Con la llegada del invierno y el limitado avance en las ambiciones tanto de Rusia como de Ucrania en el campo de batalla, una posibilidad empezó a rondar en la cabeza de analistas, políticos y militares del mundo: la invasión podría entrar a un punto muerto en el que ninguno de los dos líderes de las naciones en conflicto darán su brazo a torcer.

Así lo demostró el discurso de Volodymyr Zelensky frente al Congreso de Estados Unidos durante este miércoles, donde, entre líneas, dejó entrever que su país deberá prepararse para un nuevo año de combates, en el que, semanalmente, gasta más munición que la producida en un mes completo por la nación norteamericana que le proporciona gran parte de su equipo.

En la vereda contraria, el Kremlin acusó a Washington de estar aplicando una “guerra indirecta”, es decir, una en la que Estados Unidos estaría utilizando a Ucrania como combatiente dentro de una supuesta lucha mayor entre ambas potencias mundiales. Idea que el propio Zelensky deslizó en sus palabras en territorio norteamericano, cuando apeló a los republicanos para decir que Rusia podría, eventualmente, atacar a otros aliados estadounidenses, en una supuesta referencia a Israel.

“Guerra indirecta”

Los sistemas de misiles tierra-aire Patriot, llamados formalmente MIM-104 Patriot, fueron una de las armas más popularizadas durante la Guerra del Golfo, y ahora formarán parte del arsenal del que dispondrá Ucrania en su batalla por mantener a raya a las fuerzas invasoras rusas. A juicio de estas últimas, sin embargo, ello no les impide alcanzar sus objetivos ni contribuye a resolver el conflicto.

Así lo aseguró Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, quien dijo este jueves que no vieron muestras en las palabras de Zelensky en el Congreso de que Occidente busque entablar conversaciones de paz. La entrega del poderoso armamento, así como un nuevo paquete económico en favor de Ucrania, serían pruebas para Moscú sobre que Estados Unidos estaría llevando adelante una “guerra indirecta” contra Rusia “hasta el último ucraniano”, aseguró el funcionario.

Soldados estadounidenses junto al sistema de defensa aérea de largo alcance Patriot durante un ejercicio en Lituania, en 2017. Foto: Reuters

Previamente, la agencia rusa de noticias TASS informó que, en palabras de Anatoly Antonov, el embajador ruso en Estados Unidos, la visita de Zelensky a suelo norteamericano confirmaba que las palabras de Washington de no querer entablar un conflicto con Rusia eran vacías, y que las acciones de la Casa Blanca estaban conduciendo a una escalada cuyas consecuencias eran imposibles de imaginar.

Sobre el sistema Patriot, Peskov declaró que la entrega de este al Ejército ucraniano “no favorece una solución rápida, sino todo lo contrario”. “Y esto no puede impedir que la Federación Rusa logre sus objetivos durante la operación militar especial”, concluyó, haciendo referencia al eufemismo utilizado por el Presidente Vladimir Putin para denominar la guerra que ha costado la vida de decenas de miles de personas.

El propio Putin dijo que el suministro estadounidense de misiles Patriot a Ucrania no impedirá que alcance sus objetivos militares. Descartó el arma por vieja y aseguró que los sistemas de misiles de Rusia podrían derribarla. “La defensa aérea Patriot está desactualizada. Siempre se encontrará un antídoto… Rusia derribará el sistema Patriot”, declaró el jueves.

Asimismo, el presidente ruso destacó que “todos los conflictos armados terminan mediante negociaciones”, lo que implica que Ucrania finalmente se verá obligada a ceder territorio a cambio de la paz. “Cuanto antes esto quede claro para Kiev, mejor”, agregó. “Nuestro objetivo no es hacer girar el volante del conflicto militar, sino, por el contrario, poner fin a esta guerra”, dijo Putin. “Nos esforzaremos por poner fin a esto, y cuanto antes mejor, por supuesto”.

Durante el discurso pronunciado por el presidente ucraniano en Estados Unidos, el actor convertido en mandatario y, por la fuerza, en líder en tiempos de guerra, aseguró que los aportes norteamericanos eran una inversión para la democracia, comparando la batalla entre Kiev y Moscú con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

En una conferencia de prensa junto a su anfitrión y homólogo, Joe Biden, Zelensky destacó que el sistema Patriot ayudaría a crear un escudo aéreo para defenderse de los incesantes ataques rusos, los que han apuntado principalmente al sistema eléctrico y de calefacción durante las últimas semanas. Su objetivo, aseguró el mandatario ucraniano, sería el infundir el terror.

