El 7 de junio de 1998, cerca de las dos de la madrugada, James Byrd Jr., de 49 años, salió de una fiesta y comenzó a caminar de regreso a su casa por un camino aledaño, en la pequeña ciudad de Jasper, Texas, que no superaba los 9 mil habitantes. Tres jóvenes, a uno de los cuales Byrd Jr. conocía, pasaron en una camioneta gris y ofrecieron llevarlo en el pickup del vehículo. Lo que parecía un acto amistoso, se convirtió en uno de los crímenes raciales más brutales en la historia de EE.UU.

John William King y Shawn Berry, ambos de 23 años, junto a Lawrence Russell Brewer, de 31, golpearon y encadenaron a la camioneta los tobillos de Byrd Jr., afroamericano y padre de tres hijos. Luego, durante casi cinco kilómetros, lo arrastraron por un camino de tierra.

Según la autopsia, mientras era arrastrado, Byrd estaba consciente e incluso levantó su cabeza para protegerla, mientras movía su cuerpo de lado a lado intentando soportar el dolor que le provocaba la quebradura de casi todas las costillas por los golpes y las quemaduras en el cuerpo por la fricción. Las abrasiones del cuerpo fueron tan fuertes que le arrancaron los dedos de los pies y testículos, mientras su mandíbula quedó expuesta. Una alcantarilla abierta fue el golpe mortal: después de arrancarle el brazo derecho, lo decapitó.

Byrd Jr. fue asesinado por supremacistas blancos sólo por ser negro. Además, sus restos fueron arrojados frente a una iglesia concurrida por afroamericanos. Recién a la mañana siguiente su cuerpo sin vida fue encontrado antes de la misa dominical.

"El asesinato de James le abrió los ojos a Estados Unidos. Como estadounidenses, pensamos que este tipo de crímenes ya no existía más en nuestro país y probó que estábamos equivocados", cuenta a La Tercera Louvon Byrd Harris, hermana de James Byrd Jr.

El día del juicio, John William King, autor intelectual del homicidio, se jactó ante el jurado de los tatuajes racistas de su cuerpo, en especial el de un hombre negro ahorcado en un árbol.

El caso de James Byrd -al igual que el de Matthew Shepard, un joven afroamericano homosexual asesinado en Wyoming también en 1998- impactó a EE.UU., que intentaba dejar atrás los años de esclavitud y ataques racistas, y llevó a endurecer las penas por delitos de odio.

El 25 de febrero de 1999, King fue sentenciado a la pena de muerte -convirtiéndose en el primer blanco en la historia en recibir esta condena por el homicidio de un afroamericano- y tras varias apelaciones, finalmente el jueves pasado recibió una inyección letal en la cárcel de Huntsville. Brewer, el otro supremacista blanco, fue ejecutado en 2011, y el tercer joven, Berry, cumple cadena perpetua ya que sólo siguió a sus amigos.

Según datos del FBI, en 1999, 3.679 afroamericanos fueron víctimas de delitos de odio y en 2017 esa cifra bajó a 2.458.

"Sólo hay una raza"

A pesar del asesinato, la familia Byrd está en contra de la pena de muerte. En 1999 formaron la Fundación Byrd para Curación Racial. Para ellos, la ejecución de King esta semana no representa un "alivio" o un "final", sino que apenas un nuevo paso.

"La realidad es que los crímenes de odio van en aumento. Desde la muerte de James, pensé que la gente aprendería, pero con el tiempo veo que a las personas simplemente no les importa. Nuestro plan es seguir educando sobre el odio y proporcionar un diálogo abierto para romper las barreras raciales. Sólo hay una raza y es la humana", afirma Louvon Byrd.

El crimen de James Byrd Jr. inspiró libros, documentales y otras obras. Uno de ellos es Hate Crime: The Story of a Dragging in Jasper, Texas, de la periodista Joyce King. "El crimen fue como 'un linchamiento moderno' porque fue diseñado para aterrorizar a toda una comunidad. La muerte de Byrd despertó a una nación dormida. Muchos les decían a los estadounidenses negros que 'superaran' el racismo o que el odio racial era simplemente un producto de su imaginación", señala a La Tercera, la escritora, que realiza charlas a universitarios sobre el respeto.

En 2009, Barack Obama firmó la Ley de Prevención de Crímenes de Odio de Matthew Shepard y James Byrd Jr. que amplía la definición a nivel federal de los delitos de odio y da mayores protecciones a las víctimas. "Estuve presente en la firma de la ley. Esperamos que reduzca el número de víctimas de delitos de odio. James siempre será recordado", concluye su hermana.