrán atender a sus pacientes si se corta el acceso a la República Dominicana. Hay vidas en juego”, agregó.

Al menos el 25% de los alimentos que llegan a Haití provienen de la nación con la que ahora están en conflicto, detalló la ONU en un artículo al respecto. Es por eso que O’Neill hizo un llamado a los dos países a regresar a la mesa de negociación, y “retomar el proceso descrito en una declaración conjunta de mayo de 2021 para alcanzar una resolución pacífica de la disputa”, agregó el mismo sitio.

“Si no se puede llegar a un acuerdo de este tipo, exhorto a ambas partes a acordar un arbitraje internacional para resolver sus diferencias”, aseveró el experto asignado por el organismo internacional.

Una relación desgastada

La situación entre los dos países viene empeorando desde hace años. Para febrero de 2022, el gobierno de Abinader inició la construcción de una “verja perimetral inteligente” ubicada en las “áreas más pobladas y sensibles de la frontera”, en un intento para frenar la migración que huía por el complejo escenario pre, y principalmente post magnicidio.

“La República Dominicana no puede hacerse cargo de la crisis política y económica de ese país (Haití) ni resolver el resto de sus problemas”, dijo el mandatario aquella vez, recordó BBC.

Fue también años atrás en que el lado haitiano inició la construcción del “canal de riego” que ahora gatilló el quiebre. Buscaba paliar la crisis hídrica en las tierras agrícolas de Maribaroux. Pero el asesinato del Presidente Moïse pausó las obras. El problema llegó cuando, ante la inacción de las autoridades locales, un grupo de privados retomó el trabajo.

El mandatario aseguró que “un pequeño grupo de particulares haitianos ha retomado la construcción de un canal ilegal en territorio haitiano para extraer agua del río Dajabón”, consignó CNN. “El gobierno dominicano se ha visto obligado a tomar medidas contundentes, como el cierre de la frontera con Haití, para garantizar la seguridad y el interés nacional, así como para proteger nuestros ríos, medio ambiente y producción agrícola”, agregó.

Según BBC, Abinader reclamó que la construcción iba a desviar el agua del río y, por ende, amenazaba la seguridad y soberanía de República Dominicana, todo fundado en una violación del Tratado de Paz y Amistad Perpetua y Arbitraje de 1929 y otros tratados fronterizos a los que ambos países suscribieron en el pasado. El resultado fue el cierre de la frontera y la posterior crisis económica.

Durante el discurso del mandatario dominicano ante la Asamblea General de la ONU, este miércoles 20, Abinader pidió “asumir con urgencia y de una vez y por todas, la crisis haitiana como una de altísima prioridad y de permanente seguimiento”.

El Presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, se dirige a la 78ª Sesión de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Foto: Reuters

Desde Haití se defienden asegurando que “el diálogo estaba en curso y bien encaminado entre la delegación haitiana, debidamente autorizada, con sus homólogos dominicanos de la Comisión Binacional, en la Cancillería dominicana, en la República Dominicana, cuando se produjo el anuncio unilateral del Presidente de República Dominicana de cerrar sus fronteras”. Afirman que la construcción se realiza conforme a los estándares y bajo la supervisión de los Ministerios de Agricultura, Recursos Naturales y Desarrollo Rural y de Medio Ambiente.

Consultado por Radio Francia Internacional, Nelson Espinal Báez, abogado dominicano experto en negociación y mediación, planteó que “lo que hay es un conflicto de posiciones, no un conflicto de intereses. Los intereses de ambas naciones no están en conflicto. Al contrario, a República Dominicana le conviene que ese pueblo tenga agua y que tenga electricidad, que tenga desarrollo agropecuario. Clave es la gestión eficiente del mismo y que no venga a dañar los intereses de República Dominicana. Y es perfectamente posible desarrollar una propuesta, una solución de ganancia para ambas naciones”.

Por otro lado, el politólogo haitiano Joseph Harold Pierre dijo al mismo medio que “no hay razón para que República Dominicana tome esa posición de cerrar la frontera. Y yo creo que más que una posición técnica, hasta política, hay otros intereses”.

En referencia a las próximas primarias dominicanas de octubre de este año, y las presidenciales de mayo de 2024, el politólogo haitiano aseguró que pareciera que “esta situación es un pretexto para otra cosa. En el caso dominicano, creo que (hay) temas políticos, electorales, y en el caso haitiano, bueno, la debilidad institucional es lo que explica todo eso”.