El histórico acuerdo que Estados Unidos firmó el sábado con los talibanes ha provocado más dudas que certezas. Con este pacto, en teoría, la guerra que Washington ha llevado adelante por más de 18 años debería llegar a su fin, tras la puesta en marcha del retiro de las tropas norteamericanas y de la OTAN instaladas en el país, hecho que si bien no terminará con el conflicto bélico, marcará el inicio de una nueva era.
El diario The New York Times señaló que existen muchas dudas respecto de cuál será el rol que tendrán las fuerzas militares y los oficiales de inteligencia en el país y cómo cambiará la misión.
Bajo el plan, los cerca de 13.000 soldados que están ahora en Afganistán tendrán que abandonar el país dentro de 14 meses. No se sabe, sin embargo, si se respetará ese calendario. De hecho, apenas dos días después de la firma ya existían problemas con éste, debido a la confusión sobre la liberación de 5.000 presos talibanes, algo que puede aumentar las tensiones. Esto luego que el Presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, señalara que los liberaría antes de iniciar la conversaciones interafganas sobre un acuerdo para compartir el poder, previstas para el 10 de marzo en Oslo. Pero después dijo que no lo haría. Los talibanes, por su parte, liberarían hasta mil prisioneros.
Washington indicó que el retiro de tropas estaba asociado a los esfuerzos antiterroristas talibanes y no a los progresos en las conversaciones interafganas. El secretario de Defensa, Mark Esper, dijo ayer que dio la autorización para que el comandante en jefe de Estados Unidos en Afganistán comenzara con el retiro inicial de los soldados.
Esper señaló que no estaba seguro si ya había comenzado la retirada, pero dijo que debe iniciarse en los primeros 10 días posteriores a la firma del acuerdo de paz. El jefe del Pentágono comentó que el general Scott Miller, comandante en jefe en Kabul, tiene la autoridad para comenzar a retirar a los soldados para dejar un total de 8.600.
Precisamente una de las interrogantes es el rol que tendrán las fuerzas norteamericanas y también los agentes de la CIA que operan en el país, una vez que se estructure un gobierno entre los talibanes y el Ejecutivo de Ghani.
Los talibanes, apunta The New York Times, como condición del acuerdo de paz podrían buscar desmantelar o tomar control de la agencia de inteligencia afgana y terminar su trabajo con la CIA. Es en este contexto que Estados Unidos podría terminar trabajando junto a los talibanes, que por más de 18 años ha buscado erradicar.
En todo caso, esto es algo que ya ha ocurrido: el año pasado Washington realizó ataques contra el Estado Islámico en Afganistán que tuvo el efecto de ayudar a los talibanes.
Estado Islámico
Justamente, el combate contra el grupo yihadista es otra de las interrogantes, ya que no está claro si una fuerza antiterrorista estadounidense más pequeña podría combatirlo.
El Estado Islámico es un enemigo tanto de Washington como de los talibanes, y Estados Unidos quiere que el grupo rebelde ayude en esa lucha. En los 80, la CIA financió a milicias islámicas afganas en la insurgencia contra la ocupación soviética. Muchos de esos milicianos derivaron después en los talibanes, recordó la agencia The Associated Press.
A nivel político, los talibanes tienen que garantizar que las áreas que controla no sean utilizadas por grupos extremistas para atacar a Estados Unidos y sus aliados. Pero observadores expresan escepticismo de que puedan romper sus lazos con grupos como Al Qaeda. De hecho, ayer anunciaron que ponían fin a la tregua parcial instaurada el 22 de febrero y que retomaban los ataques contra las fuerzas de seguridad afganas.
El período de reducción de la violencia, que duró nueve días, “terminó y nuestras operaciones volverán a la normalidad”, declaró a la agencia France Presse Zabihullah Mujahid, portavoz de los talibanes. “Nuestros muyahidines (combatientes) no atacarán a las fuerza extranjeras, pero nuestras operaciones contra las fuerzas del gobierno de Kabul continuarán”, advirtió el portavoz. Poco después una motobomba estalló durante un partido de fútbol, donde murieron tres civiles y 11 quedaron heridos, dijo Sayed Ahmad Babazai.
El acuerdo de paz incluye, además, negociaciones entre los afganos en ambos lados del conflicto sobre el futuro del país y un cese del fuego permanente. Sin embargo, los talibanes se han negado hasta ahora a negociar con el gobierno de Kabul, al que considera un títere de Washington, aunque han participado en conversaciones con afganos prominentes, incluyendo al expresidente Hamid Karzai.
El acuerdo prevé la presencia de representantes del gobierno en la mesa de negociaciones, pero solamente como ciudadanos afganos comunes, indicó la agencia The Associated Press.