“Es la única manera de privar al Estado terrorista de su principal instrumento de terror: la posibilidad de atacar nuestras ciudades, nuestra energía”, dijo desde la Casa Blanca. A través de Telegram, el mandatario también arengó a sus compatriotas, asegurando que “aunque el enemigo pueda dejarnos temporalmente sin luz, nunca logrará dejarnos sin el deseo de hacer las cosas bien, de reparar y restablecer la normalidad”, escribió. “Juntos venceremos cualquier oscuridad”.

Las estudiadas palabras del mandatario ante los legisladores norteamericanos tenían una razón de ser. El 3 de enero, el control de la Cámara de Representantes pasará al Partido Republicano, y ya han surgido voces dentro de la colectividad política que se oponen a continuar financiando la guerra ucraniana. El discurso, por tanto, debía ser lo más amplio posible, considerando que todo apunta a que el conflicto se extenderá durante el próximo año.

“La acumulación de fuerzas rusas hace que muchos funcionarios se pregunten si el humillado Presidente Vladimir Putin está tramando un nuevo ataque. Y, por primera vez, algunos aliados y socios, entre ellos una minoría de republicanos, se preguntan si Estados Unidos debería gastar decenas de miles de millones en un país que no es aliado suyo”, escribió el periodista y columnista David E. Sanger en The New York Times.

Actualmente, el Congreso estadounidense se encuentra ad portas de aprobar un nuevo paquete de ayudas militares y económicas de emergencia que asciende a US$ 44.900 millones, sumado a los US$ 50.000 millones ya enviados durante este año. Además, Washington anunció otros US$ 1.850 millones en ayuda exclusivamente militar, incluido el sistema Patriot.

El posible punto muerto

A solo días de iniciar el 2023, las perspectivas sobre cómo se desarrollará la guerra en Ucrania durante el próximo año parecen converger en una idea: cada vez será más difícil para el país invadido el poder recuperar territorio ocupado por Rusia. Las duras derrotas de Moscú, como lo fueron la retoma de Kherson y el ataque al puente del estrecho de Kerch que unía a Crimea con territorio ruso, fueron vitales, creen expertos, para la elaboración de una nueva estrategia en el Kremlin.

La unificación del mando bajo la dirección de un solo general sería ejemplo de esto. Sergey Surovikin, quien ahora se encuentra a cargo de la guerra, ha sido destacado por funcionarios estadounidenses, aseguró The New York Times, ya que ha logrado ejecutar operaciones militares complejas de manera eficiente.

Un militar ucraniano prepara un lanzagranadas antitanque para disparar en una línea del frente, en la región de Donetsk. Foto: Reuters

El invierno también será un factor clave. Además de empantanar las batallas y frenar posibles avances de ambos bandos, podría entregar un valioso tiempo a los altos mandos rusos en la preparación de los 300.000 reclutas que, anunció, empezarán a entrenar para enviar al frente.

Según David E. Sanger, “a los mandos militares estadounidenses les preocupa que los 300.000 reclutas rusos, aunque reciban un adiestramiento rápido y deficiente, constituyan una fuerza enemiga mayor que cualquier otra lanzada contra Ucrania hasta la fecha”, dijo en una columna del medio neoyorquino.

Evelyn Farkas, antigua alta funcionaria del Pentágono y experta en Rusia, dijo al mismo periódico que, en su opinión, “es mucho más fácil para Ucrania defender territorio que pasar a la ofensiva para reconquistar territorio”, en línea con la postura de que se podría producir un estancamiento en los avances de los países involucrados directamente. “Tenemos que proporcionar a los ucranianos el equipo y la formación necesarios para hacerlo”, agregó, en apoyo a los aportes monetarios norteamericanos.

La guerra se introduce, cada vez más, en una etapa por quién logra mantener de mejor manera el constante flujo de equipos, armamento y tropas, donde la ausencia de alguno de ellos podría desbalancear el destino de la invasión, dijo a The New York Times el vicepresidente senior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Seth G. Jones. “Cada vez más se trata de una contienda entre la base industrial occidental y la base industrial rusa, con alguna ayuda de los iraníes, los norcoreanos y algunos otros países”, aseveró.

Desde que Rusia se retiró de Kiev, en abril de este año, sus objetivos cambiaron hacia la conquista de la zona oriental de Ucrania conocida como el Donbás. Esta se compone de la región de Donetsk, de la que Moscú controla cerca del 60%, y de la de Luhansk, la que mantiene casi completamente bajo su dominio, informó la agencia Reuters. Y no hay indicios de que ninguno de los dos líderes nacionales planeen ceder en sus objetivos.

“El propio Putin dijo el miércoles que gastaría lo que hiciera falta y se tomaría el tiempo que hiciera falta para alcanzar sus objetivos. Está claro que Zelensky también lo hará”, vaticinó Sanger.