“Podríamos ser testigos no solo del fin de la Guerra Fría o de la conclusión de un período particular de la historia de la posguerra, sino del fin de la historia”, escribió el cientista político estadounidense Francis Fukuyama, que tomó esa frase provocadora como título de su libro de 1992, “El fin de la Historia y el último hombre”.

Como escribió Peter S. Goodman en The New York Times, en abril de 2018, “los pensadores a lo largo y ancho del espectro ideológico criticaron a Fukuyama por haber escrito un obituario prematuro de la historia. Algunos lo acusaron de evangelizar el poderío estadounidense. Otros podrían decir que no fue capaz de concebir (...) el resurgimiento de Rusia ni el ascenso de China”.

Y es que la tesis de Fukuyama tuvo alguna vigencia mientras perduró el denominado “momento unipolar”, en el que EE.UU. se convirtió en el único polo de poder global y en lo que el excanciller francés Hubert Védrine llamó la “hiperpotencia”.

Pero ya en enero pasado, el historiador y ensayista Niall Ferguson planteó en una columna publicada por el Times que ya “estamos viviendo una nueva Guerra Fría”. “Algunos insistirán en que la nueva Guerra Fría ya había comenzado -con Rusia- en 2014, cuando Moscú envió sus tropas a Ucrania. Pero el deterioro de las relaciones ruso-estadounidenses palidece en comparación con el ascenso del antagonismo chino- estadounidense que se ha desarrollado en los últimos años”, escribió el intelectual escocés.

Ferguson plantea que, si bien algunos académicos tal vez digan que la nueva Guerra Fría comenzó con la elección de Donald Trump en noviembre de 2016 o en enero de 2018, con su imposición inicial de aranceles a lavadoras y paneles solares importados, muchos de los cuales se fabrican en China, “no fue sino hasta 2019 que miembros de la élite política de todos los bandos adoptaron de manera definitiva el enfoque de confrontación a China del gobierno de (Donald) Trump”.

En general, se considera que China presenta desafíos y amenazas para EE.UU. que no pueden ignorarse.

Bonnie Glaser, directora del Proyecto el Poder Chino del CSIS

Una visión que comparte Bonnie Glaser, directora del Proyecto el Poder Chino del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). “Las opiniones dominantes hacia China entre los estadounidenses promedio, la comunidad empresarial y otros grupos, incluidos los miembros del Congreso, se han vuelto más negativas. En general, se considera que China presenta desafíos y amenazas para EE.UU. que no pueden ignorarse”, comentó a La Tercera.

A medida que se ha deteriorado la relación, también lo ha hecho la percepción mutua de las dos sociedades. Un estudio del Pew Research Center de abril señalaba que un 66% de los estadounidenses alberga una opinión desfavorable de China, frente al 26% que la considera positiva. A su vez, una encuesta de la Universidad Renmin de Beijing entre un centenar de académicos chinos apunta que el 62% de ellos cree que EE.UU. quiere lanzar una Guerra Fría contra su país.

Donald Trump y Vladimir Putin durante una conferencia de prensa conjunta después de una reunión en el Palacio Presidencial en Helsinki, el 16 de julio de 2018. Foto: AFP

Hay, sin embargo, una diferencia radical con respecto a la Guerra Fría que se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XX, dice a La Tercera Vanni Pettinà, historiador de El Colegio de México y coeditor del libro Latin America and the Global Cold War (2020). “El eje del conflicto con la URSS no fue primariamente económico, sino geopolítico y, sobre todo, ideológico: capitalismo versus socialismo. EE.UU. y China comparten, en lo económico, una ideología convergente, que gira alrededor de la idea de economía de mercado y capitalismo y esa es la diferencia principal con la Guerra Fría. China está mostrando un fuerte músculo económico, ¿pero es este músculo suficiente para plantear una alternativa geopolítica al poder global estadounidense? Mi impresión es que no”.

Creo que de momento asistiremos a un conflicto prevalentemente comercial entre los dos países y con muy poca probabilidad de una escalada militar.

Vanni Pettinà, historiador de El Colegio de México

“Nos encontramos con un escenario de conflicto, pero se peleará de forma distinta. Creo que de momento asistiremos a un conflicto prevalentemente comercial entre los dos países y con muy poca probabilidad de una escalada militar”, vaticina Pettinà.

“Como ocurrió en la Guerra Fría, ambos bandos van a buscar aliados para reforzarse, pero China tiene más habilidad para eso. Rusia atrajo aliados con la ocupación militar. Beijing no lo necesita, (el Presidente) Xi (Jinping) está usando la economía para poner a otros países en su órbita”, comentó al diario El País Gary Hufbauer, alto cargo del Departamento del Tesoro de EE.UU. a fines de los años 70.