Por primera vez en la historia, el independentismo no consigue mayoría en las elecciones catalanas. El oficialista PSC (Partido Socialista de Cataluña, facción local del PSOE) triunfó en los comicios del domingo, llevándose 42 de los 135 escaños del Parlament. A pesar de eso, el partido y su candidato, Salvador Illa, no consiguieron la mayoría absoluta de 68 diputados, con la que se aseguraban la Generalitat (administración ejecutiva de la Comunidad Autónoma). Y ahí entran las negociaciones.

De momento, los partidos ganadores y perdedores piensan sus estrategias y pactos. El pacto “más posible” para la Generalitat sería un bloque tripartito de izquierdas, compuesto por el PSC, el independentista Esquerra Republicana de Catalunya (20 escaños) y Comuns (6), la versión local de Sumar.

Sin embargo, Junts per Catalunya, el partido del independentista, y su “líder en el exilio”, Carles Puigdemont, tienen algo que decir: con 35 escaños, podría llegar a la presidencia con el apoyo de los socialistas, o con el apoyo más fácil de obtener de ERC. Y en eso, Puigdemont está apostando a obligar a alguno de los partidos a ponerlo a él como presidente.

Salvador Illa, celebrando la victoria en las elecciones catalanas. Foto: Reuters

De todos modos, los analistas aseguran que con estos resultados prácticamente se decretó el cierre del “procés”, el movimiento político que llegó a declarar la independencia unilateral de Cataluña. La victoria histórica del PSC, en una Comunidad Autónoma que desde hace 40 años siempre ha votado independentista, ha sido un golpe fuerte sobre todo para ERC, y un “impulso”, como indican desde el PSOE, para el gobierno nacional de Pedro Sánchez.

Las derechas, por su parte, tuvieron una noche de balances agridulces este domingo, porque aun con sus crecimientos en las cortes catalanas, ni el PP (15), ni el extremo Vox (11), ni el aún más extremo Aliança Catalana (2) tienen mucho que decir en la composición de la Generalitat.

Ahora bien, el “pacto tripartito de izquierdas” (entre el PSC, ERC y Comuns) no hay que darlo por sentado: Pere Aragonès, el líder de la formación independentista, renunció a la presidencia de ERC, pero aseguró que a causa de los malos resultados, “formará oposición”. “No estaremos para facilitar una investidura del PSC”, advirtió, cerrando la puerta a la opción de Salvador Illa.

A pesar de eso, si terminara por darse este pacto, se espera que gobierne Cataluña un programa de izquierdas, más allá de la lógica de independentismo vs. constitucionalismo que ha venido marcando la discusión en la región en la última década.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, aseguró que a causa de los malos resultados de ERC, “formará oposición”. Foto: Europa Press

Desde Madrid, Pedro Sánchez celebró la victoria de Salvador Illa, y aseguró: “Teníamos razón”. Esto, al ver que las criticadas amnistías que cedió a independentistas catalanes habrían terminado poniendo a la región de su lugar. “El presidente del gobierno ha reivindicado el efecto sanador del perdón”, asegura una fuente del diario El País.

Salvador Illa, el candidato del PSC, ya se ha referido a su intención de gobernar. “Asumo esta responsabilidad y, por consiguiente, en el momento en el que se haya constituido la Mesa del Parlament, manifestaré mi voluntad de presentar mi candidatura para presidir la Generalitat”, declaró en la sede del partido.

Desde el diario El País, un editorial el domingo, titulado “Cambio de ciclo en Cataluña”, analizó las elecciones en esa Comunidad Autónoma, asegurando que el independentismo tuvo estos resultados a causa de un cansancio generalizado en la sociedad catalana: “El nacionalismo catalán, transmutado en independentismo, ha perdido la mayoría en el Parlament de Cataluña por primera vez desde 1980. El resultado de las elecciones de este domingo solo se puede interpretar como el voto de una sociedad harta de más una década de polarización y parálisis institucional en la que se han sucedido cuatro elecciones, cuatro presidentes, un intento de ruptura constitucional, la suspensión del autogobierno y un desdén por la gestión de las políticas públicas que afectan al día a día de los ciudadanos. Los catalanes han pedido con sus votos enterrar esa etapa”.

“El rotundo triunfo del socialista Salvador Illa arrebata al soberanismo la mayoría por primera vez en cuatro décadas”, insistió el periódico español.

Carles Puigdemont en Argelès-sur-Mer, Francia. Foto: Reuters.

Y si ya no se habla de una posible independencia, Carles Puigdemont, sin embargo, no se rinde con gobernar, y anunció que se presentará a la investidura. Desde Argelès-sur-Mer, una ciudad francesa en la frontera con España, el líder en el exilio de Junts per Catalunya invitó a ERC a aliarse con él y conseguir un gobierno independentista: “Estamos en condiciones de construir un Govern sólido de obediencia netamente catalana, y a eso dedicaremos las próximas horas con el objetivo de que haya un Govern coherente, con un buen liderazgo en el Parlament y evitar la repetición electoral, que sería una mala noticia para el país”.

Puigdemont aseguró que, si no es presidente de la Generalitat, se retirará definitivamente de la política. Para que eso ocurra, el PSC tendría que abstenerse en la posible investidura. Con sus declaraciones, Puigdemont presiona a ERC, con el fin de que la formación bloquee el acuerdo tripartito con socialistas y Comuns. Esto complicaría la investidura de Salvador Illa, obligándolo a buscar socios en la derecha.

De momento, pareciera que el futuro de la Generalitat española está en lo que decida el tercer partido, Esquerra Republicana de Catalunya, y a qué ganador elija apoyar. Los siguientes capítulos de esta historia tendrán lugar el 10 de junio, cuando se constituya el Parlament recientemente votado. De ahí, el presidente o presidenta de la Cámara tendrá hasta el 25 de junio para proponer un candidato a la investidura, que tendrá que ser aprobado o rechazado por los diputados en una votación posterior.

Hasta entonces, las negociaciones entre el PSC, Junts, ERC y eventualmente el Partido Popular llenarán los títulos de la prensa catalana.