"Soy de Guta. Estoy sufriendo por el continuo bombardeo y ahora vivo en túneles. No estoy yendo al colegio, no he ido ni una sola vez. Extraño a mi colegio, extraño a mi profesora, echo de menos a mis amigos. Las personas no están comiendo o tomando nada, no estamos comiendo nada", cuenta Dana, una niña de cinco años, entrevistada por la organización Save The Children. Su testimonio da cuenta de la dramática situación que viven los niños y jóvenes en Siria, donde el conflicto cumplió esta semana siete años y ya ha dejado más de 470 mil personas muertas, cinco millones de refugiados y más de seis millones de desplazados.
En el distrito donde vive Dana, ubicado en las afueras de Damasco, al menos 1.196 civiles, entre ellos 245 menores y 164 mujeres, han fallecido y otros 4.640 han resultado heridos por los ataques contra esa región desde el 18 de febrero, según cifras del Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Quienes sobreviven deben lidiar no solo con los bombardeos, los enfrentamientos y las bombas, sino que también con las enfermedades y la escasez de alimentos. Se estima que más de 6,5 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria en Siria, es decir, carecen de acceso permanente a alimentos para mantener una vida sana y activa, denunció el miércoles el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU. De acuerdo con este organismo, desde el comienzo del conflicto, los precios de los alimentos han aumentado a niveles inalcanzables para muchos. El PMA puso el ejemplo del pan, que ahora es ocho veces más caro que antes de 2011. De hecho, siete de cada 10 sirios viven en una pobreza extrema en la actualidad.
En el caso de los niños y adolescentes se suma un alto riesgo de no tener ningún tipo de educación. Porque, según datos proporcionados a la agencia EFE por el representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Siria, Fran Equiza, 1,7 millones de niños no van al colegio en el país árabe, a los que se suman más de un millón que corren el riesgo de abandonarlo, por lo que existe el peligro de que haya "una generación perdida". "En general, lo que las familias piden en Siria es que sus hijos puedan volver a sus escuelas", añadió Equiza.
"El asedio era muy horrible. Cada vez que había un bombardeo, no podíamos ir al colegio. Soñábamos que teníamos pan. Solíamos ir al colegio sin nada que comer y teníamos mucha hambre. Gracias a Dios teníamos dinero, pero queríamos comprar una bolsa de papas y no encontrábamos. Tengo 11 años y no puedo leer ni escribir, ojalá pudiera leer o escribir pero no puedo. Llegamos a Idlib y comencé a aprender un poco. Espero ser capaz de leer y escribir", relata Hany a Save The Children y recuerda el drama vivido en su escuela. "Ella (la profesora) estaba parada junto a la ventana y nos dijo que iría a buscar lápices y papeles. Antes de que pudiera hacerlo, le llegó un disparo a su cabeza y vimos que estaba muerta. La cubrieron con una sábana porque no había un sudario. La envolvieron en la sábana, se la llevaron y la enterraron en el cementerio", relata el menor.
Para ayudar a niños como Hany, la organización británica evaluó a 1.178 alumnos (558 niños y 620 niñas) entre cinco y 11 años en el noroeste de Siria. El resultado mostró el retroceso al que se han visto expuesto. Por ejemplo, más de un tercio de los alumnos entre 9 y 11 años mostró que las habilidades para leer en árabe eran menores que las que usualmente se esperarían de niños entre cinco y seis años. Es más, un 7% ni siquiera podía reconocer las letras básicas. Casi 50% de los menores entre 9 y 11 años eran incapaces de resolver problemas de matemáticas que normalmente se enseña a los de cinco y seis años, incluso había algunos que no podían reconocer los números.
Organizaciones como Unicef han puesto en marcha proyectos con profesores para que los menores que hayan estado fuera del sistema educativo cursen dos años en uno, pero Equiza reconoció que, así como esto es fácil con los más pequeños, con los mayores es complicado.
Equiza explicó que "hay muchas Sirias", porque la situación es muy diferente en las distintas partes del territorio: "Está la Siria de los bombardeos, como Afrín y Guta Oriental, y otras zonas como el sur de Latakia que han recibido muchos desplazados y no hay suficientes servicios".
La guerra ha afectado especialmente a los menores, ya que, tal y como detalló Equiza, cerca del 45 % de la población siria son menores, "esto quiere decir que cuando hay ataques contra los civiles el porcentaje de víctimas menores es tremendo".
"El mundo ha defraudado por mucho tiempo a los niños de Siria. Casi tres millones de niños han crecido solo conociendo la guerra. Pese a las recientes promesas de alto el fuego, los menores aún están siendo bombardeados en sus casas, colegios y hospitales. Las familias se esconden en los subterráneos y no tienen acceso a cosas básicas como comida y suministros médicos. La ayuda nunca debe ser usada como un arma de guerra en esta forma", dijo Helle Thorning Schmidt, directora ejecutiva de Save The Children.
* Publicado en La Tercera el 17 de marzo de 2018.
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