Este domingo 1 era uno común para la vida de Armita Geravand, de 16 años. Junto a dos amigas, se dirigía a sus clases en Teherán, la capital de Irán. Para ello, el grupo de jóvenes tomó el metro, como se puede apreciar en el video divulgado por la agencia de noticias estatal. Pero cuando entró al tren en la estación de Shohada, ya fuera del campo visual que permite el registro, se ve algo caer y la expresión desconcertada de sus acompañantes. Geravand había caído al suelo y estaba inconsciente. Como pudieron, los presentes la arrastraron fuera del vagón.
No llevaba el hiyab obligatorio sobre el pelo. No tenía cubierto su negro y corto pelo. No ha vuelto a despertar desde ese día.
Distintas organizaciones de derechos humanos, así como reportajes de periódicos independientes que consultaron a testigos de lo ocurrido, aseguran que la joven fue empujada por agentes de la policía moral, en una “grave agresión física”, dijo el grupo de derechos iraní-kurdo Hengaw según el medio First Post.
Actualmente, Geravand se encuentra internada en un hospital, bajo custodia policial y sin posibilidad de visitas ni de la familia ni de periodistas o la ciudadanía en general. Hengaw también publicó una foto en la que se ve inconsciente en una cama hospitalaria. Desde el gobierno descartaron cualquier relación, y aseguran que su caída se debió a una baja de azúcar.
Diametralmente opuesto al relato oficial es el del periodista Farzad Seifikaran, de Radio Zamandeh, quien informó por primera vez de la historia de Armita Geravand el domingo. Pudo entrevistar a dos de sus familiares, una amiga y otra persona con conocimiento del episodio, quienes afirmaron que la joven y las dos amigas con las que iba -quienes tampoco se cubrían el pelo- discutieron con los agentes que hacían cumplir la norma del hiyab, lo que decantó en el empujón que la tiró al piso. Su cabeza se golpeó con un objeto metálico, lo que le habría provocado una hemorragia cerebral, relató Seifikaran citando a sus fuentes.
El dramático hecho ha desatado la indignación entre los opositores al gobierno teocrático iraní. La joven se encuentra en estado crítico y se mantiene en coma, pero también ha avivado la llama entre quienes recuerdan una situación similar: la muerte de Mahsa Amini, que también la alcanzó en coma. La mujer de 22 años falleció bajo custodia de la policía de la moral, lo que desencadenó meses de protestas, centenares de muertos, miles de detenidos e, incluso, manifestantes sentenciados a la pena capital.
Denuncias de encubrimiento
El manto de dudas por el caso de Armita Geravand se arrastra del de Mahsa Amini. Mientras el gobierno clama inocencia, activistas y periodistas independientes apuntan a los agentes de la policía moral, encargados de hacer valer cosas como el uso del hiyab en espacios públicos. Es más, aún no está claro ni se puede decir a ciencia cierta lo que ocurrió, a falta de videos claves que confirmen las distintas versiones, pero organizaciones civiles dudan de la versión oficial debido al caso Amini.
Según un activista por los derechos humanos iraní, siguen “de cerca su caso (el de Geravand). Está en coma en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital y su estado es crítico... sus familiares han dicho que hay una fuerte presencia de agentes de civil en el hospital”, dijo bajo reserva de identidad a Reuters, por miedo a represalias.
Un segundo aseguró que las fuerzas de seguridad le han prohibido el paso incluso a los padres de Geravand. Tampoco pueden subir fotos de ella internada a redes sociales, ni hablar con organizaciones de derechos humanos.
De momento, las únicas imágenes de las que se dispone son las del andén, donde se ve a la joven de 16 años entrar al vagón, para luego ser extraída a rastras por los pasajeros, ya inconsciente. Numerosas organizaciones han solicitado a las autoridades los registros audiovisuales del interior de la cabina, con el fin de despejar las dudas sobre el relato de las autoridades.
Desde el gobierno afirman que se desmayó debido a una baja de azúcar, puesto que se habría saltado el desayuno, consignó The New York Times. Desde la Compañía de Operaciones del Metro de Teherán, el director, Masoud Dorosti, dijo en la misma línea que las imágenes de sus cámaras no mostraban evidencia de enfrentamientos, ya fueran verbales o físicos, entre pasajeros y empleados municipales.
Incluso la familia de Armita Geravand se cuadró con el gobierno, como se pudo ver en un video publicado por la agencia estatal de noticias, la Agencia de Noticias de la República Islámica (IRNA). En él, se observa a la madre repitiendo, consternada, la versión del gobierno: “Mi hija, creo que su presión sanguínea, no sé qué, creo, dicen que su presión sanguínea bajó, entonces se cayó y su cabeza golpeó el borde del metro”, dijo Shahin Ahmadi.
En tanto, el padre, Ahmad Geravand, miraba hacia el suelo de brazos cruzados mientras su esposa hablaba. Cuando le tocó hablar, pidió que rezaran por su hija tras afirmar que gozaba de buena salud y que no tomaba medicamentos.
