La exitosa gestión como pacificador de Pérez de Cuéllar en la ONU

Javier Pérez de Cuéllar
(Foto: Reuters) Javier Pérez de Cuéllar en un acto de campaña en la ciudad peruana de Sicuani, en 1995.

El exsecretario general del organismo, fallecido a los 100 años en Lima, fue clave en el fin a la guerra entre Irán e Irak en 1988.


Como secretario general de Naciones Unidas (1982-1991), a Javier Pérez de Cuéllar se le recuerda por su gestión discreta, pero efectiva. Y es que el diplomático peruano, que murió el miércoles a los 100 años en Lima, se ganó una reputación por su diligencia y su diplomacia serena, más que por su carisma. “Le ton fait la chanson”, le gustaba comentar en francés, queriendo decir que la melodía es lo que hacía la canción y no la fuerza de voz del cantante.

Durante la década que estuvo al frente de Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar desempeñó un papel decisivo como intermediario en la guerra de las Malvinas, que enfrentó en 1982 a Argentina con Reino Unido, si bien no pudo detener el conflicto, como recuerda el diario británico The Guardian.

Pero en 1988 mostró su habilidad como mediador. En marzo de ese año, obtuvo en Ginebra un arreglo para el retiro negociado de las tropas soviéticas de Afganistán, luego de una invasión que duró 10 años. Más de un millón de afganos murieron bajo los bombardeos y el Ejército Rojo perdió unos 15.000 hombres.

Más tarde Pérez de Cuéllar logró uno de sus mayores triunfos diplomáticos: poner fin a la guerra entre Irán e Irak (1980-1988). En julio de 1988, el iraquí Saddam Hussein y el iraní Ruhola Jomeini se vieron empujados a aceptar la Resolución 598 -adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 20 de julio de 1987- al ver que no podían vencer en el conflicto. Finalmente se llegó a la paz el 20 de agosto de 1988, sobre la base del mantenimiento de la situación territorial anterior al enfrentamiento bélico. Se calcula que la guerra se saldó con un millón de muertos (el 60% de ellos iraníes) y casi dos millones de heridos.

Asimismo, en agosto de 1988, Pérez de Cuéllar, logró un primer avance en el conflicto del Sahara Occidental entre Marruecos y el Frente Polisario, al obtener de las dos partes su “aceptación de principio” a un proyecto de plan de paz para la celebración de un referéndum de autodeterminación en esta antigua colonia española.

En diciembre de ese año, también a instancias suyas, Cuba, Angola y Sudáfrica firmaron los Acuerdos de Nueva York, los cuales establecieron el retiro de las tropas cubanas de Angola, el repliegue de las tropas sudafricanas de territorio angoleño y el inicio del proceso de descolonización de Namibia.

Pérez de Cuéllar también intercedió en los contactos Chipre-Turquía y bajo sus auspicios se produjo, en enero de 1990, un acuerdo sobre un plan de paz de la ONU para Camboya. En 1991, negoció el fin de las hostilidades en la guerra del Golfo Pérsico.

Antes de la medianoche del 1 de enero de 1992, al salir de la sede de las Naciones Unidas, ya como exsecretario general, obtuvo un último logro, luego de horas de difíciles negociaciones: un acuerdo de paz entre el gobierno salvadoreño y guerrilleros izquierdistas.

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