Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que hoy se convertirá en el primer Presidente de izquierda en México, ha recibido varios apodos a lo largo de su vida, que lo retratan sin filtro. El más frecuente es "El peje", abreviación de pejelagarto, un pez de su natal Tabasco. El futuro mandatario que gobernará por los próximos seis años, ha dicho que no le molesta en lo absoluto que le digan así porque, según él, "peje" significa "hombre astuto". Otros han hecho hincapié en que este pez prácticamente no ha experimentado ningún cambio en los últimos 100 millones de años. A AMLO también le dicen "piedra", por su necedad y por la necesidad de pulirlo; "mesías", por sus referencias religiosas; "El Americano", porque en los años 70 sus padres vendían ropa de EE.UU;

"El comandante", por las movilizaciones populares en Tabasco cuando militaba en el PRI en los 70; "El Chávez mexicano", por su simpatía y supuesta cercanía ideológica con el fallecido Presidente venezolano y "Ya sabes quién", cuando sus opositores se niegan a llamarlo por su nombre.

Como suele ocurrir con los sobrenombres, éstos tienen bastante de cierto y a AMLO le calzan todos, hecho que también refleja los abruptos cambios que ha tenido durante su larga trayectoria política y militancias en el PRI, PRD, Movimiento Ciudadano y su actual Morena (Movimiento Regeneración Nacional).

Pero este año AMLO podría batir un "récord" en cuanto a metamorfosis. Esto, porque el López Obrador candidato, que lanzó duros dardos contra sus rivales y el sistema mexicano, pasó a convertirse en una figura más moderada tras su triunfo el 1 de julio con el 53% de los votos. Pero también, durante estos últimos cinco meses de transición, ha cambiado de postura en cuanto a la política migratoria, algunos aspectos económicos y proyectos emblemáticos. Por eso, incluso en México comentan que a partir de ahora podría haber una tercera versión de AMLO: la de Presidente en funciones. "Soy terco, es de dominio público", reconoció al inicio de su campaña.

Zona de promesas

"El López Obrador candidato aspiraba a tener poder. El AMLO Presidente lo tiene, en grandes cantidades y más que ningún otro mandatario mexicano en décadas", señala a La Tercera Moisés Naím, columnista venezolano del Carnegie Endowment for International Peace, think tank con sede en Washington.

"México va a ser un país seguro", prometió AMLO el martes en un mensaje dirigido a los inversionistas. Esto, un día después de que la bolsa mexicana sufriera su segunda debacle durante el período de transición, debido a la incertidumbre que provoca el sucesor de Enrique Peña Nieto.

Durante la campaña electoral, AMLO basó parte de su estrategia en un discurso centrado contra lo que llamó "mafia del poder" y se refirió a su rival del PAN, Ricardo Anaya, como "Ricky Riquín Canallín". Al mismo tiempo, intentó posicionarse como un defensor de los marginados, prometió desterrar la corrupción y la impunidad, criticó el muro de Donald Trump, utilizó un lenguaje sencillo y privilegió la verdad por encima de sus errores del pasado. Al mismo tiempo, llamó "fifí" (elitista o frívolo) a sus enemigos.

Pero durante la transición se "autocensuró", como él mismo dijo; se mostró dispuesto a un "buen entendimiento" y a no provocar a Trump; habló de una "amnistía" para casos de corrupción; dijo que no reprimirá al pueblo mexicano aunque anunció la creación de una Guardia Nacional y en octubre, luego de una consulta informal, anunció la suspensión del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, proyecto que ya estaba en marcha con una inversión de US$ 13.000 millones.

A su vez, en un segundo referendo, en el que votó menos del 1% de los mexicanos, se decidió la construcción de una refinería, dos proyectos ferroviarios y también anunció la creacción de 100 universidades nuevas. Una vez que asuma, se prevén otras consultas para elaborar una "constitución moral" y para revertir la reforma energética de 2014.

En la mente de AMLO suele estar la disyuntiva entre lo público y lo privado, y el neoliberalismo como el gran culpable de la pobreza y la corrupción en México.

"Instinto populista"

"AMLO tiene un instinto populista y algo autoritario, pero también sabe que habrá resistencia dentro y fuera del país si da rienda suelta a ese instinto. Por eso, constantemente lo vemos dar bandazos hacia el lado populista y el lado de la sensatez contradictoriamente", plantea a este diario Álvaro Vargas Llosa.

"Hay una mezcla de señales contradictorias. En la campaña sostuvo reiteradamente que iba a equilibrar el presupuesto y que no ahuyentará a la empresa privada, pero en la misma campaña anunció toda clase de subsidios y sostuvo que acabará con el proyecto del nuevo aeropuerto (que ya está construido en un 30% y con fuertes inversiones privadas nacionales) y que revisará los contratos petroleros, dando a entender que podría retirarlos", agrega el escritor y periodista peruano.

"Una vez electo, nombró en las carteras económicas a tecnócratas moderados y como coordinador del gobierno a un empresario, pero acaba de anunciar, antes de asumir el poder, una ley que le dará el poder de cancelar todas las concesiones mineras a las empresas privadas que las tienen. Estos son sólo unos pocos ejemplos", destaca Vargas Llosa.

Para Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, en cuanto a la relación con Trump, "AMLO ha mostrado moderación en cuanto a las respuestas del Presidente estadounidense sobre la caravana de migrantes y ese enfoque fue claro durante la renegociación del TLCAN". Además, Shifter señala a La Tercera que "en cuanto a la seguridad, AMLO ahora dice que confiará en los militares para hacer cumplir la ley hasta que sus soluciones a largo plazo tengan un impacto. Eso marca un cambio de su retórica de campaña".

Durante la transición, AMLO ha dicho que llevará a México a la "Cuarta Transformación", tras la Independencia, la Reforma, y la Revolución mexicana, un plan ambicioso de acuerdo con los analistas mexicanos. "Lo más inquietante del nuevo Presidente es su desprecio por la ley y su disposición a manipularla según su conveniencia", escribió en El País la politóloga mexicana Soledad Loaeza.

También algunos columnistas, como José Buendía Hegewisch, del diario Excelsior, advierten que "el problema es el desorden acompasado, la forma y el modo de las posiciones públicas y decisiones en privado de un pensamiento estratégico, por ejemplo, de fines y medios de su propuesta de Cuarta Transformación. ¿Cuál es el alcance?". Así, ha salido a la luz una antigua frase de AMLO de 1994, cuando definió su método: "intransigente en público, negociador en privado". "No vamos a gobernar sólo para los mercados financieros", prometió AMLO ayer, en su estilo.