"¡Nos están baleando! ¡Hay varios heridos y muertos! Aquí nos están matando como si fuéramos perros. No hay justicia para la gente pobre. Pido que nos manden resguardo policial internacional, ya no podemos confiar en la policía. Están disparando con balas, nosotros no tenemos con qué defendernos. Estamos cerca de nuestras casas. Ya están sacando los camiones, llegó un helicóptero y se han equipado. Ellos dicen que estamos pagados y que somos vándalos, pero solo somos gente pobre que trabaja", narra a La Tercera entre lágrimas la alteña Elizabeth Serrano. Esto, en medio de la violenta jornada del martes, en la que un operativo policial-militar llegó hasta El Alto para desbloquear el camino para los camiones cisterna (con bencina y gas licuado) detenidos en la planta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en Senkata ante el creciente desabastecimiento, y que dejó al menos tres muertos por disparos.
El estallido social protagonizado por detractores de Evo Morales tras las elecciones y luego por los seguidores del Presidente tras su renuncia-, se ha transformado en una crisis de proporciones, con al menos 26 muertos y más de 700 heridos.
A la violencia en las calles se ha sumado ahora la escasez de alimentos y combustible, lo que provocó una especulación de precios que profundiza el sentimiento de incertidumbre en Bolivia. La carne y el pollo se transformaron en productos de difícil acceso con el correr de las horas.
"Hay muchos precios por las nubes. El pollo que estaba entre US$ 5 y 5,7 hoy lo encuentras desde US$ 9,4 hasta 11,5. El kilo de carne, que estaba a US$ 5,79, hoy llega a los US$ 10,1 y 11, en todos los lugares con largas filas. Hasta las achuras han subido. Antes encontrabas un kilo de patas de pollo a US$ 0,72, mientras ahora está a US$ 2,17 y ni así encuentras en los mercados distribuidores", cuenta Lilian, que vive en El Alto junto a sus padres.
Los problemas también llegaron a La Paz, que precisamente se abastece a través de las carreteras alteñas que han sido bloqueadas.
Ante esto, la alcaldía paceña instaló puntos de venta rotativos en los que los bolivianos hacen largas filas para comprar un pollo entero de 2 kilos por persona a US$ 5 y en un horario limitado, lo que no resolvió la alta demanda.
La carencia de suministros en los hogares siguió a los comercios. Varios restaurantes han debido cerrar por seguridad y escasez. "No estamos abriendo, porque no podemos comprar los ingredientes. Si se abastece un poco más vamos a empezar a trabajar, pero mientras no hay. Vamos viendo a diario", sostuvo el personal del restorán Luciérnagas, en el centro capitalino.
Según el diario paceño Página Siete, "grupos afines del Movimiento Al Socialismo (MAS)" han generado los cercos y bloqueos que han impedido el paso de camiones cisterna con combustibles en Senkata. Por esto, el ministro de Hidrocarburos, Víctor Hugo Zamora, señaló que "hemos tenido que importar gasolina y diésel desde Chile y Perú para poder entrar por esa vía alternativa".
"La situación está complicada, La Paz está cercada y no hay mucho alimento ni combustible. Hay protestas a diario. Estamos sobreviviendo. Lo que nos afecta es que no hay ingresos ni salidas de La Paz y por eso hay escasez, mientras en otros departamentos hay alimento echándose a perder. Tampoco hay salidas de buses, por la falta de combustible", cuenta a La Tercera el boliviano Oscar Adurivi.
El transporte público funcionaba hasta el martes a un 60% de su capacidad, utilizando Gas Natural Vehicular (GNV) o con bidones de bencina, en días en que el litro pasó de US$ 0,54 a US$ 1,45. Dado el avance de algunos camiones a La Paz, vecinos alteños bloquearon calles con bidones de gas en mano para exigir el preciado carburante.
A pesar de los gritos de manifestantes que solicitan convocar a elecciones, el gobierno interino de Jeanine Áñez seguía anoche evaluando escenarios, mientras el líder cívico de Santa Cruz, Luis Camacho, dio hasta el 19 de enero para realizar los comicios. A su vez, el MAS intentaba articular el partido ante la ausencia de Evo.