El caótico proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea ha dejado atónita a la comunidad internacional, que observa no solo el terremoto político que se ha producido en Londres, sino que también cómo se ven desafiados los valores del bloque. Pese a que tras el referendo de 2016 el Brexit fue calificado como un evento sin precedentes, los británicos ya pasaron por una situación similar hace 485 años, cuando Enrique VIII rompió con Roma con el fin de disolver su matrimonio con Catalina de Aragón y así poder casarse con Ana Bolena, lo que derivó en la Reforma Anglicana.
Al igual que el eslogan ideado por el cerebro de la campaña a favor del Brexit, Dominic Cummings, de "recuperar el control", Enrique VIII -que ha sido denominado como una suerte de Donald Trump británico- llevó adelante una campaña propagandística sobre la opresión del Papado en Roma, y que se debía "recuperar la soberanía" y el "control de nuestras leyes, nuestras fronteras y nuestro dinero".
Según explica el historiador británico Martin Kettle, en una columna en el diario The Guardian, el legado profundo de la Reforma Anglicana fue la "tradición del excepcionalismo inglés". "En esta tradición Inglaterra (o Gran Bretaña) era diferente, separada, mejor, bendita y libre de las reglas y restricciones de otros. Se definió a sí misma contra Roma y las ideas conservadoras de cualquier clase. Y ese legado, ciertamente, no ha desaparecido", señaló Kettle. Esta convicción terminó en la expansión colonial, la construcción del imperio y la creación de una identidad como potencia mercantil.
En la misma línea, el sacerdote anglicano Giles Fraser en una columna en el diario The Telegraph señaló que "la reforma se trataba más sobre la mentalidad amante de la libertad del espíritu inglés. Era una protesta contra la imposición de la autoridad distante. Ya sea que fuere contra el obispo de Roma o el Tratado de Roma, la protesta ha sido notablemente similar (al Brexit)".
En conversación con La Tercera el historiador de la Universidad de Princeton, Harold James, explica que en el período de la Reforma Anglicana hubo "momentos de mucha turbulencia, al final mucha gente creyó que fue muy productivo, porque eso fue el comienzo del alza de Inglaterra como un poder mayor. Llevó a una tremenda incertidumbre e inestabilidad, la que duró por mucho tiempo". "Creo que si piensas eso en comparación a las discusiones del Brexit de hoy, puedes ver que no van a terminar si es que se produce el Brexit. Va a haber una recriminación continua y la gente dirá que cometimos un grave error y la gente hablará de eso por décadas", añadió.
Para James, justamente el aspecto negativo de la Reforma fue el largo período de incertidumbre e inestabilidad, algo que podría ocurrir cuando se concrete el Brexit. Aunque también el historiador ve un lado positivo: "Al final cuando esto se olvide, moldeará la identidad nacional inglesa".
Para el historiador de la Universidad de Cambridge, Brendan Simms, "el proyecto del Brexit era una suerte Imperio 2.0, no tanto en el sentido global del siglo XIX, sino que en el sentido de convertir a Reino Unido, usando el lenguaje del Acta Parlamentaria de Apelaciones de 1533, una vez más en 'un imperio', es decir, en un espacio político y legalmente soberano". "Esto era principalmente una aseveración de autoridad en lugar de un sentido doctrinario", añadió en su columna en la revista New Statesman.
La respuesta de la Unión Europea a este desafío en algunos aspectos, dice Simms, se pareció a la que tuvo la Europa Católica respecto de la Reforma. Este sentimiento se manifestó en la respuesta del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker a la esperanza de la premier británica, Theresa May, de tener un "Brexit exitoso".
Simms explica que, según Juncker, "no habrá éxito para Reino Unido fuera de la Unión Europea, tal como no lo había fuera de la Iglesia Católica (en la época de Enrique VIII). El Brexit es una ofensa no solamente al orden europeo, sino que al imaginario europeo".
En todo caso el sacerdote Fraser sostiene que ambos eventos se pueden complementar. "Casi 500 años después de que rompimos con Roma e instauramos el primer Brexit, la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia Católica de Roma han mantenido un sorprendente grado de alineamiento regulatorio. La Iglesia de Inglaterra es independiente, podemos decidir nosotros mismos si queremos sacerdotisas, por ejemplo. Podemos celebrar todo lo que tenemos en común. Eso es seguramente un muy buen modelo también para el actual Brexit", concluye Fraser.
Sin embargo, para James es necesario considerar que "la Reforma Anglicana se trató de un fenómeno inglés en lugar de uno británico". "Mucha gente piensa, y estoy de acuerdo con ellos, que el Brexit podría romper a Reino Unido, ya que Escocia puede querer tomar otro camino", advierte.