“Las instituciones de seguridad iraníes han dicho que su estado se debió a la baja presión, una hipótesis repetida a menudo por dichas instituciones”, planteó en redes sociales la cuenta del grupo de defensa de los derechos humanos Dadban, con sede en Irán.
Los organismos no gubernamentales aseguran que la familia se encuentra bajo coerción estatal. Este jueves, Shahin Ahmadi, la madre, fue detenida por las fuerzas de seguridad.
“Podemos confirmar que la familia de Armita está sometida a una inmensa presión para que se adhiera a la narrativa del Estado, mientras yace inconsciente y custodiada por personal de seguridad del Estado en un hospital militar con todas las visitas prohibidas”, dijo Jasmin Ramsey, subdirectora del Centro de Derechos Humanos de Irán, grupo de defensa independiente con sede en Nueva York, a The New York Times.
También dudan de la transparencia de los funcionarios estatales, principalmente por la negativa a liberar los videos y la constante presencia de fuerzas de seguridad en el hospital militar en el que se encuentra la joven afectada.
“Transparencia significa que todos los agentes de seguridad abandonen el Hospital de la Fuerza Aérea Fajr y las zonas circundantes y que se permita a los periodistas informar sobre lo ocurrido a la joven de 16 años”, escribió Mohsen Borhani en X (ex Twitter), un abogado de Teherán.
Armita Geravand vive en un barrio obrero en el oeste de Teherán, y estudia arte en un instituto profesional de arte y diseño, explicaron cercanos al periodista Farzad Seifikaran. Además, es una apasionada por la pintura y practica taekwondo de forma semiprofesional, consignó el periódico neoyorquino.
El presente femenino en Irán
Desde que el “movimiento Mahsa” empezó -nombre con el que se llamó a la serie de protestas lideradas por mujeres y niñas que buscaban el fin de la teocracia clerical iraní tras el deceso de Mahsa Amini en septiembre de 2022-, han muerto más de 500 personas a manos de las fuerzas de orden del gobierno, adolescentes y niños incluidos, además de dejar un saldo de miles de manifestantes detenidos, recopiló The New York Times.
Pese a que las conmemoraciones del aniversario de la muerte de Amini fueron duramente reprimidas durante septiembre, de igual modo se escuchó la frase “muerte al dictador”, en referencia al ayatola Ali Jamenei, el líder supremo de Irán.
Según el diario El Mundo, durante el último año han sido detenidos más de 20.000 iraníes, ya sea en protestas o incluso dentro de sus hogares, al mismo tiempo que crecen las denuncias por tortura, agresiones sexuales y vejaciones en los centros de detención. Además, una veintena de personas han sido condenadas a la pena capital por su participación en las protestas, donde siete de ellas ya han sido ejecutadas.
Lo cierto es que, desde el inicio de las protestas que buscaban lograr mayores libertades individuales entre las mujeres, poco ha cambiado. Incluso, derechamente, en muchos escenarios ha empeorado.
En agosto de este año, el alcalde de Teherán, Alireza Zakani, inició un plan de nuevas patrullas en la red de metro de la ciudad para garantizar el cumplimiento de las normas sobre el hiyab, reportó First Post. Según The Telegraph, desde la puesta en marcha de dicha política, numerosos reportes han surgido denunciando enfrentamientos entre mujeres que no cumplen dicha regla y los agentes de seguridad.
El Centro de Derechos Humanos de Irán (CHRI), con sede en Nueva York, aseguró que mujeres y niñas “se enfrentan a un aumento de la violencia, las detenciones arbitrarias y una mayor discriminación después de que la República Islámica reactivara sus patrullas policiales que obligan a llevar velo”, explicaron a AFP.
Durante septiembre, el Parlamento de Irán aprobó un proyecto de ley sobre “hiyab y castidad”, el que castigaría a mujeres con penas de hasta 10 años de cárcel de no llevar la prenda en el pelo, además de imponer grandes multas. Sin embargo, esta debe recibir el visto bueno del Consejo de Guardianes de Irán para ser promulgada.
La situación ya ha tenido impacto en el escenario internacional. La ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, escribió en X, ex Twitter: “Una vez más una joven en Irán lucha por su vida. Solo porque enseñó el pelo en el metro. Es insoportable”. Con relación a la familia, aseguró que los padres de Armita Garawand “tienen derecho a estar junto a la cama de su hija”, consignó Reuters.
En tanto, el enviado especial de EE.UU. en funciones para Irán, Abram Paley, publicó en la misma red social que Washington estaba “conmocionado y preocupado por los informes de que la llamada policía de la moralidad de Irán ha agredido” a la joven de 16 años.
“Estamos siguiendo las noticias sobre su estado. Seguimos apoyando al valiente pueblo de Irán y trabajando con el mundo para que el régimen rinda cuentas por sus abusos”, añadió.