Hasta la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, nadie le había pedido a Radoslaw Sekunda, un ingeniero, que actualizara uno de los refugios antibombas de la era soviética que salpican gran parte de Varsovia.
Durante las últimas tres décadas, los refugios antibombas no eran funcionales, sino reliquias de la época pasada de la Guerra Fría, cuando la guerra parecía inminente. Ahora, Sekunda, director de la Asociación de Ingenieros y Construcción Técnica de Varsovia, recibe llamadas de este tipo de polacos que reabren las puertas herméticas y preguntan si deberían actualizar sus búnkeres para que puedan usarse como protección contra un ataque ruso.
Si bien los funcionarios locales y estadounidenses han advertido que Polonia podría ser un objetivo futuro de la agresión rusa, la capital no parece estar en pie de guerra. Más bien, las preocupaciones sobre un conflicto militar se expresan en murmullos silenciosos entre los polacos que están planificando en privado sobre futuras hostilidades. El renacimiento de los refugios demuestra que los temores sobre un posible ataque químico o convencional ruso en Polonia son reales, pero hay una variedad de puntos de vista en lo que respecta a la planificación de la guerra.
Una mujer en un bus dijo que escuchó un podcast de 40 minutos sobre qué comer si te escondes en el bosque, en caso de que tuviera que huir de Varsovia. Un estadounidense que vive en Polonia dijo que estaba construyendo un pozo de agua en su patio trasero, porque “si tienes agua, lo tienes todo”. Y el administrador de un edificio, que tiene la única llave de su refugio, dice que se niega a hacer cualquier preparación.
“Soy un racionalista y no creo que invadan”, dijo Jan Grzywaczewski, quien ha vivido en su edificio de departamentos de Varsovia durante 25 años y tiene la única llave del refugio desnudo y polvoriento en la parte inferior de su edificio. “Además, el pánico es el peor consejero”, agregó.
Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, las naciones del bloque soviético construyeron refugios para protegerse contra un posible ataque occidental. La ley polaca exige que las empresas y los municipios construyan refugios antiaéreos en edificios residenciales, industriales y administrativos, generalmente en el sótano. Cada refugio tenía una puerta de metal grueso que a menudo conducía a una puerta de metal más pequeña y a un laberinto de varias habitaciones, incluido un baño. También se les exigía que tuvieran un sistema de filtración de aire fiable, algunos de los cuales podían accionarse manualmente girando una manivela.
Hay 39.892 refugios en Polonia, que pueden albergar a un millón de personas, o menos del 3% de la población total, según un informe de 2017 del jefe del Servicio Estatal de Bomberos. Suecia, en comparación, tiene 65.000 refugios, suficientes para el 85% de sus aproximadamente 10 millones de residentes, mientras que la ley suiza exige suficientes refugios atómicos para albergar a cada residente. Ucrania distribuyó mapas en línea de refugios en las semanas previas a la guerra.
El estado de la mayoría de los refugios en Polonia es “insatisfactorio”, según el informe de 2017, porque no cumplen con los criterios de protección, como ser herméticos, y sistemas de filtración de aire adecuados. Además, los propietarios no han querido invertir en la actualización y el mantenimiento de los albergues, en parte debido a la falta de una legislación vinculante sobre las normas para los albergues.
Eso ha llevado a los residentes a comunicarse con ingenieros como Sekunda. Si bien Sekunda ha escrito varias estimaciones que van desde 10.000 a 30.000 eslotis polacos, o aproximadamente US$ 2.250 a US$ 6.750, nadie ha hecho la inversión. Los refugios antiaéreos privados para propietarios comienzan en medio millón de eslotis.
“Definitivamente, hay interés, pero no hasta el punto de gastar dinero”, dijo Sekunda.
Desde la década de 1970 han surgido alternativas a los refugios como los garajes subterráneos y, más recientemente, las estaciones de Metro. Estas y otras estructuras se han convertido en alternativas de doble uso a los refugios antiaéreos. El gobierno actualizó sus regulaciones sobre los refugios antiaéreos en 1986 y dejó que expiraran poco después de que Polonia se uniera a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, en 1999.
Durante un tiempo, poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, algunos polacos preguntaron si deberían actualizar sus refugios, según Jaroslaw Siwinski, jefe del Departamento General de Construcción de la Universidad Tecnológica Militar. Pero después de que Polonia se unió a la OTAN, muchos polacos asumieron que su nación nunca necesitaría refugios y convirtieron esos espacios en bares, restaurantes, espacios de arte y, más comúnmente, en almacenes.
“No creían que la guerra llegaría a Polonia”, dijo Siwinski.
Dentro de una planta siderúrgica de ArcelorMittal SA en Varsovia se encuentra un refugio de 14 habitaciones que habría quedado bajo el control de las Fuerzas de Defensa Civil en caso de un ataque. Está equipado con teléfonos, uniformes y carteles de la década de 1960 que explican cómo responder a una variedad de ataques, incluido un ataque con gas por parte de una nación occidental en Varsovia usando LSD.
Uno de los desafíos para mejorar los refugios de Varsovia es que muchas personas ahora los utilizan como almacenamiento adicional, o incluso como espacio adicional para vivir.
En el refugio de un edificio de departamentos de Varsovia que data de 1957, un residente estaba cenando camarones en una habitación que había convertido para su uso personal. Otra habitación dentro del refugio está pintada de verde y tiene una mesa de ping-pong, un estéreo portátil polvoriento de la década de 1990 y montones de bicicletas de los residentes. En otra habitación estaba el sistema de filtración de aire, con una hoja de papel marrón enmarcada que explicaba cómo usarlo en caso de guerra.
El residente advirtió que mientras el baño funcionaba, el espacio estaba demasiado abarrotado para los vecinos que buscaban seguridad contra la guerra.
Incluso, Sekunda, a pesar de estar en el negocio de actualizar refugios, dice que no planea construir uno en su casa.
“No hay refugio que te proteja de un ataque nuclear”, dijo. “En caso de un ataque, mi familia saldría de Varsovia y yo me quedaría para luchar”.